La excusa ofrecida es que una aplicación en Google "lee" sus correos automáticamente para poner anuncios relacionados, violando así algo que llaman "confianza implícita", olvidando que siempre hay aplicaciones que leen los correos automáticamente, aunque sólo sea para enviarlos a su ordenador. Y es que el truco de estas organizaciones consiste en el añadido de "civiles", tras el que se esconden para, en nombre de la libertad con apellido, coartar la libertad sin apodos.
Un pequeño vistazo al listado de organizaciones, además de mostrarnos que algunas de esas "organizaciones" son meros individuos, nos muestra que una docena de los firmantes son asociaciones de consumidores, incluyendo nuestro pequeño grano en el culo local FACUA. ¿Asociaciones de consumidores contra la libertad de los mismos de escoger el producto que más se adecúa a sus necesidades? ¿Cómo es posible semejante desatino? El problema es que no sólo no es extraño, sino que es la práctica habitual de estas organizaciones, práctica al que la propia FACUA llama "consumerismo". Pertenecen a la escuela de Ralph Nader, el político americano de extrema izquierda que inició su carrera escribiendo el libro "Unsafe at any speed", en el que atacaba a un coche llamado Corvair por su gran inseguridad. Nader logró que se prohibiera la venta del auto, pese a que investigaciones posteriores del gobierno no mostraron que fuese especialmente peligroso en comparación con sus coetáneos. Ese libro y la campaña que le siguió le convirtieron, sin embargo, en el más famoso "defensor de los consumidores". Sin embargo, cuando publicó el libro las víctimas por accidente de coche estaban cayendo dramáticamente, sin que Nader ni las regulaciones posteriores inspiradas por él y los suyos marcaran demasiada diferencia.
La defensa de los consumidores, desde entonces, consiste en reducir las opciones de los mismos a las que ellos consideren apropiadas. El propio Nader llegó a escribir que "el consumidor debe ser protegido a veces de su propia indiscreción y vanidad". Ese es el modelo que parecen seguir todas las organizaciones de consumidores, incluyendo las españolas. Sus protestas se reducen a las empresas, bien porque no cumplen sus contratos –una causa evidentemente justa–, bien porque consideran a sus protegidos como menores de edad incapaces de elegir.
Así, si nos centramos en FACUA –esto les pasa por firmar manifiestos– vemos que en su sitio web que se ocupan de temas como los transgénicos, pese a que no han provocado problema ni riesgo alguno de salud, o la "energía sostenible para todos", algo que sin duda no deja dormir a los consumidores cuando encienden su ordenador para consultar tan "consumerista" lema para el "día de los derechos de los consumidores". Sin embargo, buscarán en vano una nota de protesta por el hecho de que la Unión Europea restrinja la importación de ropa proveniente de China, pese a que impida que los comercios del ramo se llenen de productos más baratos que los actuales, para gozo y disfrute de los consumidores de nuestro continente, a los que dicen defender.
Y es que, en su intento de lograr que las autoridades políticas restrinjan la libertad de los consumidores con la excusa de protegerlos de sí mismos, no van a molestarles cuando éstos impiden que se mejoren las opciones de los ciudadanos a la hora de comprar, no sea que se les enfaden. Es más cómodo y fácil denunciar a Google por algo que hacen todos y cada uno de los sistemas de correo existentes en la actualidad.