La primera gran ofensiva de los negocios tradicionales contra internet tuvo que ver principalmente con los medios de pago. Seguramente el lector recordará cuando, hace ya unos años, todo el mundo te advertía contra la idea, más bien locura, de dar los datos de tu tarjeta de crédito a algún sitio de internet. Las cosas más terribles te podían llegar a pasar si revelabas los deseados 16 dígitos a través de la insegura red de redes.
Por supuesto, tal ofensiva tuvo como resultado el más "silencioso" fracaso, puesto que la cacareada amenaza quedó en nada y ahora todo el mundo paga sistemáticamente sus compras de internet sin preocuparse lo más mínimo por esta supuesta inseguridad. Lo que no quiere decir que internet esté libre de riesgo; simplemente que tiene un riesgo similar al del mercado tradicional.
De esta forma, el comercio tradicional trató de protegerse de la amenaza de este canal de distribución alternativo. Si hubiera conseguido su propósito (dinamitar la confianza de los usuarios), se habría detenido el progreso del comercio electrónico y los grandes beneficiados habrían sido las tiendas de toda la vida, en las que se puede pagar con dinero, cosa que no es posible en internet.
Pero no es esta la única ofensiva que cabe esperar contra los comerciantes del mundo virtual. Ahora el ataque procede de nuestros farmacéuticos, clase privilegiada en nuestro país hasta términos incomparables con los países de nuestro entorno. Estos privilegios, en forma de barreras legales a la entrada, se ven comprometidos gracias a los establecimientos de otros países con presencia en la red que, voluntaria o involuntariamente, pueden dar servicio a los ciudadanos españoles.
Así pues, las amables advertencias de los colegios y agencias administrativas afectadas no se hacen esperar: comprar medicamentos por internet es muy arriesgado; este comercio está en manos de las mafias; ya ha habido muertes… En fin, que viene el ogro.
Sí, se pueden ahorrar dinero; sí, quizá puedan acceder a productos sin disponibilidad aquí; sí, pueden comprar medicinas sin receta… pero es que es muy arriesgado. Así que no compren medicinas por internet: protejan los privilegios de su farmacéutico habitual.