Todo por “utilizar prácticas anticompetitivas para excluir su único competidor y reducir las opciones de los consumidores” y el efecto de “socavar la innovación”. ¿Qué es lo que hacía Intel? Ofrecer a sus clientes enormes rebajas en el precio, bien directamente rebajando el precio, bien ofreciendo esa rebaja en forma de dinero tras la venta.
Ofrecer productos a un mejor precio. ¿No es eso, precisamente, competir? ¿No sería dejar de hacerlo, estrictamente, un comportamiento contrario a la competencia? Como la lógica de los políticos es exactamente contraria a la de la realidad, resulta que para la Comisión Europea ofrecer mejores precios que su competidor no sólo no merece un precio (que ya otorga el mercado en forma de mayores beneficios), sino que le acarrea un castigo. Es obvio que aquí no es Intel quien ha actuado contra la competencia, sino la megalómana Kroes, que se crece robando a las grandes empresas competitivas. La prensa ya apunta a Google como siguiente víctima propiciatoria. Hagan sus apuestas. Yo digo que el botín rondará los 1.200 millones de euros.
Pónganse en situación. Hay varias empresas dedicadas al mismo producto. Tienen todas el mismo tamaño, el producto es bastante igual y el precio prácticamente el mismo. Estrictamente hablando, no están compitiendo entre sí. Excepto una, ACME, que ha logrado mejorar la calidad y producir con un menor coste. Reduce el precio y los consumidores, que son más listos de la Kroes, apuestan cada vez más por esa empresa. Alguno de los otros competidores no puede aguantar la pérdida de clientes y se ve obligado a cerrar. Otros, entre la zanahoria de los enormes beneficios que obtiene ACME y el palo de la desaparición por ruina, se ven obligados a atender a los consumidores de algún modo. Quizá apostando por invertir en una mayor calidad. Acaso con métodos productivos más baratos, que les permita competir en precio.
Pero la relación calidad precio de ACME es tan buena, que los consumidores que la escogen siguen creciendo. Pero su reinado depende de seguir siendo mejor que las demás empresas. Porque basta que, llamado por los enormes beneficios del mercado, entre en él un empresario con una fórmula revolucionaria para desbancar a la propia ACME. La veterana empresa, en nuestro ideal ejemplo, ella sola, ha logrado mejorar la atención a los consumidores. Ha expulsado del mercado a las que no lo hacen. Ha mejorado la tecnología y ha rebajado el precio. Ha sido ejemplo para todos de las ventajas de la dura y virtuosa competencia en el mercado. Bien, pues esa empresa, que ha sido una bendición para los consumidores, es la que se convierte en villano para los políticos. ¿No serán ellos los villanos?