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La universalidad de las normas éticas

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Las normas éticas sirven para regular las acciones de los seres humanos, especialmente respecto a sus efectos sobre otras personas. Una de sus características fundamentales es que son universales, válidas para cualquier sujeto ético en cualquier instante y lugar. Algunas normas pueden referirse sólo al agente y a la acción (prohibido fumar), pero son mucho más completas e interesantes las normas que también explicitan a los sujetos receptores de los efectos de la acción.

Algunos intentos de universalización se refieren solamente a los agentes: que todo el mundo utilice las mismas normas de conducta. La universalidad es parcial o incompleta, ya que el contenido de las normas distingue y discrimina diversos grupos particulares de personas receptoras de las diversas acciones (todo el mundo está obligado a ayudar a los necesitados, está prohibido maltratar a las mujeres).

Universalidad de causantes y receptores

La universalidad completa se refiere no solamente a los agentes causantes de las acciones reguladas, sino también a los receptores (beneficiarios o perjudicados) de los efectos de dichas acciones. Las normas valen para todos respecto a todos, y esto implica que los enunciados de las normas sólo puedan referirse a cada ser humano en abstracto, independientemente de sus características particulares que le encuadrarían en algún grupo subconjunto de la humanidad (sea de forma más estable, como ser negro, o más circunstancial, como estar enfermo).

La universalidad también significa que la norma debe cumplirse en todo momento y lugar; si se ordena alguna acción, esta no puede dejar de realizarse, y si se ordena respecto a una persona, se ordena respecto a todas las personas. Por eso no tienen sentido los deberes naturales, el obligar a hacer algo, porque es imposible realizar acciones constantes sobre todo el mundo. Las prohibiciones naturales sí tienen sentido y son posibles: es factible no agredir nunca a nadie, basta con no hacer nada.

Poderosos y débiles

Si las normas no son universales, habrá beneficiados y perjudicados por las mismas. Históricamente, los poderosos suelen imponerse sobre los débiles y exigir normas que los privilegien a costa de los demás. Pretender que las normas beneficien a los débiles a costa de los fuertes es muy ingenuo: ya resulta difícil conseguir que los poderosos acepten normas iguales para todos, y a menudo ocultan su depredación tras normas que presuntamente son por el bien común o en ayuda de los más necesitados.

Los contratos permiten construir normas particulares (no universales), y en concreto constituir grupos con reglas que distingan a los miembros de los no miembros. Pero en los grupos legítimos estas distinciones no otorgan privilegios a los miembros a costa de los no miembros, sino que los miembros negocian relaciones mutuamente beneficiosas entre sí que sólo les obligan a ellos mismos. Algunos grupos especialmente interesantes e importantes adoptan normas de conducta más estrictas para sus miembros no sólo respecto a otros miembros, sino respecto a todo el mundo: su reputación de integridad y fiabilidad es una garantía de confianza que puede fomentar su éxito en las relaciones humanas.

4 Comentarios

  1. gracias, me ayudo mucho tu informe 🙂

    • M hubiese ayudado mucho si había normas éticas cuales eran???

  2. las normas éticas siempre, en todo momento tienen la razón, siempre se puede usar como argumentar que alguna acción es correcta, por ejemplo, si una persona mata a otra para salvarla, entonces que dice la ética, es ta bien salvar a una persona, pero no matar a la otra, hasta que ounto la ética justifica este hecho como malo si la misma se contradice. Hasta que punto podemos confiar en la ética


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