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Helicóptero Ben

Publicado en Libertad Digital

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Como en los circos romanos, el populacho ha vitoreado al emperador. Los empresarios que habían cometido excesos crediticios endeudándose a corto para invertir a largo plazo o invirtiendo los recursos escasos de la sociedad en bienes y servicios con escasa demanda social  reciben un balón de oxígeno para continuar sus aventuras empresariales, algunas familias medias ven cómo la bolsa vuelve a subir y descansan tranquilas pensando que Bernanke ha salvado sus ahorros y los endeudados contribuyentes piensan que la nueva inyección de liquidez hará subir el valor real de sus bienes inmobiliarios. Parece como si evitar una crisis fuera tan fácil como poner a funcionar la máquina de hacer dinero. Así es cómo Bernanke ha justificado la bajada de tipos y no pocos analistas parecen estar de acuerdo con él. Sin embargo, la idea de que una crisis económica puede evitarse inundando la economía de papelitos verdes sin el respaldo del ahorro o de bienes monetizables totalmente líquidos es como un cuento para bebés.

La nueva pérdida de poder adquisitivo del dólar no se repartirá por igual. Los nuevos billetes llegarán primero a las empresas que han cometido más excesos y les beneficiará. En cambio, a otras y al común de los mortales ese dinero llegará mucho más tarde, empeorando su poder adquisitivo en relación con el resto. Y es que el dinero no es neutral, como afirman algunos economistas, sino que beneficia de manera inmerecida a aquellas personas, empresas y sectores mejor situados ante la maquinaria de emisión de dinero.

El problema económico que padece EEUU y casi todo el mundo occidental es precisamente el de una economía que ha sido regada demasiado tiempo con "dinero barato" y en la que la relación entre inversores, ahorradores y compradores ha sido distorsionada por el intervencionismo político en materia monetaria. Por eso, Greenspan comentaba recientemente que la crisis no se evitará variando los tipos. El Banco Internacional de Pagos ya venía advirtiendo de que Hayek (y no Keynes) tenía razón. De acuerdo con su obra La teoría monetaria y el ciclo económico, las nuevas inyecciones de "liquidez" son como el garrafón matinal que el mal amigo le da al resacoso. Es posible que la acción les permita divertirse unas horas más pero, a cambio, la resaca será mucho mayor. Cuando llegue ese momento, todos deberían recordar que Helicóptero Benfue quien echó más leña al fuego.

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