Como ha quedado claro en su entrevista con Pedro J. Ramírez, Zeta prosigue con su estrategia negacionista y afirma que "en absoluto" estamos inmersos en una crisis. De hecho, para 2009 espera retomar la senda de crecimiento de la que nos apartaremos en 2008. Este último ejercicio quedará como un pequeño bache sin importancia en la trayectoria meteórica de nuestra economía.
Uno sigue sorprendiéndose con la arrogancia de unos políticos que, si hace unos años reconocían en privado ser unos completos ignorantes en economía, hoy se permiten el lujo de hacer predicciones a dos años vista en medio de un clima internacional absolutamente turbulento que ni siquiera las casas de análisis fueron capaces de anticipar (en realidad, sólo quienes tenían un mínimo conocimiento de la teoría austriaca del ciclo económico, como Mike Shedlock o Christopher Mayer, previeron las desastrosas consecuencias de la política crediticia de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Por cierto, esta misma gente no comparte la idea de que los años venideros vayan a ser una suerte de Arcadia feliz, y perdón por la redundancia).
Pero a lo mejor es que Zapatero piensa que España puede seguir creciendo y desarrollándose en medio de una crisis económica internacional gracias a la diligente gestión de su Gobierno. En cualquier caso, Z, como de costumbre, se equivoca o miente. Y no sé cuál de las dos opciones resulta más preocupante: si se equivoca, vamos a darnos de bruces con una crisis que el Ejecutivo ni ha previsto ni tratado de remediar, y si miente para ganar las elecciones es que no sabe cómo gestionar la mala coyuntura que se le viene encima, por lo que las imprescindibles reformas se quedarían en el tintero.
Los últimos datos económicos no son, desde luego, para tirar cohetes. El sector de la construcción se contrae cada vez más (en un año ha visto crecer un 20% su número de parados); los precios de las viviendas residenciales dejaron de crecer en el segundo semestre del año pasado (y Standard and Poor’s estima, de manera bastante realista, una sobrevaloración del 30%); la inflación se ha disparado hasta el 4,3% en diciembre (si bien probablemente sea muy superior); la tasa de ahorro de las familias sigue cayendo, por los altos impuestos y la subida de los tipos de interés y de los precios; la renta disponible de las empresas se redujo un 69% en el tercer trimestre de 2007; la confianza de los consumidores lleva más de seis meses consecutivos registrado mínimos históricos, uno tras otro; la tasa de morosidad de los efectos comerciales de las empresas creció en noviembre un 32% (hasta los 1.100 millones de euros, alrededor del 1% del PIB); la creación de empresas se desplomó un 16%, y el número de las que se disolvieron creció un 66%.
Lo peor, sin embargo, está por llegar. A ver cómo hacen las entidades de crédito para soportar en 2008 el continuo aumento de la morosidad (que se trasladará al ámbito hipotecario y al crédito al consumo), los mayores tipos de interés de la refinanciación de sus depósitos y la caída del valor de las garantías hipotecarias. A ver cómo hacemos para financiar uno de los déficits exteriores más elevados del mundo, cuando, además, no tenemos posibilidad de devaluar la moneda. A ver cómo hace ZP para sufragar el enorme gasto público al que se ha comprometido en esta legislatura (lo ha aumentado más en cuatro años que el PP en ocho, tanto en términos relativos como absolutos), cuando la recaudación fiscal comience a menguar y los gastos en prestaciones de desempleo a subir (UBS espera que incurramos en déficit público en 2009).
Y todo ello en un contexto poco favorable, en que las pérdidas de los bancos se verán corregidas y aumentadas y las materias primas seguirán subiendo (oro, petróleo y platinio ya están en máximos históricos en términos nominales).
Por supuesto, nada de esto parece preocupar a ZP. Lo único que le preocupa es echar balones fuera. Después de negar que hubiera crisis, la consigna del PSOE parece ser atribuirla a factores exógenos al Gobierno, como la crisis de las subprime, obra de los malvados especuladores yanquis, y el incremento de precios del petróleo y los cereales, consecuencia de la mayor demanda de chinos e indios.
Pese al sesgo simplista y demagógico del análisis de los miembros del PSOE, lo cierto es que el actual ciclo económico no resulta directamente imputable al Gobierno. El principal responsable es el Banco Central Europeo, con su política crediticia, sobre el cual Zapatero puede influir bien poco. Sin embargo, sí es responsable de una política económica destinada a prolongar y agravar la crisis.
Como ya hemos dicho, el PSOE ha emprendido un brutal incremento del gasto público que obviamente se ha traducido en un sustancial aumento de la presión fiscal. En unos momentos en que la renta disponible de los individuos no es capaz de seguir el ritmo de los repuntes de los tipos de interés, la reducción de la renta disponible sólo nos acerca al colapso financiero y a la mala asignación generalizada de recursos. El INE informa de que en el tercer trimestre de 2007 la recaudación por los impuestos sobre la renta y el patrimonio, en el caso de los hogares, y del de sociedades, en el de las empresas, aumentó un 21,4% y un 44%, respectivamente. He aquí uno de los principales responsables del ahogo financiero.
Además, Zapatero tampoco ha aprovechado la legislatura para flexibilizar el mercado laboral y facilitar un rápido reajuste entre los sectores productivos. Incluso el Ministerio de Trabajo reconoce ahora que el 44% de los parados de la construcción tiene nulas opciones de recolocarse (a buen seguro, la tasa real es muy superior).
El optimismo de ZP, cuyo peor escenario es un crecimiento del 2,8% para 2008 y uno superior para 2009, contrasta con el de algunas casas de análisis de prestigio que, tras basar sus estimaciones en la situación actual (que sin duda se agravará en los próximos meses), prevén una expansión mucho menor. La OCDE y Standard and Poor’s hablan del 2,5% para 2008, y algunos economistas de Merrill Lynch hablan del 2,2%. Eso sí, para 2009 todos coinciden en un empeoramiento significativo de la situación: la Comisión Europea estima un 2,25%, Standard and Poor’s un 2% y Merrill Lynch unl 1,6%.
En todo caso, el futuro parece depender más de una preocupante evolución de las economías internacionales que de la islita española. Como decía Mises, "el Gobierno no puede enriquecer a la gente, pero sí puede empobrecerla". En el caso de ZP es exactamente así: poco puede hacer para evitar la crisis, pero está haciendo mucho por agravarla.