Más allá de la banalidad del mal
Vivimos en un mundo descreído, con dioses creados a merced de los que mandan. Los demás somos borregos, atontados y cobardes, incapaces de mirar y confrontar. Y mientras desde pequeños nos imbuyan de planteamientos aberrantes, o de simple relativismo moral, escenas como las de Eichmann o Siria seguirán apareciendo, cada vez con más asiduidad.