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Comercio y consumismo desmedido

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El columnista de «Canarias7» Rafael Álvarez Gil dice en un artículo lo siguiente: «Detesto la expresión marca España. Ningún país es una marca. Además, dicha denominación cobija ese afán por comercializarlo todo. Cualquier cosa se convierte en un producto».

El comercio es la base de la cooperación social y la prosperidad. Cuando las personas intercambian bienes y servicios libremente, es decir, comercian, no están haciendo otra cosa que cooperar. Aquellos que son contrarios al comercio son realmente enemigos de la libertad. Es fácil de comprobar. Si nos diéramos una vuelta por la tiranía comunista de Corea del Norte veríamos cómo el libre comercio está totalmente prohibido.

Desprecio de los consumidores…

Por ello, cuando el señor Álvarez Gil critica el «afán por comercializarlo todo», lo que realmente está mostrando es un desprecio absoluto a la libertad de las personas. Por si esto fuera poco, añade que nuestra patria está «malograda por los excesos, el consumismo desmedido y las bajas pasiones tras siglos endomingados haciendo gala de ser la cuna del virtuosismo y la puridad ignaciana».

El consumismo ni es desmedido ni irracional. El ser humano no es un salvaje consumidor, si fuera así, estaríamos todavía viviendo en las cavernas y no habríamos alcanzado el nivel de vida actual en muchos lugares del planeta. No existirían hospitales, carreteras, ordenadores… ni se hubiese creado nada, dado que todo se habría consumido. Pero la realidad es otra, las sociedades desarrolladas no son consumistas, sino que son creativas y capitalistas, y por eso son ricas.

… y de la libertad

Por ello, lo que, aparentemente, lamenta este columnista, al igual que muchos de la flor y nata de los ilustrados canarios, no es el consumo, sino la libertad y la riqueza, pues cuando habla en estos términos lo que está realmente diciendo es que somos unos insensatos y que él sabe qué nos conviene, es decir, el socialismo. Es en los países socialistas precisamente donde el consumo es casi inexistente, puesto que no hay nada que consumir porque son pobres. Qué casualidad que el libre comercio esté también prohibido en ellos.

Por cierto, la gente no sólo piensa en ir endomingado y se cree la cuna del virtuosismo y la puridad. No sé con qué tipo de personas se relaciona usted. Además, ¿qué tiene de malo ir bien vestido y arreglado? No obstante, en algo tiene razón, nuestro país ha pecado y peca de excesos, precisamente de los que suele defender en su columna: de gasto público.

Por último, tengo dos malas noticias que darle: sus artículos son un «producto» que se «comercializa y consume» y usted mismo es una marca que aspira previsiblemente a ser comercializada.

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