El fenómeno del transfuguismo es inherente al sistema de partidos con listas cerradas, en que la aritmética política de las instituciones permite a veces combinaciones de lo más variopinto. Así pues, los integrantes de una lista electoral para el ayuntamiento aspiran a convertirse en concejal de Urbanismo si su partido gana las elecciones, y si las pierde rezan para que la alcaldía dependa de un solo voto corporativo, lo que abre un abanico de posibilidades a cual más nutritiva.
El pacto de los dos grandes partidos para erradicar el transfuguismo no soluciona nada, porque el mayor castigo con que pueden amenazar al insurrecto es expulsarlo del partido, y ese es un trámite que suele hacer el interesado motu proprio antes de dar carta de naturaleza a su repentina conversión ideológica.
La mamá de Pajín ha decidido contribuir personalmente al cada vez más nutrido inventario de cambios de gobierno, tránsfuga mediante, tal vez porque ver a la niña al lado de Zapatero y cobrando tres sueldos mientras la autora de sus días calienta banco en la oposición municipal es un trago difícil de aceptar para determinados espíritus. Además, lejos del presupuesto público se pasa bastante frío aunque uno viva en Benidorm, y a ciertas edades uno suele buscar instintivamente la calidez mullida del sillón de concejal delegado, con el sueldo, las dietas y los gastos de representación inherentes al desempeño de tan alta función.
Leire Pajín no va a verse en el trance de firmar la expulsión de mamá, porque la señora se ha borrado de "la PSOE" cumpliendo escrupulosamente el manual del cambio de gobierno gracias al voto tránsfuga, el de un tío que se presentó a las elecciones en la lista de un partido de derechas sin sospechar que unos meses más tarde iba a descubrir, para su asombro, que era de izquierdas de toda la vida. En todo caso, sospechamos que las próximas navidades en la casa de los Pajín-Iraola no van a ser las más entrañables de los últimos años. Pues nada, hasta que lleguen las felices sobremesas familiares.