Varios demócratas piden que los miembros del colegio electoral voten en un sentido distinto del mandato que han recibido.
La opinión pública, en España, ha reaccionado con tanto histerismo como desconocimiento a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Es una ocasión perfecta para explicar cómo se renuevan las instituciones en aquél país, y contar quién ha votado qué, y dónde.
Para empezar, no es el pueblo de los Estados Unidos el que elige al presidente, sino los pueblos de los Estados de los Estados Unidos. Por eso no se hace un recuento del voto total, sino que se vota en cada Estado a un número de delegados que formarán parte del colegio electoral que será quien definitivamente vote al presidente.
Cada Estado aporta una cantidad igual a la suma de representantes que tiene (y que es proporcional a la población), más el número de senadores, que es siempre dos por Estado. En 48 de ellos, la lista de electores que supere a la siguiente, aunque sea por un puñado de votos, se queda con el número total de electores que le corresponde. Maine y Nebraska tienen un sistema distinto: conceden dos electores a quien gane el voto popular en el Estado, y uno para el ganador en cada distrito del Congreso.
La elección tiene lugar en el martes después del primer lunes de noviembre, en años pares. Cada dos años hay elecciones en el Congreso, y se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Las elecciones presidenciales son en años divisibles entre cuatro. Los electores se reúnen el lunes posterior al segundo miércoles de diciembre, lo cual quiere decir que estas elecciones serán el 19 de diciembre.
Es muy significativo que varios demócratas piden que los miembros del colegio electoral voten en un sentido distinto del mandato que han recibido. Es muy complicado. Donald Trump ha obtenido el apoyo de 306 electores, mientras que Hillary Clinton (si le adjudicamos New Hampshire), tiene 232. Dado que la mayoría está en 270 electores, tendrían que traicionar a los votantes 38 de ellos. Ha habido 18 elecciones en las que algunos miembros del colegio electoral han cambiado el sentido del voto, aunque nunca se ha cambiado la elección del presidente.
Han votado por Hillary todos los Estados que dan al Pacífico, con la excepción de Alaska, más Nevada, que es vecina de la muy demócrata California. En la otra costa, todos los Estados que besan el Atlántico al norte de Virginia, incluyendo al Estado que más presidentes ha dado, y más Vermont. A estos Estados se suman Illinois y Minnesota, en el norte, y en el oeste Colorado y Nuevo Méjico. El resto es una gran mancha roja, que es el color del Partido Republicano.
Llama más la atención ver el mapa electoral por condados, porque la mancha roja es aún más extensa. El motivo es que las grandes ciudades, con mucha población en poco espacio, han votado mayoritariamente demócrata (59 por ciento frente al 35 que optó por Trump), mientras que las zonas suburbanas el resultado estuvo muy igualado (45 demócrata y 50 republicano) y en las rurales la ventaja republicana es clara (34-62), según datos del Wall Street Journal.
El 58 por ciento de los blancos, que son la minoría mayoritaria, optó por Donald Trump por el 37 por ciento que prefirió a Hillary. Desde que Franklin Roosevelt ocupó la presidencia, el voto negro se ha decantado mayoritariamente por los demócratas, y este año no ha sido una elección (88 por ciento D, 8 R). El reparto es menos desigual entre los hispanos (65 D, 29 R), que es el mismo que hay entre los asiáticos. Ahora bien, se ha señalado que Donald Trump es un racista y xenófono. Muy probablemente no sea lo primero, pero sí lo segundo. Pero eso no le ha impedido obtener más votos que Mitt Romney (candidato republicano en 2012) en todas las minorías… menos la blanca.
Las mujeres, que aportan más votantes que los hombres, han preferido a Hillary Clinton (54-42), mientras que hay más hombres que han preferido a Donald Trump (41-53). Son datos que no revelan un especial encono con Trump, ya que por lo general tienden a entregar su voto a los demócratas. Los jóvenes también han preferido al partido de los Clinton, y los mayores de 40 años a Trump. El empresario ha obtenido 19 puntos de diferencia entre los cristianos protestantes, y 7 entre los católicos, una comunidad que ha apoyado tradicionalmente a los demócratas.
Quienes no tienen una carrera universitaria han apoyado mayoritariamente a Donald Trump, y los licenciados se han dividido entre los dos. Los temas de los votantes de Hillary Clinton son la economía y la política exterior, y los de quienes prefieren a Trump, la inmigración y el terrorismo.
Sólo un tercio de los estadounidenses está orgulloso de los resultados, según una encuesta conducida por Gallup. Las encuestas muestran, además, que la mayoría de los votantes, y muchos de quienes le eligieron a él, consideran que no está preparado para ocupar ese papel. Todo ello da la medida de hasta qué punto esta elección es distinta a las últimas, y muestra un descontento con el sistema bipartidista.
Trump, en realidad, es casi un candidato de un tercer partido. Como los cuervos, ha ocupado el nido de otra ave al hacerse con la candidatura republicana. Y no han votado tanto a favor de Donald Trump como en contra de unas instituciones que, creen, no les han resultado eficaces.