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Periodistas partidarios de la censura

Publicado en Libertad Digital

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Y es que parece que lo único que Cebrián hizo este lunes fue lanzarle unas pullas al presidente del Gobierno allí presente, a cuenta de las patadas a la ortografía de su campaña "Con Z de Zapatero", algo sin duda muy apropiado tratándose de un discurso realizado en la Real Academia de la Lengua Española, por más que a su propio diario no le pareciera tan mal destruir la ortografía cuando lo propuso García Márquez. El problema, precisamente, es que aquello fue un detalle tangencial dentro de su discurso, dedicado a la red. Y, como sucede casi siempre que Cebrián toma la palabra para hablar de internet, habló mal.

Aun tomando la loable iniciativa de que la academia reconozca blog y sus derivados como bloguero y blogocosa, Cebrián volvió a intentar denigrar a los ciudadanos normales y corrientes, aquellos que no estamos ungidos con la licencia prisaica que permite decidir qué es verdad y mentira. Así pues, en la red "el papel del periodista como intermediario entre la realidad y los usuarios de los medios se ve sustituido por el de agitador o promotor de las insinuaciones y deliberaciones ajenas"; algo, como se ve, muy distinto a lo sucedido en los medios controlados por él entre el 11 y el 14 de marzo de 2004.

Como máximo (y único) ejemplo habla de la pifia de Engadget, que publicó que iPhone y Leopard se retrasarían unos meses a raíz de un correo enviado por unos hackers que lograron hacerse pasar por empleados de Apple, provocando una caída en las acciones de la compañía de la manzana. Y una subida posterior, cuando publicó el desmentido. ¿Cómo es posible que sucediera algo así? Pues porque generalmente ese blog está mejor informado que la mayoría de los medios de comunicación tradicionales, debido a lo cual los inversores se fiaron de lo que decía. A partir de ese error seguramente muchos se tomen las exclusivas de Engadget con un poco más de prevención. Algo parecido a lo que ha ocurrido con El País o la SER, que a base de colarnos mentiras han dejado de ser medios creíbles para un porcentaje considerable de la población española.

El problema de Cebrián es el mismo que tiene con Mediapro. No aguanta dejar de ser la única fuente desde la que millones de ciudadanos reciben información y cultura. Cada vez es más difícil que, como se decía hace unos años, una persona pueda creerse que tiene una vida razonablemente cultivada sin salir de Prisa (despertándose con la SER, desayunando con El País, comprando los regalos en Crisol, viendo el cine de Sogecine, fútbol en Canal Plus, estudiando con Santillana, leyendo sólo las novelas de Alfaguara, etc.) . Hay que reconocerle el mérito de ver bien pronto la amenaza; por eso empezó a atacarla ya desde la publicación en 1998 de su tecnofóbico La red. En 2001 denunció la "censura insidiosa" que suponía la disponibilidad sin coste alguno de todo tipo de información en internet, lo que impedía "seleccionar la información de interés, honesta o verdadera". Y desde entonces viene dando la matraca.

Pero Cebrián va mas allá, llegando a decir (sin sonrojarse) que "podríamos asumir que hay una cierta pasión por el exhibicionismo, a veces bajo la escusa (sic) de la comunicación, en toda la actividad que se desarrolla en la red. Al fin y al cabo, quien se abre una gabardina y enseña los genitales a los viandantes busca también una forma de comunicarse." Gracias, Janli. Por fin he entendido la filosofía periodística que te mueve. No hay nada como una confesión de parte.

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