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¿Las energías renovables son el futuro?

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Quién no ha oído la célebre frase: "las renovables son el futuro de la humanidad". Ciertamente, debe de ser el enunciado más utilizado y gastado de la última década. Pese a ello, si hay una cosa cierta es que las energías renovables no son el presente ni tampoco deberían serlo.

Si nos fijamos en las cotizaciones de las principales empresas relacionadas con la energía renovable constatamos que se han desplomado y perdido alrededor de un 95% de su valor (Gamesa, Solaria), que no es una pequeña fluctuación pasajera. Los mercados no creen que el futuro de las renovables sea precisamente esplendoroso. Sus valores deberían revalorizarse alrededor de 1500-2000% para pensar en una posible recuperación, lo que indica que quien invirtió su dinero con la alegre convicción de que las renovables eran el futuro lo ha perdido todo. Simplemente.

Pero no hacía ninguna falta recurrir al mercado bursátil para prever la evolución o el posible rumbo de las renovables. Una buena teoría económica descuenta un evento o situación mucho antes que la bolsa.

Y es que las renovables ya nacieron con fecha de caducidad desde el momento en que los gobiernos de turno empezaron a jugar a ser empresarios, cuando sólo pueden aspirar a ser adivinos. Cuando esto ocurre, y lamentablemente sucede a diario, los recursos se asignan ineficientemente generando escasez y aumento de costes.

De la teoría económica sabemos que son los empresarios, y no los políticos, los que deben descubrir qué negocios son los posibles, viables, sostenibles y eficientes.

Los seres humanos interactúan en el mercado movidos por sus objetivos, gustos y valoraciones subjetivas, y estas interacciones (básicamente intercambios de propiedad) se plasman en precios monetarios. Ésta es la forma de transmitir la información que utilizarán los empresarios para ajustar y coordinar los planes contradictorios de los individuos.

Este conocimiento relevante transmitido y necesario para ejercer la función empresarial es subjetivo, disperso en la mente de todos los hombres y tácito, no articulable. Como hemos dicho, sólo transmisible a través del sistema de precios.

Con el sistema de precios los empresarios tiendan a descubrir la información práctica y relevante para, actuando con el beneficio como incentivo, discriminar entre las distintas alternativas de inversión que tienen en mente, centrándose en las que son viables y que proporcionarán más beneficios y valor a la sociedad. Solamente mediante este mecanismo se puede determinar si un determinado negocio es real, viable y sostenible.

Con esto queremos decir que es posible que las renovables sean un negocio adecuado y rentable en un futuro, quién sabe, pero eso no se determinará por procesos políticos sino mediante los procesos de mercado antes expuestos. Sólo de esta manera se puede generar riqueza real y optimizar eficientemente los recursos escasos que disponemos.

Veamos ahora lo que se ha conseguido por procedimiento políticos, es decir, sin tener en cuenta la demanda de la sociedad ni la escasez de los factores productivos.

En 2002 España tenía una de las facturas eléctricas para la industria más baratas de Europa, unos 50€/MWh. Desde entonces el coste de la electricidad ha aumentado más de un 100% para las empresas y un 85% para las familias. Todo ello debido a decisiones políticas que han acabado siendo ruinosas.

El gobierno de Aznar mediante el decreto 436/2004 incentivó la instalación y el uso de las energías renovables que los distribuidores estaban obligados a comprar. Los costes aumentaron notablemente, quedando muy por encima de los ingresos del sistema (lo que pagamos los consumidores básicamente). Como el gobierno no repercutió esos costes en los precios de la electricidad en su momento (por su previsible impopularidad), se generó el llamado "déficit de tarifa". Los déficits tarifarios que se han generado hasta 2013 han supuesto una deuda equivalente al 3% del PIB (30.000 millones de euros). Ya para 2013, Unesa calcula que la tarifa eléctrica será deficitaria en otros 5.000-5.600 millones.

Como las deudas hay que pagarlas y el déficit devolverlo a las eléctricas, veremos como los precios de la electricidad y los impuestos van a aumentar indudablemente.

Así, el gobierno actual aprobó siete impuestos en lo que a energía se refiere para solucionar el déficit de tarifa: céntimo verde al gas natural, céntimo verde al carbón, céntimo verde al fuel oil, impuesto a la generación de residuos nucleares, impuesto al almacenamiento de residuos nucleares, canon hidráulico, y un impuesto del 6% a la producción eléctrica (que parece que ahora se elevará al 7%).

En cuanto a producción eléctrica, las energías eólica, solar e hidráulica, que representaron casi el 50% de nuestro sistema eléctrico en 2011, sólo generaron el 30% de la electricidad que consumimos. En el caso de la energía nuclear, con sólo un 8% de potencia instalada generó más del 20% de la electricidad consumida. No es lo mismo potencia instalada que energía eléctrica producida.

Los datos son incuestionables: las energías renovables son caras e ineficientes. Actuar con lógica económica y sentido común debería llevar a sustituir las centrales poco rentables por las centrales más rentables. Eso sería así si los gobiernos no interviniesen en los costes reales.

Pero, y aquí está el problema, los gobiernos no se movieron por la lógica económica sino motivos político-ideológicos que les llevaron a beneficiar arbitrariamente a unas energías con respecto al resto. Todo ello con el objetivo de ser el país líder en energías renovables y ser unos referentes en cuanto a tecnología e industria. Y posiblemente eso pueda ocurrir en un futuro, pero no vendrá de la mano de un político sino de una legión de empresarios, tal y como hemos detallado anteriormente.

Ahora nos damos cuenta que estas convicciones eran mera esperanza que no estaba basada en ningún proceso ni estudio económico real. Además incumple la Ley 54/1997 que regula el sector eléctrico, que indica claramente que "la presente Ley tiene como fin básico establecer la regulación del sector eléctrico, con el triple y tradicional objetivo de garantizar el suministro eléctrico, garantizar la calidad de dicho suministro y garantizar que se realice al menor coste posible…".

Las consecuencias han sido notablemente desastrosas, y más teniendo en cuenta que afecta al factor productivo principal, la energía, por lo que las empresas son y serán menos competitivas hoy y en futuro. Lo cual no es una gran medida que ayude a salir de la crisis y a disminuir el 26% de desempleo que existe actualmente.

En 2012 el gobierno del Rajoy no tuvo más remedio que suspender temporalmente las concesiones de primas a la mayoría de las renovables. Muy a su pesar, como él mismo expresó. Sin embargo, la medida es insuficiente y deberían eliminar el principal problema si se quiere revertir la situación energética actual: suprimir las primas a las energías de régimen especial que suponen más de un 20% del total de costes del sistema.

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