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Ni mal de muchos, ni consuelo

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Lo que no se debe hacer ante una equivocación es intentar silenciar las críticas, mantener los errores y cubrirlos con más equivocaciones.

«Don’t blame it on good times, blame it on the boogie», Mick Jackson-Clarke.

No podemos dejar de repetir que esta no es una crisis por falta de gasto, sino por mala gestión y previsión.

“El relato” ficticio

El gasto público sanitario creció entre 2011 y 2018 de 71.667 millones de euros a 75.435 millones, récord histórico en España.

En cualquier caso, mayor gasto no habría evitado el desastre creado por quienes decían que «en el mundo real el coronavirus está totalmente controlado en España»  y que estábamos «completamente preparados»).

Tampoco olvidemos que en julio de 2019 este mismo Gobierno exigía recortes en Sanidad a 11 comunidades.

Las críticas a la Sanidad pública de la Comunidad de Madrid también son completamente infundadas. Como explica Diego Sánchez de la Cruz con datos oficiales, el gasto en 2010 ascendía a 7.077 millones, pero en 2019 alcanzó los 8.109 millones que aumentan de nuevo en 2020. En 2010 la Comunidad de Madrid tenía 72.201 profesionales, mientras que en 2020 son 74.259 que se han ampliado a 80.000. Madrid tiene 1,12 profesionales de la salud pública por cada 100 residentes, por encima de la media nacional (1,09). En 2010 había 13.732 camas en la sanidad pública, mientras que la capacidad en 2020 alcanzó las 14.000 y ya llega a 20.000 (14% de la población de España y 14% de las camas del sistema público), 12 hospitales nuevos y 90 centros de salud en las últimas dos décadas.

La idea de que todo esto no lo esperaba nadie y no se podía saber se desmonta con el informe de la Organización Mundial de la Salud (Report of the WHO-China Joint Mission on Coronavirus Disease, 16-24 febrero) que pedía a los países sin infectados en su página 22 «prepararse para activar inmediatamente el más alto nivel de mecanismos de respuesta de emergencia» y «empezar ya a imponer medidas rigurosas de prevención y control«.

Se desmonta también con los informes de la policía nacional del 4 de enero publicado por el SUP, una semana antes de que se detectara el primer caso de Covid-19 en España, en el que se alertaba del grave riesgo del coronavirus.

No podemos dejar de repetirlo porque el argumentario que nos vuelven a intentar colar, como en 2009, es que esto es un mal de muchos, que a todo el mundo le afecta igual y que nadie lo podía prever.

Aprendamos de los que lo hacen bien

A cierre de este artículo en España superamos los casos de Italia (más de 117.700) y la cifra de muertos superaba los 10.900. Recemos por las víctimas y todo el apoyo a los familiares y enfermos.

En Corea del Sur, con mucho menos gasto público sobre PIB, menos gasto en sanidad per cápita y más habitantes, los casos son 10.062 y 174 muertos. En Singapur, cinco muertes. En Europa, muchos países más cercanos a Italia están controlando mejor la pandemia (Austria).

Paro y economía

Los datos de empleo e índices manufactureros tampoco son «como los de los demás». Sorprende que un Gobierno que se pasaba el día comparándose con la media de la Unión Europea ahora silencie que caemos más que la media europea. Los índices manufactureros, especialmente en servicios -que supone el 70% del PIB del país- lo demuestran. España es el segundo peor país, junto a Italia, con una caída mucho mayor que la media.

Los terribles datos de peticiones de paro de Estados Unidos, sin precedentes, no pueden usarse como excusa para disfrazar los atroces datos de España. Porque en España ya estábamos en ralentización de empleo, y los datos de este mes ya lo reflejaban hasta el 10 de marzo.

Si Estados Unidos se fuese a 14 millones de parados supondría un 12,5% de paro. Un miembro de la Reserva Federal alerta de un riesgo de aumento de paro hasta un 40% en el peor caso. España estaba ya en 13% antes del cierre forzoso de la economía y nos encaminamos a un 35% sin contar ERTE y no es el peor caso estimado… Porque los ERTE ya afectan a más de tres millones de empleados y pueden convertirse en paro definitivo cuando pasen los seis meses si se deja caer a las empresas ante el cierre forzoso. Recordemos que se habla de extender el estado de alarma al 26 de abril y la inmensa mayoría de empresas no tiene caja para sobrevivir el cierre forzoso.

La historia nos demuestra que el ritmo de recuperación del empleo perdido en Estados Unidos es muy rápido, de uno a tres meses, según Bank of America, mientras que en España se tarda entre catorce meses y dos años siendo optimista, por la destrucción del tejido productivo y los escollos a la contratación. Aún no hemos recuperado el número de empresas que teníamos en 2008.

Tampoco podemos usar como comparación la pérdida de empleo en Alemania, que seguramente triplicará su tasa de paro a un 11%, en las estimaciones de casas independientes, cuando nosotros empezamos con un 13%.

En esta columna hemos hecho propuestas para que no añadamos a una crisis sanitaria por falta de gestión una depresión económica por exceso de incompetencia.

Es hora de tomar medidas serias que preserven el tejido productivo.

El Gobierno nos intenta llevar a disyuntivas falsas: O economía o muertos. O lo que ellos hacen o nada. Y es una falacia. La inmensa mayoría de países están tomando medidas urgentes para contener la pandemia y a la vez preservar el tejido productivo.

Nuestro objetivo debe ser que esta crisis sea lo menos dañina posible y la recuperación más rápida y sólida. Eso solo se puede conseguir si ponemos como pilares de la política mantener y defender a las empresas del impacto devastador del cierre forzoso mientras se contiene la crisis sanitaria. Porque sin empresas no hay recuperación. Y sin sector privado no hay sector público.

Riesgo de liquidez

El Estado tiene muy pocos meses de liquidez, y el nivel de endeudamiento se va a disparar al 105-120% en los próximos meses. Todo el apoyo del BCE no evita que podamos entrar en una crisis de deuda a corto plazo. Presentar enormes medidas de asistencialismo sin memoria económica ni un plan de reducción de gastos no esenciales nos va a llevar a que nuestros socios europeos rechacen los posibles bonos europeos (eurobonos o coronabonos, como los llaman algunos). La Unión Europea tiene muchos mecanismos de solidaridad, pero no sin responsabilidad.

Es peligroso apropiarse del término “coronabono” e intentar que sea un bono ilimitado y sin control ni condicionalidad. Teniendo en cuenta el aumento de déficit en que van a incurrir todos los estados europeos y la realidad de que el euro no es la moneda de reserva del mundo, nos podemos enfrentar a un rescate sin precedentes, una crisis de deuda y un elevado riesgo en el euro. Ya lo explicamos aquí y, a nivel global, debemos entender que destruir la economía tiene efectos colaterales de largo plazo que pueden generar una crisis social mayor a la crisis sanitaria, por eso hay que trabajar en evitar ambas.

Si el Gobierno quiere que salgamos de la crisis rápido y de manera sólida va a tener que reconocer que tiene al enemigo dentro y empezar a escuchar a las empresas, que son parte de la solución.

Todos nos equivocamos, y en muchos casos los eventos nos sobrepasan, para eso está el análisis independiente y crítico… Para rectificar. Lo que no se debe hacer ante una equivocación es intentar silenciar las críticas, mantener los errores y cubrirlos con más equivocaciones.

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