Un mundo muy fragmentado políticamente es uno de los pasos necesarios para la futura constitución de una sociedad anárquica.
Una discusión secundaria, pero recurrente, entre anarcocapitalistas y minarquistas es la que se refiere al número y el tamaño de los Estados. En principio al ancap no parece preocuparle mucho, dado que su objetivo final no es otro que conseguir su definitiva superación. Pero sí es relevante, primero porque es importante discutir qué situación nos acercaría más a la situación ideal y segundo porque en un hipotético escenario de convivencia de Estados con territorios anárquicos conviene conocer qué supuesto permitiría una mejor convivencia de ambos.
La primera pregunta a responder es, por tanto, si la fragmentación política es o no positiva para el objetivo de alcanzar una menor dominación económica o política. Es obvio que existen Estados relativamente grandes en población y extensión geográfica con elevados grados de libertad económica, como los Estados Unidos de Norteamérica y Estados pequeños como Cuba o Nicaragua con un alto grado de represión, por lo que cabe deducir que este no es el único factor de relevancia al respecto y se haría necesario estudiar muchos otros factores, como hacen Landes o Acemoglu, que casi ni consideran este factor. Pero también es cierto que todos los países considerados libres por el índice de libertad económica de la Heritage Foundation (Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Australia, Suiza e Irlanda), con la excepción relativa de Australia (tiene la mitad o más o menos de la población de España), son pequeños en población y extensión, al igual que la mayoría de los considerados principalmente libres. Un estudioso empírico correría a elaborar regresiones estadísticas en busca de algún tipo de correlación entre tamaño y el desempeño económico (Alberto Alesina, por ejemplo, tiene varios artículos publicados sobre el tema), pero un seguidor del método austríaco, como quien esto escribe, sabe que un determinado estado o resultado social depende de un número muy elevado de variables que afectan a la vez a la realidad social y que entre todas son las causantes de tal efecto. Por ejemplo, el tamaño puede ayudar a conseguir una sociedad más libre y próspera, pero pudiera verse contrapesado por un mal sistema económico o por guerras y conflictos sociales; o al revés, un país de gran tamaño con un buen sistema económico podría perfectamente superar las desventajas del gran tamaño. De hecho, el principal predictor de un sistema económico libre es su modelo económico y los valores asociados a este. El debate habría que plantearlo en términos de si un pequeño o gran tamaño favorece la adquisición de sistemas económicos libres, recordando siempre que el tamaño es sólo un factor más entre muchos, y que no se puede determinar cuál es exactamente su peso entre ellos. Por esto el austriaco lo que hará será separar este factor y estudiarlo de forma teórica, como hizo Mises en su Liberalismo o en Nación, estado y economía. Por desgracia Mises es más conocido por sus escritos económicos que por sus reflexiones sobre la política o la metodología de la ciencia social, que son habitualmente relegadas, sobre todo entre los economistas, como obras menores, cuando a mi modesto entender se cuentan entre lo mejor de su obra.
¿A qué conclusiones teóricas se podría llegar analizando la cuestión del tamaño de las unidades políticas? Aquí se propondrán algunas, que bien podrían servir de base para ulteriores discusiones.
La primera es que en un Estado pequeño en población la intervención estatal se percibe mucho más, puesto que el coste de cada intervención es repartido entre muchas menos personas. Uno de los principios fundamentales de la lógica de la acción política, como bien nos recuerda Mancur Olson en su genial La lógica de la acción colectiva, es el de beneficios concentrados y costes difusos. Esto es, los beneficios de una determinada intervención se concentran en los gobernantes o en las empresas o grupos a ellos asociados, mientras que los costes se reparten entre el resto de la población. Sólo hay que tener un recibo de la luz delante para poder constatarlo. No es lo mismo para el gobierno o sus aliados obtener una subvención millonaria repartida entre 50 millones de personas que entre 500.000. Los beneficios son mucho mayores en el primer grupo. No sólo eso, sino que la población percibe el privilegio de una forma mucha más clara pues el beneficiado está también mucho más próximo. En el caso del proteccionismo la intervención es mucho más evidente. Una devaluación “competitiva” que no deja de ser una especie de subvención del conjunto de la población a los sectores exportadores de la economía se percibe mucho menos, tanto en costes como en beneficios, en un Estado grande que en uno pequeño. A diferencia de un Estado de dimensión reducida, las ganancias y pérdidas de la política son difíciles de establecer y, sobre todo, los que pierden no saben, salvo que tengan conocimientos técnicos, a qué achacar el descenso en su capacidad de compra o de nivel de vida, confundidos entre decenas de intervenciones similares. En el país pequeño es también muy fácil detectar a los ganadores, y de usar estos tácticas espurias para lograr sus fines serían también fácilmente detectables.
Otro argumento en esta línea es el de que un país pequeño difícilmente puede ser autárquico. Un país de estas características necesariamente tiene que importar la mayor parte de sus consumos de otros territorios y sus habitantes ser conscientes de que es imposible fabricarlos todos en él. Al mismo tiempo saben que para poder importar esos bienes deben ser competitivos en la venta de los bienes o servicios en los que estén especializados, que tampoco se realizará en la mayoría de las ocasiones dentro del territorio del Estado pequeño. La constatación de esta realidad muy probablemente lleve a su población a defender sistemas de mercado libre, aún sin tener conocimientos sobre el funcionamiento de los sistemas de mercado. Al tiempo requerirán una moneda sana con la que poder comerciar sin vaivenes en el tipo de cambio y que pueda ser aceptada en la mayoría de los mercados mundiales. También precisará códigos legales homologables a los de sus clientes y adecuados a la integración en el mercado mundial. Es muy probable también que las regulaciones protectoras sean mucho menores que en otras latitudes dado que hay menos industrias que proteger y de existir tampoco deberían mostrar mucho interés en proteger un mercado tan pequeño. Al partir sin ayudas estatales (aun existiendo, estas serían necesariamente de poca entidad) las empresas de ese país tendrían que afrontar la competencia en un marco mundial, lo que por fuerza les obligará a esforzarse en innovar en calidad y precio. No es de extrañar que varias de las principales cadenas low cost del mundo procedan precisamente de países de reducido tamaño. Deben ser competitivas ya desde su nacimiento a diferencia de sus rivales de países grandes ya protegidas desde su infancia y, por tanto, con menor capacidad de competencia desde sus inicios.
Algo semejante acontece con las libertades civiles. La censura y otras formas de control estatal de la conducta se ven dificultadas con el tamaño de los Estados. Nada garantiza que el Estado pequeño no se pueda comportar de forma muy restrictiva en relación a la regulación de la libre expresión o en la conducta personal de sus habitantes, pero su pequeño tamaño muy probablemente aumentará los costes para los gobernantes tiránicos al tener que reprimir con mayor dureza a sus habitantes para que estos no puedan abandonar fácilmente el país para establecerse en algún país vecino (muy probablemente cercano geográficamente), al tiempo que los costes de tal represión se harán mucho más evidentes dada su incapacidad de comerciar con el exterior y obtener, por tanto, los insumos necesarios para poder gestionar con un mínimo de eficacia su economía. Es muy difícil para un país de pequeñas dimensiones sobrevivir al lado de varios países libres. Aparte de que escapar de allí tendría, como antes apuntamos, un menor coste para sus ciudadanos, estos contarán con parámetros de comparación muy próximos de sus condiciones de vida. Además, en estos países se podrán editar libros o medios de comunicación críticos con los dictadores (como ocurría históricamente con los intentos de censura en España, que eran burlados por medios de comunicación radicados en otros países europeos) o albergar núcleos de oposición a estos. O la censura y la imposibilidad de movimientos es total y, por tanto, la ruina económica será fácilmente perceptible, o bien se tendría que aceptar la apertura económica.
Como es obvio un mundo de pequeñas unidades políticas sería por necesidad un mundo con muchas unidades políticas. ¿Sería esto más deseable para un libertario que a la inversa, esto es, un mundo de pocos estados y grandes o incluso de uno solo, el mítico estado mundial tan querido por los cosmopolitas y al que nos referiremos en otro artículo? Entiendo que sí. En un mundo poblado por muchos Estados es cierto que el riesgo de conflictos se multiplica exponencialmente, pero también decrecería en la misma proporción la escala de dichos conflictos, y estos serían también de menor intensidad. Los conflictos de los viejos principados alemanes no se pueden comparar con los causados por la Alemania unida (la excepción podría ser la guerra de los treinta años, pero ahí ya participaban potencias europeas de gran dimensión como España o Francia). El gran tamaño tampoco evita otro riesgo, que las guerras entre unidades políticas se transformen en conflictos civiles (varios de los mayores desastres bélicos de la historia se dan en las variadas guerras civiles chinas, como la revuelta de los turbantes amarillos o los Taiping). Pero el argumento principal a favor de un número elevado de Estados debería proceder de una derivada del viejo principio austriaco de la imposibilidad del cálculo económico en una economía socialista. Al igual que no podría existir una sola gran empresa en el mundo económico (no podría existir ni mercado ni por tanto cálculo) un único Estado se vería privado de la información necesaria y de los parámetros de comparación necesarios para llevar a cabo sus políticas. Es por ello, como bien apuntan Jean-Baptiste Duroselle en la parte final de su libro Todo imperio perecerá o Paul Kennedy en su genial Auge y caída de las grandes potencias, es casi imposible que pueda establecerse un imperio mundial sin que antes de derrumbe por su propio peso. Además, una gran pluralidad de Estados facilita la competencia fiscal entre ellos impidiendo que el mundo se transforme en un infierno fiscal, al tiempo que permite la innovación y la evolución de buenas prácticas. Las constelaciones de Estados que describe Leopold Kohr en su The Breakdown of nations (polis griegas, ciudades del renacimiento italiano, taifas…) fueron históricamente espacios de gran creatividad y progreso cultural debido precisamente a que eran lugares de gran competitividad. Si hubiese existido un único estado mundial es muy improbable que se hubiesen desarrollado los espacios de libertad y prosperidad económica que después dieron lugar al capitalismo y a los modernos sistemas de mercado. Estos surgieron, como bien dicen Jean Baechler en su Los orígenes del capitalismo, o Eric Jones en El milagro europeo, en entornos políticos como el europeo muy fragmentados políticamente.
Por añadidura, la pluralidad de Estados tiene otra gran virtud, que nos acerca a un mundo anárquico. Un mundo muy fragmentado políticamente es uno de los pasos necesarios para la futura constitución de una sociedad anárquica o cuando menos muy próxima a la anarquía. Un mundo de pequeños Estados o de microestados es un mundo en el que las personas pueden percibir que la prestación de muchos de los servicios que ahora prestan los Estados pueden ser perfectamente llevados a cabo por la sociedad civil o mancomunados de forma pactada entre varios de ellos. Incluso la aparición de una anarquía ordenada en este entorno tendría más probabilidad de establecerse sin el temor de que un gran estado quisiese acabar con ella. Y de funcionar bien sería rápidamente imitada en su entorno. Pero de las relaciones hipotéticas entre anarquías y sus vecinos hablaremos en sucesivos textos.
23 Comentarios
Hablas que un mayor numero de
Hablas que un mayor numero de estados hace que la fiscalidad tienda a la baja a causa de la competencia. Si admitimos esto (cosa que personalmente hago) tenemos que admitir tambien la concepcion de competencia perfecta de la escuela de Chicago donde mira la cantidad de empresas para saber la competencia.
En el modelo imaginario de
En el modelo imaginario de competencia «perfecta» hay muchas empresas similares que producen lo mismo, es decir, no hay competencia. En el escenario del profesor Bastos hay muchas unidades políticas cuya oferta es diversa.
Me late que eso del
Me late que eso del anarcocapitalismo, si se implementa, terminará conduciendo a un nuevo feudalismo, mas alla de las elucubraciones teóricas y buenas intenciones.
El escenario que más nos
El escenario que más nos acercaría al anarcocapitalismo sería el de una popularizada condena absoluta de todo inicio de agresión. Sin perseverar y centrarnos escrupulosamente en la difusión de esta idea, Ancapia no eclosionará por arte de magia por muchas trampas que nos hagamos en el solitario.
Tampoco el apoyo al morboso nacionalismo disminuirá el tamaño geográfico de los Estados ni pluralizará su oferta –admitiendo que la mera “feudalización” pudiera equiparse a un deseable entorno de soberanía individual sin multiplicación de conflictos-. Porque un nacionalista es lo que es y no lo que nos gustaría. El nacionalista se basa en lo que entiende una objetiva idea de nación y niega la secesión territorial –en el caso de que no fuera algo absurdo-; es decir, no supone per se de ninguna manera una vía plausible hacia la miniaturización estatal. Tan nacionalista es el separatista como el unionista. ¿Cómo se puede argumentar que el nacionalismo separatista es intrínsecamente mejor que el unionista? En realidad, desde una perspectiva de defensa del derecho individual y seguridad jurídica lo que se puede argumentar es lo contrario.
Por consiguiente, creo que un libertario cabal debería limitarse a reclamar el verdadero interés común frente a los simplemente grupales, la soberanía individual -que suena mejor que secesión-, sin aliarse por sucio pragmatismo con ninguna clase de facinerosos que le minarían toda credibilidad. Un más que dudoso pragmatismo, por otra parte, ya que una victoria del nacionalismo es siempre de la fuerza bruta y nunca de la razón. Y nunca la desunión hará la fuerza.
¿Alguien puede creer en serio que el triunfo del nazionalismo estatista de algunos residentes en Cataluña ayudará a la libertad individual? El resto de Estados – el de Catalonia el primero- se blindarían para que el fenómeno no volviera a repetirse. Y de separatismos de segunda generación ni hablemos.
Podemos discutir sobre el sexo de los ángeles, y seguramente el tamaño y número de Estados tenga gran relevancia, pero lo primordial sería en todo caso cómo se logra ése o cualquier otro objetivo sin atacar a pacíficos, ateniéndonos a previas reglas generales y abstractas, y no de cualquier manera. Que para algo se supone que somos liberales ¿O qué?
Señor berdonio . No ha
Señor berdonio . No ha entendido uste na de na del claro y magistral Anxo Bastos.
Demuestra carecer del mínimo sentido común para entender que es el actual status quo político el origen y consecuencia de la violencia que usted dice aborrecer. ¿Como combatirá al enemigo sino alcanza a verlo?
Absurdo lo que afirma señor : » lograr objetivos de mayor libertad ateniéndonos a previas reglas generales y abstractas, y no de cualquier manera»
Afirma uste muy ligero de cuerpo : «La disminucion del poder de los estados por secesión , desde una perspectiva de defensa del derecho individual y seguridad jurídica lo que se puede argumentar es lo contrario».
¿ Se nos burla amigo? O es uste un infiltrado del socialismo de tan extenuante como pésimo libreto.
Uste no es libertario y menos aun, ancap . Solo un servil pusilánime del Supremo Orden del Levitan
Lea y saque uste provecho de este excelente paper libertario del señor Bastos.
La única guerra que tiene
La única guerra que tiene usted cierta posibilidad de ganar, señor Cifuentes, será a la vulgaridad, y le costará lo suyo. Habla de combatir al enemigo y no en sentido figurado, pues asume daños colaterales con resignación castrense: toda conquista o revolución cuesta algo de muchísima sangre inocente. Lo malo es que el enemigo también suele atizar y en este caso sabe aplastar mosquitos; su espíritu bélico y las posturas que lo entrañan no llevan a ninguna parte: no se puede destruir el Estado por la fuerza –ni convertir el mundo en un mosaico de infinidad de Estaditos-, la razón es el único medio de ganar libertad, por muy absurdo que a usted le parezca.
El nacionalismo separatista es pura contradicción y por ello nunca ganará más allá de alguna escaramuza por mucho que cuente con el plácet de cuatro dizque libertarios que, perdido el oremus, consideran que gasear a los judíos pudo ser un precio de la lucha anticomunista. Quien una su suerte al mismo lo lleva claro.
Luego muy ligero de cuerpo se inventa que he dicho algo raro. Lo que dije y mantengo es que todo statu quo conlleva unos derechos individuales dignos de defensa que no es ético violar por razones políticas. Cualquier promoción de libertad debe inexcusablemente respetarlos. Que usted no quiera entenderlo es su problema, otros acaso algo más perspicaces lo hagan.
Respecto al “paper libertario”, que dice usted, no lo critico en sí. Me parece interesante y estoy de acuerdo que, permaneciendo todo lo demás igual, la mayor multifragmentación estatal –y si llega hasta la soberanía individual ya ni te cuento- representaría un avance. Pero el problema sigue siendo cómo llegar a tal situación sin ensuciarse apoyando nacionalismos.
Epitafio para Don Berdonio
Epitafio para Don Berdonio , un distinguido (no «vulgar») alucinado.
Dice este buen señor: «todo statu quo conlleva unos derechos individuales dignos de defensa que no es ético violar por razones políticas.»
Todo(?) status quo conlleva derechos individuales que seria inmoral violar por razones politicas (!!) ¿Esta usted parafraseado al de coleta Iglesias o es solo una mera coincidencia ?
¿En que mundo vive uste mi amigo? Me desconcierta. Si usted hablase mandarín o ruso seria explicable semejante genuflexion y obsecuencia al establishment .
Quizá su confusión provenga que admira tanto al Estado grande que no puede ejercer el calculo, ya no económico, sino el simple discernimiento, acerca de cual seria el tamaño optimo del corral (estado-nación) en que debería estar usted encerrado.
Y al respecto le sugiero que relea al magistral Bastos cuando dice: » el argumento principal a favor de un número elevado de Estados debería proceder de una derivada del viejo principio austriaco de la imposibilidad del cálculo económico en una economía socialista»
Ese status quo socialista de grandeza orwelliana e impenetrable homogeneidad política , que según usted, «garantiza derechos individuales cuya violación seria un acto de inmoralidad para con su política.
!Vaya con este Don Berdonio! El pulitzer hispano de la libertad, en ciernes
No quería rebajarme al nivel
No quería rebajarme al nivel de su invectiva, pero bien se ve que es usted un cínico nacionalista que tratando de blanquear su infamia se hace pasar muy torpemente por defensor de la libertad.
El coleta ejerce, qué casualidad, de oportunista mamporrero del nacionalismo que le conviene, por lo que coincide con usted y no conmigo, y este pájaro jamás hablará –al menos en serio- de derechos individuales inviolables; así que no tenga la desvergüenza de decirme que le parafraseo.
Según sus desvaríos, dado que los derechos individuales protegidos por un orden estatal establecido no son dignos de defensa y cualquiera podría violarlos sin quiebra ética, cuando alguien le robe y le dé una paliza no se queje, que bien puede ser por una buena causa que a la larga tal vez nos beneficiara a todos. Ya no sé si es usted tonto o se lo hace
Cualquier orden político vigente (lo que en diplomacia se entiende por statu quo –no confundir con “status quo”, aquel grupo de rock-), sin perjuicio de su naturaleza perversa y más o menos represiva, debe garantizar algún derecho individual frente a terceros o colapsaría de inmediato. Usted, a pesar de ser súbdito de un Estado, goza de cierto grado de protección y expectativas respecto a su vida, propiedades y libertades; todo lo imperfecta y mejorable que quiera, pero no es verdad que bajo el martillo estatal un individuo carezca de cualquier derecho y seguridad, no pudiendo empeorar su situación, y, por tanto, le sea indiferente que le alteren el marco jurídico bajo el que ha cimentado su plan de vida. Por muy esclavos que seamos, resulta obvio que nuestra situación es susceptible de mejorar o empeorar con un cambio de régimen político, que al ser colectivo y forzoso deberá, desde una óptica libertaria, principalmente demostrar su inocuidad antes que su pertinencia. Es decir, que no violente a nadie resulta mucho más decisivo que el posible beneficio que pueda reportar a otros (por ejemplo, vale más una vida humana inocente que las que su asesinato pudiera salvar). Por eso, desde una cabal postura libertaria no cabe desentenderse y la carga de la prueba corresponderá siempre a quien proponga nuevos Estados; y en ausencia de esa prueba de no perjudicar ningún derecho individual (todo lo relativo y limitado que se quiera) es preferible el statu quo a la revolución también socialista.
Usted, pseudo libertario, como estima –además sin fundamento- que determinado cambio político puede resultar conveniente a sus intereses, arguye que los esclavos no pueden empeorar más. Pues sí pueden. Al menos les corresponde a ellos decidirlo y no a usted. Si un esclavo considera que vale más viejo socialismo conocido que nuevo por conocer, no es ético obligarle al cambio. Cualquier orden estable por perverso que sea genera unas expectativas o certeza de la ley que no es lícito ignorar. Sólo serán legítimos los cambios que respeten tales seguridades jurídicas devenidas en derechos individuales. No se puede ser más o menos libre, pero sí más o menos esclavo.
Y erre que erre con que un elevado número de Estados es mejor que uno pequeño. Lo será, pero desde luego inalcanzable con nacionalistas como usted que, pretendiéndose maquiavélico libertario, en cuanto consiguiera la independencia de “su nación” empezaría a entender por arte de magia la bondad del statu quo frente a la revolución socialista.
BERDONIO TIENES UNA
BERDONIO TIENES UNA LAMENTABLE ABERRACION HERMENEUTICA EN TUS CONCEPTOS LIBERTARIOS FUNDAMENTALES, O UNA ETICA CUYOS PRINCIPIOS AXIOLOGICOS OBVIAMENTE NO SON LIBERALES.
TU ONTOS PARECE EVITAR CONFRONTAR LO OBJETIVO POR ESO TU RELATO ES TAN CONFUSO ,
SE ALEJA DEL EPISTEME PARA TENDER A CONCEPTOS HOLISTICOS , DIFUSOS , REPETITIVOS DEL PENSAMIENTO UNICO , PROPIOS DE LA DOXA DEL VULGO .
EXTRAÑO , PERO TU METODO HEURISTICO SE OPONE AL CONOCIMIENTO INTELECTIVO O DISCURSIVO
SI HABLAS DE NACIONALISMO COMO GARANTIA DE SEGURIDAD JURIDICA INDIVIDUAL , POS JACOBINA
¡DEMUESTRALO !
Turgot , deja tu discurso de
Turgot , deja tu discurso de esgrima dialéctica palaciega y anda simplemente al grano. Lo que yo no entiendo de este debate que ha originado el articulo del profesor Bastos son algunas posiciones a mi gusto demasiado conservadoras para un liberal proactivo . Se dice aqui, (Berdonio), que …»vale más viejo socialismo conocido que nuevo por conocer»… sin embargo Francisco de Quevedo afirmaba que “cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo”. …Y por lo tanto nos negamos siquiera al intento o esfuerzo del cambio.
Por otra parte jamas se ha visto que los estados -nación evolucionen espontáneamente hacia políticas de mayor libertad. El privi-lege de los gobernantes nunca le autolimitara. La lucha por la libertad no admite cómodas posiciones de expectación, debe ser constante y activa , Es incomprensible pensar que debemos defender derechos individuales de un status quo que sabemos «pluscuan- imperfecto»
El cambio no viene del que tiene los cuatro ases en la manga.
Estimado selor Berdonio:
Estimado selor Berdonio: afirma uste que «No se puede ser más o menos libre, pero sí más o menos esclavo.» Debo respetar su afirmación, ya que nadie mejor que usted parece saber (y estar a gusto) con ser un esclavo ligado a la tierra (nación) en la que vive y deja coactivamente, mas de la mitad del fruto del trabajo de su vida al grupo que domina esa parcela imaginaria, llamada Estado. Pese a ello uste «tiene expectativas de seguridad jurídica» (parece mentira, pero no escribe uste mas de dos párrafos sin apologizar a la oligarquia reinante). La masa de Ortega cree tener razón , «la razón de la sin razón»
No exprese uste falsas dicótomas «no se puede ser mas libre pero si mas esclavo» Esta afirmación suya nos dice claramente que no ha tomado conciencia que existen grados de libertad crecientes en el corsé legislado por las modernas social democracias occidentales.(Bruno Leoni.) Pero claro , comprendo, su mente es la del temeroso colectivo amorfo y manejable , encerrado en la ilusoria seguridad de un moderno gheto con espejismo de limites y seguridad jurídica.
Patético «liberal» don berdonio. (perdón pero se me ha devaluado su seudónimo)
Turgot, debes estar de broma,
Turgot, debes estar de broma, porque que me pidas demostración y claridad, cuando gratuitamente me espetas que mi ontos evita confrontar lo objetivo y se aleja del epísteme para tender a conceptos holísticos o que mi método heurístico se opone al conocimiento discursivo, parece un sarcasmo o que te has olvidado de tomar tu medicación. Empieza tú por demostrar ese fárrago pseudo erudito.
Tampoco te inventes cosas. Jamás he dicho que el nacionalismo sea garantía de nada, sino que no es lícita una alteración del statu quo que suponga nuevos inicios de coacción. No es legítimo imponer a nadie la frustración de su pacífico plan de vida por un vuelco jurídico imprevisible (contrario a la ley vigente) que estime contrario a sus intereses. Las reglas no se cambian a mitad de la partida. El imperio de la ley es un pilar sagrado del liberalismo aunque tú sentencies sin demostrar que es una aberración hermenéutica
A ver, César, yo no arguyo
A ver, César, yo no arguyo que valga más lo viejo conocido que lo nuevo por conocer, sino que alguien puede pensarlo así y no es lícito coaccionarle en sentido contrario. Quienes deseen cambiar, que lo hagan; pero que también dejen en paz a los más conservadores.
Por supuesto que los gobernantes nunca se autolimitarán y que la política no evolucionará espontáneamente hacia la soberanía individual. Por eso hay que hablar claro e inequívocamente de soberanía individual y no apoyar jamás ninguna política colectivista, ni independentista ni estatista, para no perder consistencia ni credibilidad –esto dista mucho de una cómoda posición de indiferencia o expectación-. Posicionarse en contra del nacionalismo no implica apoyar al Estado sino todo lo contrario; son quienes positivamente se manifiestan –o permiten que así se pueda interpretar- a favor de un tipo de nacionalismo los que lo apoyan.
Como buen libertario, jamás he apoyado ningún Estado –aunque personalmente considere menos lesivo, por ejemplo, el Estado español que un nuevo Estado cimentado en ideas fascistas, el terrorismo y el asesinato y persecución de inocentes-; me limito a oponerme a los estatismos de nuevo cuño, sin dejar de criticar a los antiguos. Os pido algo de reciprocidad: limitaos a oponeros al Estado español –que para mi sorpresa maquiavélicamente consideráis peor que un nuevo Estado fascista triunfal- y a los antiguos en general, pues ya ni siquiera os pido que extendáis la crítica a los nuevos: me basta con que no los apoyéis tan descaradamente y no sólo de facto.
Los derechos individuales hay que defenderlos siempre y no sólo cuando nos convenga. Incluso los que proteja un Estado o un criminal. ¿O es que un inocente niño que se encontrara bajo la protección de un asesino no tiene derecho a nada?
Don Carlos, ¿dónde está la
Don Carlos, ¿dónde está la dicotomía de «no se puede ser más libre pero si más esclavo»? Libre es quien no padece inicio de coacción y esto no admite grados: se es o no se es. Lo que sí los admite es la coacción, y en función de la que suframos seremos más o menos esclavos.
Usted es un patético nacionalista que se disfraza de liberal cuando de hecho apoya el fascismo supremacista de algunos residentes en Cataluña.
JaJaJa Imperdible párrafo
JaJaJa Imperdible párrafo dirigido al inefable farragoso Turgot. Realmente me he partido de la risa a costas de los originalisimos Turgot -Berdonio . De antología…ya lo guardo en favoritos.
PS Esta carcajada
PS Esta carcajada espontanea va al pie del comentario de Berdonio dirigido a Turgot (..Sigo temblando de la risa por lo que me equivoque de sitio :-))))
Espera que me reponga del
Espera que me reponga del ataque de risa que tu y Turgot me han causado, Después, si me quedan fuerzas. te respondo.
Don Berdonio: cuando alego a
Don Berdonio: cuando alego a favor del estado jeffersoniano , limitado, no asocio este, como uste hace, a la secesión de Cataluña .
Existen paradigmnas temporales o lugares comunes que tomamos como ciertos e indiscutibles y a estas alturas esta claro como el agua que usted erroneamente proyecta el magnifico discurso libertario del señor Bastos sobre la pérfida y «no etica» secesión catalana.
Jamas he defendido un supuesto nacionalismo catalán , (eso solo es un espejismo de su imaginación nacionalista , por aquello que quien oficia de ladrón…) yo , repito, solo defendería como liberal autentico- que tiende a la perfección del anarcocapitalismo- el libre albedrío de sus ciudadanos en manifestarse por una secesión mediante un referendum. …Bueno no pudo ser gracias a la oposición jurídica de élite de España, que en su paradigma del estado grande , impidió la celebración de un referéndum al que desacreditaron ab initio y motu propio. Asi que por favor tenga algo de pudor liberal antes de exponer, como mínimo con ignorancia ideológica, ese delicado asunto para muchos catalanes-
Cataluña ha sido siempre el tubo de ensayo, la vanguardia española del progreso empresarial y social, y lo ha sido por voluntad propia y por razón de su natural emprendimiento. Asi que no es de extrañar la suceptibilidad del ciudadano
activo y emprendedor sobre el expolio fiscal que ha siempre padecido. Algo muy parecido al sentimiento del italiano del norte respecto a Sicilia o a la España cantábrica respecto al andaluz .
Bastos en su magnifico análisis demuestra por tiro por elevación o corrección política (a prueba de obsecados berdonios) las ventajas de small is beautiful , pero lamentablemente personas como usted son impermeables
«No nos bañamos dos veces en el mismo rio » aproveche el escaso tiempo de vida en evolucionar, leyendo con la mente abierta. El esfuerzo del señor Bastos lo merece .
Se contradice a cada paso.
Se contradice a cada paso. Habla de la “pérfida y no ética secesión catalana” para a continuación patrocinar el derecho colectivo de apoderamiento de un territorio e individuos que allí residan por parte de ese mismo secesionismo ¿Dónde se ha visto a un libertario defendiendo soberanías colectivas? No me responda a estas alturas que yo defiendo la soberanía nacional española, porque sabe perfectamente que no es cierto: niego de manera tajante la legitimidad de ningún colectivo para violentar al individuo y por eso no admito ninguna soberanía colectiva, ni catalana ni española. Me cisco en la maldita democracia totalitaria y en todos los referéndum habidos y por haber que violen derechos fundamentales, así que no me venga cual inicuo socialista con plebiscitos impuestos para justificación de desafueros y extralimitaciones.
Sí, permaneciendo todo lo demás igual, para un libertario lo pequeño es hermoso. Y la soberanía individual más todavía. Curioso que un libertario no se atreva a hablar de soberanía individual –no sea que le tomen por loco o tal vez porque en realidad le parece utópica- y prefiera que le confundan con un nacionalista indecente. ¿Cabe mayor inseguridad en sí mismo?
Lo pequeño es hermoso y que es preferible ser rico a pobre, una perogrullada; a no ser que estés incitando al robo. A mí sólo me interesa ser rico honradamente, sin atajos criminales. Otros se creen más listos y acaban en la cárcel.
“Evolucionar” traicionando los principios se llama pragmatismo, por no decir oportunismo. Y ese es el viejo problema que tienen: se venden por un plato de lentejas.
Mi amigo: esta uste tan
Mi amigo: esta uste tan obnubilado , tan aferrado a sus convicciones nacionalistas anti libertarias, que no distingue siguiera cuando con ironía (no llegue al sarcasmo) uso su mismo calificativo absurdo y ofensivo de «no etico» al derecho pristino a la libertad de cuestionar el status quo mediante un democrático referendo y no la manu militari de la Guardia Civil (de la que uste no se ha quejado) ejercida violentamente por su incondicional nación.
En fin, esta visto que sigue y seguirá usted bajo la manta de «seguridad» que le otorga su paradigma temporal , pero por favor deje de llamarse defensor de la individualidad sino del ominoso presente del status quo ante individuus liberi
Seguiré luego que haya realmente leído a Bastos y tenga el valor de adoptar la apostasia de «una ética cuyos principios axiologicos obviamente no son liberales»
No me percaté de su última
No me percaté de su última ironía, pero sí de la principal (llegó al sarcasmo) cuando asegura ser un libertario que ensalza al nacionalismo fascista que tras cuatro décadas de terrorismo, totalitarismo y adoctrinamiento intensivo ha conseguido abducir a casi la mitad de residentes en Cataluña.
Pues nada, amigo, siga así haciéndose pasar por libertario o emperador de la China: no creo que consiga engañar a muchos, pero ayudará a aclarar ideas y quedará usted muy satisfecho de sí mismo, que es lo principal.
Hablando no se entiende la gente pero podemos divertirnos.
…y otra vez cambiando mis
…y otra vez cambiando mis palabras. Defiendo el libre albedrío instrumentado por un sistema democrático como el referendo, para nada «totalitario , ni terrorista» . Mire amigo es usted realmente un zopenco quien debería mantener la boca cerrada y parecer un tonto que abrirla y disipar toda duda. A France dixit.
Pues no me callaré, payaso.
Pues no me callaré, payaso. Si no fueras tan imbécil sabrías que la democracia como despotismo de las mayorías resulta incompatible con el ideal libertario. Una votación es un simple método decisorio que no instrumenta ni implementa ningún libre albedrío –ni siquiera, como establece el teorema de Arrow, una fantasmagórica preferencia de conjunto- , sino que lo aplasta y sofoca en una inexistente legitimidad grupal; sin ninguna posibilidad de consenso, además, respecto a cuál sería el grupo soberano. Si encima se trata de un grupo de adoctrinados e intimidados tras años de terrorismo y totalitarismo, cualquier plebiscito “a punta de pistola” será terrorista y totalitario.
Se trata de cuestiones fundamentales que a ti se te escapan porque eres un cretino que no sabe hablar sin meter la pata a cada paso. Sólo alcanzas a insultar sin ninguna razón y desacreditas todo aquello que dices defender. Así que yo no te invitaré a callar, merluzo, aunque ya no puedas disipar ninguna duda.