La economía europea se viste de luto. Y no, precisamente, por las turbulencias financieras que azotan con fuerza las bolsas mundiales. Al pasado "lunes negro" se suma ahora un "miércoles verde", cuyos efectos, de cumplirse la estrategia energética mantenida por la UE, serán, sin duda, más perversos y duraderos que cualquier crack bursátil. La Comisión Europea (CE) aprueba hoy su paquete de medidas para la era post Kioto.
La nueva legislación comunitaria en materia de cambio climático y energía amenaza de forma directa los fundamentos del desarrollo económico contemporáneo. Los Estados Miembros se comprometieron en 2007 a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera en un 20% para 2020 con respecto a los niveles de 1990. Asimismo, la UE fijó que el 20% de la energía total para esa fecha proceda de fuentes renovables. Y ello, con el fin de proteger el medio ambiente y combatir el devastador cambio climático que se avecina a causa del calentamiento global.
Sin embargo, el coste de dichas medidas será de dimensiones colosales para el conjunto de la economía europea. La subasta de los derechos de emisión, hasta ahora gratuitos en su mayoría, podría generar un tributo próximo a los 50.000 millones de euros anuales para la industria comunitaria. En concreto, la era post Kioto, paradigma de la eficiencia energética, podría elevar la factura hasta los 120.000 millones de euros al año desde 2013 a 2020, según la propia CE. Y eso, sin contar los efectos colaterales que pudiera conllevar en cuanto a pérdida de competitividad, proteccionismo comercial, destrucción de empleo, masiva deslocalización empresarial y reducción de las importaciones.
En el caso de España, la actual factura del famoso Protocolo internacional, que oscila entre los 4.000 y 7.000 millones de euros entre 2008 y 2012, podría fácilmente llegar a duplicarse en 2020, hasta los 16.000 millones de euros, como mínimo, en apenas ocho años. Pese a ello, desde mi punto de vista, tales cifras se ven reducidas a meras propinas en comparación con las pretensiones políticas y económicas del poderoso lobby ecologista, que tanta capacidad de influencia ha venido demostrando sobre el actual Gobierno español.
No hay más que repasar su ambicioso programa electoral de cara a los comicios del próximo 9 de marzo. Su visión no puede ser más aterradora. He aquí un breve resumen de sus propuestas estrella (a cada cual mejor):
- Elaborar e impulsar una Ley contra el Cambio Climático que establezca una reducción de las emisiones de CO2 con respecto a 1990 del 30% para 2020 y del 80% para 2050.
- Eliminar las subvenciones, directas e indirectas, que favorecen el uso de energías sucias como la energía nuclear y los combustibles fósiles, especialmente el carbón, penalizando su importación.
- Eliminar las ingentes subvenciones, directas e indirectas, a proyectos de I+D en tecnologías que no pueden ser la solución al cambio climático y sin embargo suponen graves riesgos ambientales, como son la captura y almacenamiento de carbono, la fisión nuclear, la fusión nuclear o la transformación de carbón en combustibles líquidos.
- Crear un fondo de adaptación financiado por los impuestos sobre los combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo, que permita desarrollar actuaciones para paliar los impactos del cambio climático.
- Promover una Ley de Energías Renovables para asegurar el cumplimiento de objetivos concretos; reforzar el sistema de primas (es decir, subvenciones), garantizando un retorno definido y estable a las inversiones, que deben ser más atractivas que las inversiones en energía sucia.
- Promover una Ley de Ahorro y Eficiencia Energética que acabe con el derroche de energía, imponiendo niveles obligatorios de eficiencia para el consumo energético de todos los electrodomésticos, edificios y vehículos, y dando prioridad a la gestión de la demanda frente a la generación adicional de energía.
- Desarrollar y aplicar una fiscalidad ecológica que incluya desgravaciones y bonificaciones a las inversiones en energías renovables, especialmente para la energía solar (la más cara, por cierto, puesto que llega a multiplicar por ocho el coste actual de la nuclear).
- Acabar con las distorsiones de mercado que perjudican a las energías renovables y a la gestión de la demanda: es decir, internalizar todos los costes externos sociales y ambientales de los combustibles fósiles y la energía nuclear. Contaminar tiene que salir caro, afirman.
- Aplicar una moratoria de nuevas centrales térmicas a partir de combustibles fósiles y poner en marcha un plan de cierre progresivo pero urgente de las centrales nucleares existentes, en el horizonte de 2015.
- Condicionar y paralizar la construcción de todas las nuevas infraestructuras; impulsar una Ley de Movilidad Sostenible que restrinja el uso excesivo del automóvil, hasta disminuir el tráfico por carretera en un 15% para 2012 respecto a 2006; frenar el crecimiento del tráfico aéreo estabilizándolo a los niveles de 1990.
- Aprobar una tasa ecológica sobre el consumo de carburantes de automoción que financie los Planes de Movilidad Sostenible y un impuesto similar al combustible de los aviones, y adecuar las tarifas a los costes reales que tienen para la sociedad los distintos modos de transporte, priorizando el transporte público colectivo.
- Implantar un sistema por tramos en el impuesto de circulación para los vehículos, en función de los gases de efecto invernadero y gases contaminantes que generen.
- Incrementar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) sobre las viviendas vacías.
- Introducir en el currículum escolar los efectos para el entorno y las sociedades de nuestro modelo consumista, así como fomentar una educación hacia la austeridad (educación para la ecología).
- Reducir y limitar por ley el número de horas y días que pueden abrir las grandes superficies; limitar la publicidad de dietas fuertemente lesivas para la salud y el entorno; aprobar una fiscalidad que incremente las tasas de los productos con mayor impacto social y ambiental; reducir de la publicidad que reciben los ciudadanos.
- Derogar las autorizaciones de las variedades de cultivos transgénicos aprobados hasta la fecha; limitar el consumo doméstico de agua.
- Adecuar en la costa los deslindes del dominio público marítimo-terrestre a las previsiones sobre cambio climático y determinar las zonas previsiblemente inundables, que pasarían a formar parte de la servidumbre de protección (toda la costa mediterránea).
- Apoyar e incentivar el consumo de productos locales y reducir progresivamente y de forma significativa el comercio de bienes procedentes de países lejanos (el resto del mundo).
- Reconocer públicamente la deuda ecológica que España tiene contraída con los países del Sur y condonar la deuda externa de la que nuestro país es acreedor.
- Reformar la Ley de Responsabilidad Ambiental para que sea aplicable a las multinacionales españolas en sus actuaciones en el exterior…
Si ha llegado usted hasta aquí, bienvenido a la "revolución verde". ¡Acaba de entrar en la era preindustrial! La vuelta a las cavernas está cada vez más cerca. No se lo tome a broma, puesto que el camino ya ha sido iniciado. Los ecologistas afirman en el prólogo de su programa lo siguiente:
"El Programa por la Tierra se ha convertido en un referente imprescindible sobre cuál ha de ser el camino para avanzar hacia la sostenibilidad en España […] No cabe duda de que el interés por la defensa del medio ambiente ha avanzado mucho en los últimos cuatro años en España […] Hoy, el grave problema del cambio climático ha pasado a ocupar un lugar preferente en las preocupaciones de la ciudadanía, y también en el debate político español".
Y el colofón: "En esta legislatura que termina se han producido avances legislativos importantes, pero ahora es el momento de llenar de contenido esos conceptos y de plasmar en la realidad lo ya conseguido sobre el papel y dar pasos decididos en muchos campos aún pendientes".
Échense, pues, a temblar…
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