Pero también hay cosas que se salen de ese ámbito y entran de lleno en el de los hechos. Y está fuera de toda duda que Soitu ha fracasado porque no tenían un buen plan de negocio y no lograron ingresar el suficiente dinero como para financiar el coste que suponía. Lo que hay que preguntarse, al final, es por qué un producto tan premiado internacionalmente ha resultado ser un fracaso económico de ese calibre.
Según indica la OJD, Soitu nunca llegó a alcanzar los cuatro millones de páginas vistas al mes con una plantilla de 23 personas. Por comparación, con un personal sólo ligeramente más alto, Libertad Digital lleva superando los 20 millones rutinariamente desde octubre de 2005. Sin embargo, en este negocio ni siquiera ese volumen garantiza nada por sí solo. Los grandes sitios web, tipo Google o Facebook, siempre van a pulverizar esas cifras. Lo ideal es que tus lectores sean un público interesante para la gente de marketing.
En principio, Soitu tenía eso. Era un medio hecho por y para los gafapastas, y éstos suelen tener un nivel adquisitivo más o menos alto, más que nada porque si eres pobre no te puedes permitir pagar tanta tontería. El problema es que por más que se definieran como un medio distinto y rompedor, no ofrecían nada suficientemente atractivo como para que este sector se abalanzara sobre ellos. Un buen progre tiene todas las televisiones, buena parte de los periódicos y diarios digitales y unas cadenas de radio que superan en postes a todo el universo conocido. Lo que Soitu ofrecía ya lo daban otros en buena medida; lo que lo diferenciaba no era acicate suficiente.
Ante esta situación tenían varias alternativas, no necesariamente excluyentes. Podían reducir la plantilla, admitir ciertos contenidos más populares con cierta mesura para no desvirtuar la línea elitista del medio, generar la suficiente lealtad por parte de sus usuarios para poder cobrarles… Pero no hicieron nada de esto. Tenían un millón de usuarios únicos al mes, que generaban alrededor de millón y medio de visitas y sólo entre 3 y 4 millones de páginas; eso significa que carecían de una base de lectores fieles. En general, la gente pasaba por Soitu, seguramente a través de buscadores o agregadores tipo Menéame, leía dos o tres cosas y no regresaba en un mes o dos. Para un medio pensado para generar lealtad entre su público potencial, estos datos suponen un fracaso sin paliativos. Así las cosas, es normal que BBVA se bajara del carro; no había perspectivas de que la cosa mejorara.
En otro plano, creo que el problema real de Soitu es que siempre fue un medio hecho al gusto de quienes lo hacían, no de quienes podrían llegar a leerlo. Gumersindo Lafuente debió pensar que el éxito de elmundo.es se debía a él, cuando en realidad su situación de estrellato dentro de este gremio de la web española fue debido a que estuvo al frente del diario digital gratuito con más medios de la prensa de nuestro país, sometido a unas reglas bastante estrictas. En cuanto hizo lo que quiso –y créanme que tengo anécdotas para aburrir que demuestran que Soitu era básicamente lo que él quiso, hasta extremos verdaderamente ridículos– no ha logrado remontar el vuelo. Pero no lloren por él, que seguirá siendo un gurú invitado a dar conferencias en las que nos aclarará a todos que la culpa no fue suya.
Pero ser gurú es relativamente fácil; ser un emprendedor con éxito es otra cosa. Me hace gracia, eso sí, que se haya escrito tanto sobre Soitu, sus intenciones y su altísima calidad, y tan poco sobre el fenómeno en el que se publican estas líneas: Libertad Digital, un medio que ha sobrevivido y ha crecido gracias a la lealtad de unos lectores que se han convertido en sus principales accionistas. Me da que haber alcanzado semejante éxito siendo un medio liberal-conservador, es decir, de derechas, no ayuda. ¡Pero imagínense si hubiésemos hecho lo mismo siendo progres! Como diría el George Clooney de Crueldad intolerable, hasta nos dedicarían un semestre en Harvard.