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Antonio Banderas, Hugo Chávez y los mercados

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La semana pasada leía con cierto asombro algunos de los titulares que había dejado la reciente entrevista de la periodista Ana Pastor al actor español Antonio Banderas. En ella, además de tratar temas profesionales y personales, Ana Pastor no desaprovecha la oportunidad de preguntar a Banderas sobre cómo ve la situación en nuestro país. Banderas empieza a tirar de topicazos del tipo "nos gobiernan los mercados" hasta que se lanza a hablar de temas económicos y acaba, ni corto ni perezoso, alabando la política económica del difunto Hugo Chávez. Para hacernos una idea de su discurso, transcribo la parte más "jugosa" de la entrevista:

Antonio Banderas: "Uno tiene la sensación últimamente de que quizás, en el mundo entero, no estamos siendo gobernados por las personas a las que hemos votado".

Ana Pastor: "¿Por encima de eso hay algo más?".

Antonio Banderas: "Por supuesto".

Ana Pastor: "¿Los mercados?".

Antonio Banderas: "Los mercados, los lobbies, las corporaciones… Allí hay mucho jaleo y hay gente, además, que no tiene que poner la cara para responsabilizarse de las cosas que pasan después en los gobiernos, o en los países".

Ana Pastor: "Bueno, pero también lo consienten, ¿no? Forman parte del sistema, de la inercia de la que tú hablabas. ¿Cómo te saltas de esa inercia? ¿Cómo la rompes?".

Antonio Banderas: "Tú la puedes romper como la rompió Chávez en su momento. ¡Eh! Tú dices: ´Se ha acabao el tema y ahora yo agarro todas estas corporaciones, las nacionalizo’. ¡Claro!, pero ¿es que dónde está otra salida? En una época en la que nos tenemos que plantear que quizá estemos viviendo una época postdemocrática".

No es nuevo que actores y demás personalidades del mundo del espectáculo den su opinión acerca de cuestiones políticas y económicas. En nuestro país, la industria del cine siempre ha mostrado su apoyo público a partidos de izquierdas (quiero creer que no necesariamente por las mayores subvenciones que reciben de los mismos cuando gobiernan) y ha hecho lo contrario con el PP. Sonada fue la edición de 2003 de los premios Goya, en la que una mayoría de actores portó chapas con el eslogan de "No a la guerra." Pero una cosa es oponerse a una guerra (a las que los liberales siempre nos oponemos) y otra bien distinta defender a un régimen liberticida como el de Hugo Chávez. Antonio Banderas es absolutamente libre de decir lo que le venga en gana -faltaría más- acerca de cuestiones económicas. Otra cosa bien distinta es que, en el momento en que ponga como ejemplo una política económica tan sumamente empobrecedora y dañina para los más desfavorecidos como la que se viene implantando en Venezuela desde que Hugo Chávez fuese elegido presidente -y que continúa Nicolás Maduro tras su muerte-, deba ser replicado para que sea consciente de su terrible error e incongruencia fruto de un profundo desconocimiento económico.

El cliché de que nos gobiernan los mercados está a la orden del día y a Banderas no se le olvida mencionarlo. Esta terrible crisis económica que padecemos, provocada por el intervencionismo estatal y los privilegios otorgados a la banca, ha enseñado a más de uno el mecanismo de financiación de los déficits públicos en los que suelen incurrir los gobiernos de todo signo político. No contentos con esquilmar a toda la población con cerca de la mitad de sus rentas, los Estados se ven incapaces de cuadrar sus cuentas, a diferencia del común de los mortales que no tienen más remedio que hacerlo. Por ese motivo, los gobiernos se ven obligados a emitir deuda para hacer frente a esos abultados déficits y, lamentablemente para ellos, tienen que ofrecer un interés a cambio. La preferencia temporal, la inflación y el riesgo determinan ese interés. Como es lógico, en los últimos años los inversores han aumentado su escepticismo sobre la solvencia de algunos países y eso ha provocado que exijan un mayor interés, es decir, una mayor prima de riesgo para financiar a los Estados emisores de deuda. También les han alentado a reducir sus déficits públicos para seguir comprando su deuda, ya que de lo contrario dejarían de hacerlo. Hasta aquí todo parece razonable. Pero para Banderas, en un burdo ejercicio de demagogia, todo lo anteriormente expuesto equivale a que "no estamos siendo gobernados por las personas que hemos elegido" sino "por los mercados." Cuantas más deudas contrae alguien, menos libertad tiene y viceversa. ¡Bienvenido al mundo Antonio!

Puede sorprender a muchos que, una persona que se beneficia enormemente de la bondades del libre mercado, como es el caso de Antonio Banderas, quiera para el resto del mundo un modelo económico como el que los venezolanos llevan años padeciendo. Vamos a enumerar algunos de esos puntos. En primer lugar, Banderas debe comprender que, sólo un sistema económico libre y con un alto grado de especialización del trabajo como el de la industria cinematográfica en Estados Unidos permite que, un actor pueda llegar a recibir un salario de hasta $20 millones de dólares por una película grabada en cuatro (duros) meses de trabajo. Sólo en un mercado libre es rentable pagar sumas tan grandes de dinero para contratar a estrellas de Hollywood por un trabajo de interpretación. Las productoras saben que si contratan a un actor famoso y con buenas dotes de interpretación harán una taquilla que permita, si se logra hacer un buen producto, cubrir los costes de la película y su comercialización y ganar unos jugosos beneficios. La meritocracia imperante en Hollywood, que permite a los mejores llegar a los más alto, también precisa de mercados libres y no intervenidos. Las posibilidades que tienen los consumidores en Estados Unidos frente a un país como Venezuela son como la noche y el día. Si en un mismo supermercado un consumidor puede elegir en Estados Unidos entre más de 50 tipos de papel higiénico, en Venezuela tienen serias dificultades para abastecer a la población con un sólo tipo de papel. La libertad de la que goza Banderas para mover con libertad sus capitales es otro lujo que los venezolanos no tienen. En el momento en el que una moneda pierde muy rápido su valor, los usuarios de la misma intentan desprenderse de ella a toda costa, lo que acelera aún más su depreciación. Esto acaba llevando a un repudio generalizado de la moneda, lo que supone su colapso. Para evitar que esto suceda, al menos en el corto plazo, la solución estatista que está implantando Venezuela es imponer controles de cambios, impidiendo que se cambien las monedas de forma libre. De nuevo Banderas tiene una libertad que los venezolanos no tienen.

En segundo lugar, conviene repasar los problemas y las dificultades a las que se enfrentan los venezolanos por culpa del sistema económico fuertemente intervenido que impera en Venezuela para hacerle ver a Antonio Banderas que aquello que alaba no hace sino empobrecer a la mayoría. Para empezar, es importante recordar que la inflación es un impuesto silencioso que disminuye el valor de una moneda. Precisamente son las rentas más bajas aquellas a las que más castiga una inflación alta, ya que son el grupo social más indefenso y con menos recursos para protegerse de la misma. Mientras que las clases más altas tienen activos reales como viviendas, negocios y demás activos, los pobres sólo tienen su sueldo, que sufre el cruel ataque inflacionista. La inflación en Venezuela se encuentra actualmente por encima del 50% y algunos comerciantes que "osan" subir precios están siendo encarcelados acusados de "especular". No contentos con destruir el valor de la moneda de curso forzoso que el Gobierno controla, se atreven a encarcelar a los comerciantes que suben los precios para no sufrir pérdidas. El patrimonio del que goza Antonio Banderas se vería seriamente en peligro en un escenario de fuerte inflación como padece Venezuela. Además, su condición de millonario, le haría ser un perseguido de la Hacienda venezolana, ya que la riqueza es vista como el fiel reflejo de una conducta criminal. Sin entrar en cuestiones de libertades individuales, como la libertad de prensa, expresión y asociación, que están siendo violadas sistemáticamente en Venezuela y de las que Banderas sí goza, es terrible también el daño que hace el gobierno al nacionalizar industrias, medida que específicamente Banderas alaba en la entrevista con Ana Pastor. La nacionalización de empresas en una economía es una de las medidas económicas que más puede ahuyentar a inversores extranjeros para invertir en un país y garantiza que la actividad económica de la futura empresa nacionalizada será infinitamente más improductiva y costosa que la que tenía en manos privadas. Otro de los problemas de las medidas económicas implantadas en Venezuela se refiere a los controles de precios. Cuando el socialismo monetario dispara la inflación, los gobiernos se lanzan torpemente a implantar precios máximos en algunos de los productos de primera necesidad que tienen un importante peso en el cálculo de la cesta de la compra. Esto lo único que acaba provocando es escasez de productos, lo que termina derivando en un racionamiento de los mismos. Tal ha sido el desastre en Venezuela en este sentido, que el gobierno tuvo que vender petróleo para comprar 50 millones de rollos de papel higiénico para la población. El problema es que esa medida no daba para más que dos rollos por persona durante una semana. Es de sobra conocida la costumbre en Cuba de utilizar el periódico oficial Granma para estos mismos menesteres por motivos similares.

Como decía el economista Murray Rothbard: "No es un crimen ser un ignorante en ciencia económica, que es, después de todo, una disciplina especializada, además considerada por la mayor parte de la gente como una ciencia lamentable. Pero sí es totalmente irresponsable tener una opinión radical y vociferante en temas económicos mientras que se está en ese estado de ignorancia". Es muy peligroso pregonar determinadas recetas económicas desde una posición de ignorancia. También resulta un tanto hipócrita hacerlo desde una posición económica tan privilegiada y alejada de los dramas inflacionistas, de controles de cambios, de precios y de nacionalizaciones empresariales como la de Antonio Banderas. Por todo ello, Banderas debería hacer lo que mejor sabe hacer: interpretar y producir películas. Mientras siga sin haber leído al menos un buen par de libros de Economía, seguirá haciendo torpes y peligrosamente empobrecedoras recomendaciones económicas. Le animo a empezar por La Economía en una lección de Henry Hazlitt y Economía Básica de Thomas Sowell.

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