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Krugman se retrata: «Las burbujas económicas no son necesariamente malas»

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En el año 2012, durante su visita a España, Paul Krugman declaró a Libre Mercado que "bromeaba cuando pidió que se crease una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos".

La hemeroteca parecía apuntar lo contrario, como vemos en sus artículos para el New York Times y otros medios de comunicación. Sin embargo, Krugman negó la mayor y declaró que esta polémica informativa reflejaba "el bajo nivel intelectual del debate económico actual".

Dos años después, Krugman vuelve a las andadas. Más concretamente, ha hecho las siguientes declaraciones a la revista de la Universidad de Princeton:

Las burbujas son malas en una economía que roza el pleno empleo, pues llevan a un mal uso de los recursos y alimentan la inestabilidad financiera. Sin embargo, en una economía en depresión, hasta un gasto poco calculado puede ayudar a crear empleo. Por eso, las burbujas no son necesariamente malas.

Krugman fue más allá y apuntó lo siguiente:

Hay razones para pensar que estamos viviendo en una era de persistente flaqueza económica. Esto significa que solamente sentiremos la prosperidad en periodos de burbujas.

La entrevista también deja algunas reflexiones llamativas. Así, en opinión del economista estadounidense, "aunque en los 90 existía un consenso en torno a la conveniencia de mantener la inflación en niveles del 2%, hoy yo defiendo que se sitúe en el umbral del 4%".

En este sentido, apuntó además que los tipos de interés "no están en niveles artificialmente bajos" y, de hecho, señaló que "ya que no hay pleno empleo, podríamos decir que los tipos son demasiado altos", algo curioso en un contexto cercano al 0%.

Duplicar el salario mínimo

Krugman también ha afirmado recientemente que "duplicar el salario mínimo, pasando de $8 a $15 dólares por hora, no tendría un efecto negativo en términos de empleo". En este sentido, llama la atención que allá por 1998, el Premio Nobel de Economía afirmaba tajante lo siguiente:

Cualquier estudiante de Primero de Economía sabe que subir los sueldos reduce la demanda de trabajadores, por lo que esto conlleva un aumento del desempleo. Es curioso que mucha gente de izquierdas lo ignora y pide grandes aumentos del salario mínimo.

Parece obvio que estos activistas quieren creer que el precio del trabajo puede fijarse según consideraciones de justicia y no de oferta y demanda. Ignoran los efectos secundarios que tienen estas recetas.

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