Cruzado de sumarios imposibles, abanderado de causas políticas, juez metido a político metido a juez metido a político, autoproclamado candidato al Nobel de la Paz y Castafiore de la Audiencia Nacional, como diría mi amigo Eduardo García Serrano, ese es Baltasar Garzón. Contra él, contra todos ellos, lleva tiempo Manos Limpias acudiendo a los tribunales.
Con la Causa General contra el franquismo levantada por Garzón, parece que Manos Limpias ha mordido en carne. Por el momento el juez gossip se ha visto obligado a declarar ante el Supremo. Todos los periodistas de carril se han puesto en guardia, y han comenzado a insistir en que Manos Limpias es un falso sindicato y, sobre todo, en que es una organización ultraderechista. La Secta ha ofrecido una buena porción de su informativo del día de marras (y que, paradójicamente, no se titula "los minutos de la basura"), a demostrar que la tal organización es, efectivamente, abierta y descaradamente ultraderechista. Efe, que trabaja con un sectarismo efervescente que pone en aprietos al periodista desatento, no para de deslizar el adjetivo.
Juegan con el entendido; tienden un puente invisible entre el epíteto y el derecho. Si son ultras… Pues eso me planteo yo. Si son ultras, ¿qué? Atrévanse a decirlo, no se queden con la sugerencia. Los ultras, ¿tienen los mismos derechos de los demás a recurrir a la justicia? ¿Tienen los mismos derechos que los demás a manifestarse en la calle? Secretamente su respuesta les quema. Ellos (que, paradójicamente, no se considerarían ultras), tienen claro que no. Pero por un lado no se atreven a sincerarse por no romper la máscara democrática, y por otro se dejarían quemar vivos antes de decir que tienen tanto derecho como cualquier otro ciudadano.
El alcalde de Arenys de Munt ha convocado un referéndum sobre la independencia de Cataluña. La ONU observa, atenta, el desarrollo de los acontecimientos. Obama no irá a mear en todo el día, no sea que le pille la noticia lejos del teléfono rojo. El caso es que Falange ha organizado en la localidad una marcha nacionalista española. Montilla ha reconocido que "hasta los fachas" tienen ese derecho.
Digámoslo claramente. Tiene razón. Tiene toda la razón. Hasta los fachas tienen derechos. Es más, hasta los comunistas tienen derechos. Oh, y por si ello fuera poco. ¡Hasta los políticos tienen derechos! ¿A dónde iremos a parar con tanto fuero?