La imagen pública de la industria farmacéutica es pésima pese a que sus servicios y productos no sólo mejoran la calidad de vida de muchos millones de personas, sino que
Su objetivo no declarado consistía en "cartelizar las fuentes de nuevo capital, y dirigir las nuevas ofertas de ahorro a empresas lo suficientemente grandes" y "congelar a las más pequeñas"