El trasvase no solo procede del PP: la ambigüedad del PSOE también ha acabado por cansar a una parte de sus votantes, que han encontrado refugio en Ciudadanos.
El diario El País lanzó la imagen de Ciudadanos como partido nacional cuando en 2014 publicó una encuesta que otorgaba a este partido un 8 por ciento de intención de voto. Eran los meses en los que los casos de corrupción y financiación extranjera echaron abajo, hoy parece que para siempre, el sueño de Podemos de ser el primer partido de España; algo que le habían reconocido las encuestas en los días de las tarjetas Black.
Recientemente, el mismo diario también ha otorgado una nueva posición a Ciudadanos en otro sondeo. Y esta vez como primer partido de España en intención de voto. La encuesta rompía con un par de supuestos razonables. El primero es que la mayoría de los vasos comunicantes son con el PP, por lo que el avance de C’s sería a costa de los populares. Segundo, que los bloques izquierda/derecha no se iban a mover mucho: en el entorno del 50 % la suma C’s-PP, y del 37 % la de PSOE-Podemos. Y, tercero, C’s tendría una posición subalterna frente al partido mayoritario de centro derecha.
Hay dos posibles conclusiones: que la encuesta rompía los dictados del “sentido común”, o que El País está en campaña pro Ciudadanos. Sin embargo, también se podría objetar a estas conclusiones que este sería un bandazo quizá excesivo para un medio que coincide con tanta frecuencia con los intereses de la vicepresidenta. Además, desde entonces hemos conocido otras dos encuestas que dibujan el mismo cuadro. Una de GAD3 para ABC, que también le situaba como primer partido de España en intención de voto, pero no en escaños, y otra de Simple Lógica que, a diferencia de las anteriores, sitúa al PP en tercer lugar. En pocos días, tres encuestas diferentes arrojaban el mismo resultado: Ciudadanos aspira a todo.
Pero dos encuestas recientes han aguado, aparentemente, la euforia demoscópica del partido de Albert Rivera. Una de Invymark para La Sexta, que le situaba por encima del PSOE y por debajo del PP, y la que acaba de publicar el CIS, que lo vuelve a situar en tercera posición. Ciudadanos sigue creciendo a costa del Partido Popular y del PSOE. Pero según su interpretación de las respuestas espontáneas (en las que los tres partidos constitucionalistas, PP, PSOE y Ciudadanos, están casi empatados), la formación de Rivera no llega a superar a la de Pedro Sánchez.
La cuestión, claro está, es por cuánto tiempo. ¿Qué es lo que explica ese salto del partido de Rivera? Estas encuestas se han realizado tras el falso referéndum secesionista del primero de octubre, la renuente adopción por el gobierno del artículo 155, la mayoría silenciada en Cataluña ocupando las calles de Barcelona, e incluso las elecciones catalanas. Esa es la clave. La cuestión nacional ha roto los bloques izquierda/derecha. Podemos ha perdido mucho voto que no está de acuerdo con su apoyo a los secesionistas, que finge ser ambiguo, pero que es sistemático. Una gran parte no volverá jamás, y prefiere refugiarse en el PSOE o en la abstención. Y la sempiterna ambigüedad del PSOE también ha podido acabar por cansar a una parte de sus todavía votantes, que se refugian, al menos por el momento, en Ciudadanos. Además, la formación naranja ha demostrado en Cataluña que puede ser un partido ganador; y eso se suma a su atractivo político.
Pero ¿qué es Ciudadanos? En el plano económico, un partido reformista. En la cuestión nacional, un defensor de la Constitución. Ambos elementos le sitúan, según los electores, a la derecha. El baremo del CIS sitúa la imagen de Ciudadanos ante los votantes en los 6,76 puntos, cuando la izquierda va de 0 a 5, y la derecha de 6 a 10. Pero si vamos a cómo se definen quienes dicen haberle votado, el resultado es un centro casi puro (5,61 puntos). Y, lo que es más significativo, cuando el CIS les pregunta por su actitud hacia la religión, su posición es prácticamente idéntica a la de los votantes del PSOE.
Ciudadanos, en definitiva, mira el panorama político desde arriba, pero con una base que no es todavía sólida. Ha crecido por la derecha por el vacío político impuesto por Mariano Rajoy al PP, y por la izquierda por la indecisión del PSOE de qué hacer con los nacionalistas y, en última instancia, con España. Sí, crece por la indefinición de los dos partidos tradicionales, por un vacío que otros han dejado y que ellos han sabido aprovechar. Puede considerarse un crecimiento trémulo, inseguro, pasajero. Pero lo cierto es que no es previsible un rearme ideológico y moral del PP antes de las próximas elecciones, y menos aún una decisión del PSOE abiertamente en contra de los movimientos que quieren romper España. De modo que Ciudadanos acude a las próximas elecciones generales con opciones reales de ser el partido más votado.
Lo hace, además, con un corrimiento del sentido del voto (que no de la posición de los votantes) hacia partidos de centro-derecha, lo cual le otorga grandes posibilidades de gobernar. Entiendo que en esa posición, sus dirigentes deben de estar embargados por el vértigo. Pero tienen la oportunidad de imprimir el cambio político al que Podemos sólo se ha acercado en sueños.