Las crisis no son por sí mismas malas. Tanto desde el punto de vista social como personal, deberían servir para deshacernos de todo aquello que se ha mostrado inútil, ineficiente
Hay una constante con las revoluciones callejeras, siempre se sabe como empiezan pero nunca como terminan. La Revolución Francesa, por ejemplo, cuyos paladines aspiraban a abolir el absolutismo monárquico,