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Politicofilia (o por qué veo a Karlos Arguiñano al mediodía)

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Arguiñano describe a los políticos como a inoperantes egoístas que al fin y al cabo estorban más que otra cosa.

Como tantos y tantos españoles, yo soy de los que suele (o solía, mejor dicho) comer mientras veía las noticias en la televisión. Si me pongo a pensar en mi infancia, me vienen a la mente gratos recuerdos en los que toda la familia comíamos viendo el telediario. Recuerdo que, tanto si se trataba de noticias regionales, como de noticias nacionales o internacionales, la hora de comer era la hora de reunirse, hablar, comentar los sucesos y, sobre todo, estar (más o menos) informado. Aunque la nostalgia me hace estar sesgado, recuerdo que ese era un momento agradable ya que el telediario no dictaba el ritmo de dicha reunión familiar, sino que más bien la acompañaba. Gracias a la presencia de la televisión, podíamos comentar el clima que haría mañana, un evento deportivo, una noticia internacional o el clima político nacional o regional. Podríamos decir que el telediario podía ayudar a romper el hielo en la conversación en nuestro hogar.

En pocas palabras, el telediario no aportaba (o como mínimo a mí no me lo parecía) un clima de tensión, sino que aportaba una radiografía más o menos sesgada de la actualidad. Bendita nostalgia: éramos felices ¡y no lo sabíamos! Pero si tengo que analizar la actualidad, la verdad es que no puedo hacer el mismo análisis. Los telediarios (y no hago distinción con ninguno) se han convertido en nada más y nada menos que una molestia para mí. Intentaré explicároslo.

Si dijera que la TV de antes informaba objetivamente y que la TV de ahora manipula y adoctrina estaría mintiendo y siendo preso de mis propios sesgos. A pesar de eso, sí que me da la sensación de que la sofisticación del mundo en general, la saturación de información en la que vivimos, han hecho que los telediarios tengan que tomar estrategias más agresivas para captar y tener a su audiencia. No nos engañemos, si yo trabajara como jefe de redacción o encargado editorial de un telediario, supongo que tendría que sumarme a esta desafortunada tendencia. Pero en realidad, creo que el problema va más allá.

El problema no es que cada vez los telediarios sean más alarmistas y tengan que competir incurriendo en estrategias más o menos honestas para captar nuestra atención. El problema es que (o como mínimo yo lo veo así) creo que hay una cierta agenda oculta que pretende modelar nuestra conducta, nuestros valores y en última instancia legitimar ciertas políticas. Supongo que estaréis pensando que me he tomado alguna droga o que he estado viendo demasiados vídeos de YouTube trasnochados. Así que intentaré explicároslo mejor.

Si uno ve el telediario (y por “telediario” me refiero a cualquier telediario), podemos ver que “sorprendentemente” todos dicen prácticamente lo mismo. Si vemos el enfoque global sobre política nacional, sucesos, política internacional, deportes… vemos que las noticias que se cubren son las mismas y que (y esto es lo que da más miedo) el enfoque editorial es prácticamente el mismo. Insto a cualquier de los lectores a que encuentre un telediario que no hable sobre violencia de género, cuotas de la mujer en sectores profesionales, políticos, pactos entre políticos, nuevas leyes, nuevas subvenciones, nuevas quejas de lobbies o sindicatos…

Cuando veo las noticias (e, insisto, las de cualquier cadena televisiva) siempre me viene a la mente la misma pregunta: “¿Dónde queda la sociedad civil?”. ¿Qué ha pasado con las noticias? ¿No deberían contarnos hechos noticiables? A estas alturas, no creo que los telediarios estén especialmente interesados en informar ya que creo que la mayoría del periodismo actual está basado en la que yo llamo, la politicofilia.

La politicofilia o síndrome de Estocolmo estatal es esa tesis en la que (casi como diría Mussolini) no hay nada que quede fuera del Estado. O, en este caso, no hay nada que quede fuera de una visión de la realidad hecha desde un prisma político. Si nos fijamos en los telediarios (sobre todo durante los primeros minutos) vemos que la mayoría de noticias tratan sobre políticos, sobre nuevas medidas estatales, sobre sucesos vistos o narrados por un político… Es decir, que intentan enseñarnos la realidad bajo el siguiente mantra: los políticos mueven la sociedad y son ellos los que dictaminan el devenir de esta.

Os animo a mirar los telediarios mientras os hacéis esta pregunta: ¿qué relación tiene esta noticia con un político o con el Estado? ¿Hay alguna conexión económica, ideológica o incluso propagandística? Veréis que solo no se habla de política cuando nos hablan de meteorología (y a veces ni eso). La verdad es que a uno le termina pareciendo más honesto Sálvame Deluxe, ya que no pretenden esconder que se trata de un programa basado en el salseo, el chismorreo, en el que no se habla de nada realmente noticiable.

Ante esta situación (recordad que os he dicho que siempre me ha gustado comer mientras veo la TV), he tomado la decisión de no ver nunca más los telediarios. Por contra, la decisión que he tomado es la de ver el programa del conocido cocinero y presentador Karlos Arguiñano (de 14:30 a 15:00 en la cadena Nova). La verdad es que al inicio tomé esa decisión por despecho o por falta de alternativas, pero creo fervientemente que su programa tiene una serie de valores que nunca antes había tomado en consideración.

Como ya sabéis, Karlos Arguiñano es un cocinero y presentador que nos explica recetas fáciles para toda la familia desde hace 30 años. Karlos es muy reconocido por su estilo relajado y dicharachero, aparte de ser un gran cocinero que crea y explica recetas con maestría.

El caso es que lo que destaco de su programa y de su figura no son las recetas en sí, sino sus comentarios sobre la realidad y la actualidad. Normalmente, mientras está haciendo un ejercicio mecánico (pelar patatas o cortar una cebolla), Karlos se pone a hablar sobre la actualidad y la verdad es que me he dado cuenta de que se puede aprender mucho de Arguiñano. Mucho más que mirando el telediario, claro.

Antes que nada, me gustaría destacar que Arguiñano es un emprendedor: hace muchísimos años que es una estrella televisiva, tiene su propia productora audiovisual, tiene varios restaurantes, una escuela de formación culinaria, patrocina proyectos relacionados con el motociclismo y escribe libros sobre cocina, entre otros proyectos. Por otra parte, veo que, siempre que tiene la ocasión, aprovecha para recomendar restaurantes que le han gustado, siempre homenajea a los que ya no están entre nosotros, recomienda tiendas, proveedores de calidad… Es decir, que se nota que es una persona con un carácter afable y desinteresado.

También me gustaría destacar que su programa va, sin duda, más allá de las recetas que explica día tras día. Podemos ver que gente de diferentes sitios de España le manda vídeos pidiendo que Karlos haga alguna receta regional (lo que le da visibilidad a esa región y ayuda a que los españoles nos conozcamos un poco más). También nos da consejos de nutrición, de gestión familiar, nos cuenta chistes, nos enseña (lógicamente) a cocinar, a hacer felices a los que nos rodean… Y finalmente (aunque aparentemente con su atuendo nadie le vaya a tomar en serio), me gusta cómo describe la situación política actual, ya que siempre critica muy finamente a todos los políticos. Los describe como a inoperantes egoístas que al fin y al cabo estorban más que otra cosa.

En conclusión, Karlos Arguiñano es uno de los míos. Es una persona con un pasado humilde, que basa su vida en aportar valor a los demás, en compartir su pasión y en intentar hacer pasar un buen rato a espectadores como yo. Si tengo que elegir entre la politicofilia de los telediarios, en las que la propaganda, el alarmismo y la ingeniería social hacen que me siente mal la comida y un programa en el que una persona normal y corriente intenta enseñarme una habilidad y me hace pasar un buen rato, tengo clarísimo por quién me decanto. Desconectemos del Matrix dándole la espalda a la politicofilia y apoyando a personas dedicadas a dar valor a los demás, como es el caso de Arguiñano.

4 Comentarios

  1. Ignasi, totalmente
    Ignasi, totalmente identificado contigo. Una sugerencia: emiten «Los Simpson» en la misma franja horaria. Sustitutivo fiable y enriquecedor. Por el bien de mi salud mental.

  2. A mí Arguiñano me parece
    A mí Arguiñano me parece entrañable. A veces conjuga el verbo soler (un defectivo) como si fuera regular, diciendo «yo he solido ir mucho por ahí». Me recuerda a una compañera de Universidad que era oriunda de Estella, la cual jamás decía hola, sino aupa. Mañana, tarde o noche era siempre lo mismo: aupa.
    Entrañable.

    Hay que estar informado. Por lo tanto, no hay que ver los informativos. A eso ha llegado la cosa, y no digo más.

    • Interesante comentario
      Interesante comentario

  3. Totalmente de acuerdo
    Totalmente de acuerdo respecto a los telediarios. Manipulados y manipuladores de la sociedad al servicio de los políticos. Afortunadamente hay otros medios para informarse.


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