Skip to content

Rescatemos a las personas, condenemos a las personas

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Este fin de semana la representante de nuestra izquierda más caviar ha tomado un baño de multitudes y se ha puesto en contacto con lo más indignados del pueblo de acera y pancarta. Y ha acabado llorando, la pobre Beatriz Talegón. En muchas pancartas se leía: "Rescatemos a las personas, no a los bancos".

La economía y las personas

No resulta fácil hacer un análisis, ni siquiera una reflexión, medianamente clara de la situación económica que atravesamos. Los intereses políticos y los medios de comunicación tienen bastante culpa de ello.

Desde el informe FUNCAS que se agarra a los datos, a algunos datos, para desmitificar la mala situación, de manera que uno acaba pensando que somos competitivos, que no tenemos un problema de gasto público y que ya ha pasado lo peor, pasando por Luis de Guindos, que nos cuenta desde la Cumbre del G20 que España ya no es el problema, que ya "nadie" duda de la banca española y que el foco no está sobre nuestra coronilla. Pero lo cierto es que seguimos sin tener un sistema productivo diferente a la construcción, que no sea el turismo, tan frágil. Lo cierto siguen siendo los millones de parados, los ERES, el empobrecimiento, el roto de la deuda pública en el bolsillo de los españoles, y la lentitud en los resultados de las reformas del gobierno que, aunque presentadas como el rien ne va plus no tienen el calado que podrían tener.

Después del goteo de artículos alertando acerca del problema de la deuda pública en España, por periodistas económicos tan sensatos como John Müller, ahora y sólo ahora, sale en portada. "Me sorprende porque los periódicos se supone que dan noticias" comentaba el propio John Müller. Y así es. No es noticia esa cifra tan descomunal. Se veía venir de lejos. ¿Por qué ahora es portada de El País? Pues para mí es un misterio. Pero, cada vez más, una tiene la sensación de que estamos huérfanos de periodismo económico de verdad. El morbo que genera el tema de los desahucios es un buen ejemplo.

El suicidio no es responsabilidad más que del suicida

De acuerdo, salvemos a las personas, pero no podemos desmantelar la seguridad jurídica de un plumazo. Porque eso afecta a las personas presentes y futuras, al sistema en el que vivimos. Muchos pensarán que, precisamente, de lo que se trata es de desmontar el sistema. Y tal vez me lo plantee hasta yo. Pero viene a mi memoria la frase "Esto no era, esto no era…" que tantos revolucionarios cargados de buenas intenciones debieron pronunciar a lo largo de la Historia, empezando por los franceses, que fueron depurados por el Terror.

Y, sin embargo, ahí andamos jaleando y prestando voz a quienes aseguran que tras un suicidio por desahucio se esconde un asesinato. Ada Colau, la portavoz de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, antigua okupa, que vive de alquiler y no ha tenido una hipoteca en su vida, va a los programas de mayor audiencia a ver si se sacan al mercado de alquiler las viviendas que son propiedad de los bancos a un precio social, si se consigue la dación en pago y si se aprueba la moratoria para los desahucios. Nada de ello soluciona el problema de los ya desahuciados, excepto si, saltándonos a la torera el orden jurídico, se implanta de forma retroactiva. Solamente la moratoria tendría cabida, porque la dación normal ya está contemplada.

Si llegamos hasta el final, con la lógica de Ada Colau, habría que pensar en quiénes son los responsables, y acabaríamos en los votantes, probablemente alguno de ellos miembros de la PAH. Si tiramos del hilo en busca de responsabilidades nos encontraremos a quienes legislaron, a quienes eligieron a los que legislaron, a los que firmaron sus contratos de hipoteca sin aceptar la dación en pago… Todos son responsables. Pero, en mi opinión, no de los suicidios, sino de la situación tan conflictiva. Detrás del suicidio hay un drama, y es una barbaridad y una falta de responsabilidad transformarlo en asesinato. Pero, claro, caldea el ambiente, da audiencia. Y porque el suicida no avisa, que hay periodistas capaces de ir a dar cuenta en directo de los últimos momentos del desesperado que no ve otra salida. 

La ley y las personas

Lo que de verdad está minando la paciencia y la cordura de los españoles y, al tiempo, está devastando la imagen y la credibilidad de España son los escándalos de corrupción. Y aquí, las personas implicadas, no solamente han cometido un acto inmoral, sino que han dado un hachazo mortal a la base de las instituciones democráticas de nuestro país. No inspira mucha confianza el mismo Ministro de Justicia. No hay partido político que se libre. No hay administración pública que no esté bajo sospecha. La Corona, instancia máxima, no solamente tiene barro en los zapatos, además tiene muy mala estrategia de comunicación.

Regeneración, dicen. Preciosa palabra, pero lo cierto, es que nadie sabe por dónde empezar, más allá de la sugerencia extemporánea de Rubalcaba de cambiar el nombre al partido para ceder soberanía a favor del partido socialista europeo. Cárcel, propongo yo. Dimisión ante cualquier duda. Sentido del pudor. Vergüenza torera, en una palabra.

¡Los comentarios están cerrados para este artículo!

Más artículos

Trump 2.0: la incertidumbre contraataca

A Trump lo han encumbrado a la presidencia una colación de intereses contrapuestos que oscilan entre cripto Bros, ultraconservadores, magnates multimillonarios y aislacionistas globales. Pero, este es su juego, es su mundo, él es el protagonista.