Como buen catedrático, no tiene ni una idea liberal: más impuestos; progresividad fiscal; no al libre comercio, no a la libertad.
Sebastián Royo, que es catedrático de la Universidad de Suffolk en Boston, escribió en El País un artículo titulado «El mal bailando en las ruinas del mal», sobre los problemas de la socialdemocracia. Dice: «El error más grande, por supuesto, fue la aceptación y aplicación de la austeridad, que convirtió a los gobiernos socialdemócratas en gobiernos reaccionarios». Considerando que en ningún país se redujo apreciablemente el gasto público, mientras que las derechas en muchas partes, empezando por España, subieron los impuestos para salvaguardar el Estado, igual lo que pasó es lo contrario.
Pero no es eso lo que dice el profesor Royo. Según él, lo malo de los socialistas es que se han lanzado «incluso con fervor» al liberalismo, «para así demostrar su convicción a los mercados». Para desafiar el «paradigma neoliberal dominante»aconseja a los socialistas no «respaldar ciegamente la austeridad fiscal y los acuerdos de libre comercio».
Como buen catedrático, no tiene ni una idea liberal: más impuestos a (vamos, ¿no lo adivina usted?) «las corporaciones y los ricos»; progresividad fiscal (como si eso no dañara a la clase media); no al libre comercio, no a la libertad. Y el gran milagro es (venga, venga, que esta es fácil) más gasto público, claro que sí, y al déficit público que le vayan dando: «Más flexibilidad fiscal y un plan de inversión a nivel de la eurozona financiado por eurobonos». El dinero público no es de nadie, ya se sabe. Más intervencionismo en todas partes, salarios mínimos, eliminar los contratos temporales, y más y más Estado.
Ni una palabra de bajarles los impuestos a los trabajadores. En vez de ello, dice que los socialdemócratas, para recuperar a sus votantes, deben «comenzar con un rechazo de la austeridad en favor de la economía de la inversión, así como una mayor cooperación económica a nivel europeo y más solidaridad». Al contribuyente, ni un gesto de solidaridad. Como si no fuera trabajador. Ni votante.
Quiere «afrontar el auge del populismo». Con aún más populismo, parece.