En estas últimas semanas el presidente del Gobierno y su corte han tildado, con toda la mala baba de la que han sido capaces, de antipatriotas, irresponsables, "cenizos" y pesimistas a todo aquel que se niegue a profesar el mensaje oficial de triunfalismo económico del Gobierno.
Talante, sonrisas y buen rollo son la solución mágica a todos los males de la sociedad civil española según Zapatero. Nadie espera de un político, y menos del Gobierno, que sea profundo, meticuloso o cauto en sus acciones, decisiones ni discursos, pero el presidente del Gobierno ha llevado su enfoque electoral a una situación grotesca y kafkiana. A estas alturas, donde los datos de empleo, confianza del consumidor, producción industrial, inflación, consumo y endeudamiento de las familias se han descontrolado y auguran un futuro nada esperanzador, no tiene sentido seguir pintando un mundo que no existe y que nadie se cree.
Cuando empezaron los primeros indicios de crisis, el Gobierno apostó a la carta de que tales datos no eran más que un bache dentro de una tendencia alcista de la economía y siguieron con su habitual mensaje optimista, pero ahora ya se le ha ido de las manos. Esto es algo que suelen hacer todos los gobiernos del mundo. Por ejemplo, Estados Unidos también actuó de la misma forma ante la crisis subprime.
Todo y así, dentro de todas las barbaridades económicas que ha llevado a cabo el Gobierno Bush, algo positivo se le ha de reconocer, y es que al menos ha aceptado que están pasando por una mala situación económica y que podrían toparse con una recesión. El mensaje ya es oficial. El presidente americano, aliándose con la Reserva Federal, ha presentado un programa de choque de tipo keynesiano, que como demuestra la historia de poco les va a servir y sólo les traerá más inflación. Hemos de tener en cuenta que con la última bajada de tipos oficiales, han dejado los tipos reales en aproximadamente el -1%, el endeudamiento del país es superior al 130% del PIB y la inflación oficial ya duplica el objetivo de la propia Reserva Federal. Expresado de otra forma, se han vuelto más locos de lo que ya estaban, pero al menos son sinceros.
Aquí el presidente del Gobierno no llega ni a eso. Nos dice que todo va a pedir de boca y, a la vez, se contradice prometiendo 400 euros para aliviarnos del mal momento económico, que según él, no existe. Además, aún no sabemos si el dinero prometido será de esa cantidad ni quien lo recibirá. Al final pasará como la renta básica de emancipación, que sólo la percibirá poco más del 5% de las personas que la solicitaron.
El presidente del Gobierno tendría que darse cuenta que el único que vive de sonrisas es el payaso de McDonald’s, y que éste no es el más indicado para gobernar un país. Su estrategia electoral de sonrisas, alegría y descalificaciones para quienes no piensan como él podría tener sentido si todos nadásemos en la abundancia, pero los ciudadanos, ahora mismo, estamos en la situación completamente opuesta. El elector puede aguantar muchas cosas, pero suele castigar las mentiras descaradas. El PSOE tendría que saberlo. Una de las causas por la cual ahora gobierna fue el lema: "No nos merecemos un Gobierno que nos mienta". Aplíquenselo.