El lema de Hugo Grocio, “Ruit hora” (“¡apura bien el tiempo!”), es algo que sin duda Giancarlo siguió al pie de la letra.
Como ya habrán podido leer en esta web y, por supuesto, estarán viviendo con intensidad todos los amigos de la Marroquín, este mes ha fallecido su anterior Rector, Giancarlo Ibárgüen. Vaya lo primero mi recuerdo más cariñoso a su ejemplar familia, y a toda esa comunidad académica presidida ahora por Gabriel Calzada. Cualquier elogio se queda corto al referirse a Giancarlo, del que por cierto ya les he escrito aquí en alguna otra ocasión a propósito del Sitio Escolástico de la UFM y su entusiasmo por los doctores de Salamanca.
Es por eso que he elegido de título ese motto (o lema) latino que empleaba otro jurista casi contemporáneo a ellos, Hugo Grocio: “Ruit hora”, del estilo a “Tempus fugit” o “Carpe diem”…, que podría traducirse por algo así como: “¡apura bien el tiempo!”. Pienso que es algo que sin duda Giancarlo siguió al pie de la letra, en sus apenas cincuenta y pocos años de vida. No le he conocido tan de cerca como muchos profesores de Guatemala, o compañeros de todo el mundo en esas iniciativas que verán en su biografía (Liberty Fund, la Association of Private Enterprise Education, la Mont Pelerin Society…); pero sí guardo un recuerdo imborrable de algunos encuentros en esos Coloquios por la Libertad, que hasta hace muy poco ha dirigido con maestría Lucy Martínez-Montt, así como del Premio Juan de Mariana que recibió en la Cena de la Libertad el año 2011 en Madrid.
Pienso que habrá sido entonces cuando le escuché esa cita del Quijote, que él mismo utiliza para prologar el libro en homenaje a otro Campeón como fue Manuel Ayau:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Me he referido a Grocio con el recuerdo de esa pasarela que une el Edificio Académico con la Escuela de Negocios de la Marroquín, y que por iniciativa de Giancarlo fue “bautizada” con el nombre de este jurista holandés. Efectivamente, Hugo Grocio tuvo el protagonismo intelectual de acercar el pensamiento de los escolásticos españoles a la cultura centroeuropea del siglo XVII. En un continente fragmentado por las luchas de religión, no tuvo reparos para citar a Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias o Juan de Mariana en algunos de sus textos defendiendo la libertad de comercio y navegación por todo el mundo, como habían escrito aquellos doctores antes que él.
Es por eso que conservo en mi memoria con especial gratitud un viaje con Giancarlo a la Casa Popenoe en Antigua, donde acababan de dibujar en sus paredes las figuras de estos doctores y algunas de sus frases (que también adornan otros paneles en el Campus de Guatemala). Espero que este lugar físico, junto al virtual Sitio Escolástico impulse en las próximas generaciones de alumnos el estudio de todas esas intuiciones seminales del liberalismo que aportó la Escuela de Salamanca.
Y ya que hemos comenzado citando a Cervantes, como estamos celebrando el IV Centenario de su muerte voy a proponerles para terminar (con el permiso del profesor Eric C. Graf) este Soneto que pertenece a los capítulos del Quijote sobre la Historia del cautivo: un soldado español preso en Argel tras la pérdida de La Goleta (1574) y que escribió Cervantes sufriendo el mismo cautiverio hacia 1577:
De entre esta tierra estéril, derribada,
destos terrones por el suelo echados,
las almas santas de tres mil soldados
subieron vivas a mejor morada,
siendo primero, en vano, ejercitada
la fuerza de sus brazos esforzados,
hasta que al fin, de pocos y cansados,
dieron la vida al filo de la espada.
Y éste es el suelo que continuo ha sido
de mil memorias lamentables lleno
en los pasados siglos y presentes.
Mas no más justas de su duro seno
habrán al claro cielo almas subido,
ni aún él sostuvo cuerpos tan valientes.
Sin duda que Giancarlo habrá pasado “a mejor morada”, después de este esforzado combate por la libertad en el que, junto a él y animados por su ejemplo, nosotros también peleamos; aunque a veces nos sintamos “pocos y cansados”. Pero hay que porfiar en la batalla.
2 Comentarios
Muchas gracias, León, por
Muchas gracias, León, por este pequeño homenaje. Sin duda, muy merecido. Raquel
Giancarlo Ibárgüen, una mente
Giancarlo Ibárgüen, una mente privilegiada en un cuerpo desafortunado.
Aprovechó su tiempo. Dejó más de lo que encontró, supo amar, supo construir y sobre todo supo provocarnos para ser mejores.
Mi gratitud y mi recuerdo.
Sit tibi terra levis.