Eso sí, al mismo tiempo el partido proponía rebajar a 12 años la edad mínima para tener responsabilidades penales. Es decir, que puedes ir a un reformatorio –por llamarlo de algún modo que parezca punitivo– si cometes alguna de las múltiples barbaridades que actualmente cometen impunemente algunos niños, pero mientras juegas allí con la PlayStation 3 tendrás prohibido hacerte una cuenta en Tuenti.
Además, la alegre muchachada que quema comisarías en Pozuelo de Alarcón no podrá entrar en Facebook sin permiso de papá y mamá en caso de tener menos de dieciocho años. Eso sí, pueden tomar decisiones médicas de vida o muerte a partir de los dieciséis.
Está claro que el asunto de los menores de edad es algo en lo que difícilmente nos pondremos nunca de acuerdo, porque no puede resolverse en términos de lógica formal, de verdaderos o falsos, de ahora no y ahora sí. Una persona no puede ser completamente irresponsable y dependiente legalmente de sus tutores en todos los aspectos y al minuto siguiente pasar a ser una persona adulta, porque la realidad dista mucho de ser así. Vamos creciendo poco a poco en todos los sentidos y parece de sentido común que sea de la misma manera, gradualmente, la forma en que accedemos a la vida adulta para la Ley.
Este enfoque, aun siendo esencialmente correcto, no nos libra de problemas e incongruencias aun cuando lográramos eliminar el javierurrismo legislativo de considerar a los criminales jóvenes, sean menores o no, esencialmente como víctimas y no como lo que son, culpables; una idea grabada en piedra en la ley del menor. Es difícil trazar una línea, porque cada persona es única e irrepetible y accede a la madurez a su propio ritmo. El mismo proceso de aprobación de leyes llevará a que dependiendo de lo que piense la opinión pública en un momento determinado y de quien tiene la mayoría en las cámaras ese acceso a la edad adulta en determinados aspectos concretos sea antes o después. Así, podrían darse incongruencias como la posibilidad de que una cría de 16 años pueda decidir por su cuenta si aborta o no, pero no pueda votar, un acto con efectos sobre su futuro infinitamente menores.
Pero lo que no tiene sentido es que se piense, por un lado, que la irresponsabilidad legal de los menores se ha llevado demasiado lejos, como parece pensar el PP con su propuesta de reducción de la edad penal, y al mismo tiempo que acceder a una herramienta tan inocua en la mayor parte de los casos como son las redes sociales sea algo que debemos impedir a toda costa. Poco a poco, las redes sociales van formando parte de las relaciones entre personas tanto jóvenes como adultas. "¿Has visto el Feisbuc?" es una frase cada vez más repetida, que dependiendo de quién la pronuncie y de quién sea la persona a quien la dirige y el momento en que se dice significará cosas bien distintas. Hurtar a los menores por ley la posibilidad de acceder a ese mundo sería como prohibirles tener móvil, consola de videojuegos o acceso a internet; una intromisión en su presente y su futuro que sólo los padres –quienes los conocen de verdad– deberían poder hacer.
Ahora, según el muy conectado diputado Santiago Cervera , parece ser que todo ha sido un error de dar por bueno ante la prensa lo que era un borrador que no había sido aprobado ni previsiblemente lo iba a ser nunca. Es bueno saberlo, y mucho mejor ver a un político ensuciándose las manos en la blogosfera y reconocer un error. Aunque, claro, siempre sería mejor que no lo cometieran en primer lugar. El estigma de tecnófobos y represores que les ha salido será difícil de quitar.