La pasada semana, el Ludwig von Mises Institute de Estados Unidos celebró en Salamanca unas jornadas en las que conmemoraba el origen español de la ciencia económica y del liberalismo. Durante los cuatro días que duró el evento, co-organizado por el Instituto Juan de Mariana, los asistentes pudieron reflexionar acerca de las aportaciones teóricas de esos autores, sus recomendaciones políticas y la vigencia de sus diagnósticos y recetas económicas. Este grupo de pensadores es conocido mundialmente como la Escuela de Salamanca. Se trató de una nutrida comunidad de teólogos que en su intento por resolver cuestiones morales descubrieron el orden espontáneo del mercado y el daño que causa el intervencionismo político sobre la propiedad privada y los intercambios libres.
Aquellos escolásticos que rechazaron el dirigismo estatal sobre los precios, que solicitaban la eliminación de las barreras de entrada a todo tipo de mercados, que se oponían a la inflación monetaria, que exigían equilibrio presupuestario y que mantenían que una subida de impuestos sin el consentimiento del pueblo era un atraco, formaron la primera escuela liberal de la historia; escuela que tuvo que debatir sobre todos estos asuntos en unos años marcados por guerras, déficits presupuestario y crisis económica a gran escala.
Durante los días que duraron estas jornadas, los economistas allí reunidos estudiaron lo parecida que es la situación actual a la que los escolásticos españoles vivieron hace 400 años. Además, el evento sirvió para reivindicar la plena vigencia de las propuestas de solución que en su día dieron personajes de la talla de Diego de Covarrubias, Saravia de la Calle, Luis de Molina o Juan de Mariana. La reducción del gasto público y de los impuestos, la eliminación de barreras comerciales, la detención inmediata de las políticas inflacionistas y el mantenimiento de un equilibrio presupuestario conforman unas recetas que eran en su día tan válidas para Felipe III como lo son hoy para Zapatero.