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Empresa y política

Publicado en Libertad Digital

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Como la posición de este periódico respecto al ataque "retranqueado" contra un famoso empresario murciano ya ha quedado suficiente y, he decirlo, brillantemente fijada por su Director junto al más destacado de nuestros columnistas (tranquilo Abarca, tus amigos prometemos ir a visitarte a la cheka), no es cuestión de echar albarda sobre albarda, por lo que sólo añadiré que aunque el socialismo es la principal expresión política del defecto de la envidia, lo cierto es que los sociatas murcianos a veces exageran.

Solo bajo un sistema de coacción estatal generalizado, como ocurre en las socialdemocracias europeas, los empresarios están permanentemente bajo sospecha. Los creadores de riqueza, los espíritus emprendedores capaces de ver una oportunidad de negocio que para los demás pasa inadvertida, con talento y decisión para llevarla a cabo jugándose su patrimonio, son los que hacen prosperar a las sociedades, no quienes las explotan; para eso ya está la clase política.

El empresario de éxito debería cultivar, en palabras de Ayn Rand, "la sana virtud del egoismo". Ni tiene que perdón a la sociedad por ser rico, ni dedicar parte del dinero honradamente ganado a la filantropía o la solidaridad para devolverle una parte, porque nada le debe. Al contrario, es tanto el desprecio que se proyecta hacia su figura desde los centros de enseñanza, las tribunas académicas, los foros políticos o los medios de comunicación, que lo justo es que nos pagara con la misma moneda. La escolástica progre, tan enraizada en el mundo del pensamiento y en el ambiente cultural, sigue señalando al empresario como un vulgar explotador, pero esa acusación pertenece al ámbito de la teología marxista, no al de las relaciones económicas en un sistema de libre mercado.

Si alguien incumple una ley, ahí están los jueces para que lo sancionen en su caso. Mientras tanto a callar y a ver si entre todos aprendemos algo de los paisanos que triunfan. Igual así empieza a mejorar esta puñetera región.

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