Por Stephen Evans. El artículo El rezo cristiano obligatorio no tiene cabida en la educación moderna fue publicado originalmente en CapX.
La reciente sentencia del Tribunal Supremo, que confirma la decisión de la Michaela Community School de restringir los rituales de oración de los alumnos musulmanes, pone en tela de juicio la obligación legal de todas las escuelas de ofrecer un culto cristiano. La ley que obliga a todas las escuelas públicas inglesas a celebrar actos colectivos diarios de culto «ampliamente cristiano» está en vigor desde hace 80 años. Existen leyes similares en Gales, Irlanda del Norte y Escocia. Debería ser obvio para todos que estas leyes arcaicas deben ser eliminadas.
A los responsables de la gestión de las escuelas les gustaría ver abolida la ley. Una nueva encuesta encargada por la National Secular Society ha revelado que más de dos de cada tres directores de escuelas públicas no apoyan una ley que exige actos diarios de culto colectivo en la escuela. Un notable 70% de los directores no está de acuerdo con una ley que están obligados a respetar.
Una norma que no se cumple
Esto probablemente explica la alta tasa de incumplimiento. En otra encuesta realizada por Teacher Tapp en 2022 a más de 7.600 profesores de centros públicos de Inglaterra, el 66% afirmó no celebrar actos de culto colectivo a diario. Entre las escuelas no religiosas, esta cifra se eleva al 79%, y al 84% entre las escuelas secundarias.
El incumplimiento no es nada nuevo. En 1994, el entonces Secretario de Educación, John Patten, lamentó «con profunda preocupación» que el culto no se celebrara «con la frecuencia requerida». Patten publicó unas directrices para remediar la situación, que describió como un posible «punto de inflexión en la vida espiritual del país».
Las directrices definen el culto como «la reverencia o veneración a un ser o poder divino» y aclaran la posición jurídica de que el culto debe ser «ampliamente cristiano». Decía que «la simple asistencia pasiva» no era suficiente; la ley dice que los niños deben «participar».
Esta orientación casi teocrática, que sigue vigente, fue controvertida en su momento. La Association of Teachers and Lecturers (Asociación de Profesores y Conferenciantes) se preguntó por qué «se utilizaban las directrices para promulgar las predilecciones personales de los ministros». El sindicato NASUWT acusó al Gobierno de «imponer el cristianismo a todos los alumnos».
La predicción de John Patten de un «punto de inflexión espiritual» resultó ser una mera ilusión. La creencia y la práctica cristianas siguieron disminuyendo. El cristianismo es ahora una religión minoritaria, con sólo un 0,9% de la población que acude a los servicios anglicanos un domingo normal. En este contexto, la ley parece más absurda que nunca.
Imponerse al criterio de los padres
Cuando se impone el culto, se usurpan los derechos de los padres y se socava la libertad de los niños para desarrollar sus propias creencias. La Ley de Igualdad debería haber puesto fin a la imposición del culto en 2010. Pero en lugar de que la Ley protegiera a los niños de ser presionados para rezar o participar en actividades religiosas, las iglesias obtuvieron exenciones legales, permitiendo que el culto continuara.
El comité de derechos del niño de la ONU comenzó a pedir al Reino Unido que aboliera el culto obligatorio en las escuelas en 2016. Pero como suele ocurrir cuando la religión y los derechos de los niños chocan, el Gobierno ha decidido que los derechos de los niños son secundarios frente a los intereses religiosos creados. Para un país al que le gusta considerarse un faro de la libertad de religión o creencia, las leyes que obligan al culto son un grave punto ciego.
Los laicistas que han planteado esta cuestión a funcionarios del Gobierno durante muchos años se han encontrado con una intransigencia total. Más recientemente, el ministro responsable de las escuelas religiosas respondió a nuestras pruebas de incumplimiento diciendo: «A pesar de los resultados de la encuesta, mantengo que el culto colectivo es una parte importante de la vida escolar». Es como tratar con el dueño de la tienda de animales en el sketch del loro muerto de Monty Python.
Derecho de revocación (pin parental)
Los sucesivos ministros de Educación han insistido en que la ley es flexible, pero a las escuelas que desean sustituir el culto colectivo por asambleas laicas se les ha dicho que no pueden. Las escuelas pueden solicitar determinaciones para cambiar la naturaleza del culto, y cada vez lo hacen más, pero el Gobierno dice que «no es permisible que se conceda una exención» para sustituir el culto colectivo por «asambleas no religiosas».
Existe el derecho paterno de revocación, pero pocos padres desean ejercer un derecho que avergüenza a sus hijos al señalarlos como diferentes. Sólo los alumnos mayores de 16 años pueden retirarse.
El próximo gobierno tiene que sacar la cabeza de la arena y considerar seriamente cómo nuestras escuelas pueden promover mejor la cohesión social y una visión de ciudadanía igualitaria y compartida en una democracia liberal. Un modelo educativo laico e inclusivo es el más justo y apropiado para una población con diversidad religiosa.
La obligación legal de que las escuelas impartan culto no es propia del siglo XXI. Reunir a la comunidad escolar en asambleas periódicas puede ser útil para transmitir valores sociales compartidos y considerar cuestiones morales. Pero obligar a las escuelas a celebrar actos de culto religioso no es útil ni deseable para lograr estos objetivos. Esta ley fosilizada no tiene base moral ni educativa. Los profesores no la apoyan y muchas escuelas la desobedecen. Es hora de que los legisladores reconozcan el carácter de letra muerta de esta legislación obsoleta y la deroguen.
Pin parental y libertad de los menores. (Juan Ramón Rallo).
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