7 de noviembre de 2017
Dentro de un par de años vivamos en plena revolución de la conducción autónoma.
Dentro de un par de años vivamos en plena revolución de la conducción autónoma.
No es veraz la afirmación de Trump, y destila nacionalismo económico.
La clave está en comprender que la prosperidad llega como consecuencia de la extensión de las libertades individuales y los derechos de propiedad.
El problema de la riqueza en el mundo no es su mala distribución, sino que sigue habiendo todavía mucha gente muy pobre.
Desaparecerán algunos empleos, pero esta revolución creará otros nuevos.
La salida de Cataluña de España y de la Unión Europea no solventaría el déficit fiscal, sino que lo agravaría.
Bajo la mirada cómplice de las autoridades, los militares manejan a su antojo las mafias del comercio y los servicios.
No extraña que organizaciones ecologistas de extrema izquierda hagan frente común con asociaciones empresariales de hostelería y hoteleras.
El discurso antiimperialista encubre un sentimiento de frustración e impotencia que algunos sienten al ver el éxito ajeno.
Todas las CCAA producen más bienes y servicios para vendérselos al resto de españoles que para enajenarlos entre la población de esa autonomía.