Cuando se trata del matrimonio entre personas del mismo sexo, muchos libertarios lo consideran un derecho incuestionable. Desde que el PSOE lo aprobó en España en 2005, y el Tribunal Constitucional lo confirmó en 2012, prácticamente no ha habido oposición liberal ni libertaria. ¿Pero tienen razón o se equivocan? ¿La mayoría de las naciones que no lo han aprobado están violando sistemáticamente los derechos de las personas con tendencias homosexuales? La respuesta no es sencilla.
Libertarios a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo
Stephan Kinsella es uno de los libertarios que se han pronunciado a favor del matrimonio igualitario. Sus argumentos se basan en la idea de que, en un orden jurídico privado, las uniones con derechos y obligaciones, incluidas las entre personas del mismo sexo, serían reconocidas de manera gradual. Esto es cierto. Sin embargo, también sostiene que, mientras el Estado monopolice el matrimonio y controle asuntos como la copropiedad, la tutela de menores o la custodia, debe permitir también los matrimonios entre personas del mismo sexo. Según él: “¿Viola el matrimonio gay los derechos de alguien? No. No es un acto de agresión. ¿Viola los derechos de las personas homosexuales al impedirles que, debido al monopolio estatal del sistema legal, sus relaciones tengan efecto jurídico? Sí.”
El orden espontáneo y el matrimonio entre personas del mismo sexo
El principal problema del matrimonio entre personas del mismo sexo no es que viole derechos, sino que las élites están promoviendo la distorsión de la institución del matrimonio. ¿Por qué esto debería sonar problemático para aquel que defienda el principio de no agresión?
Según César Martínez Meseguer, la ley surge mediante un proceso de evolución a través de larguísimos periodos de acumulación inconsciente de conocimiento, a través de procesos de prueba y error. Esto no quiere indicar que toda ley surgida bajo este proceso (lo contrario sería un mandato) sea buena por definición y no se deba revisar racionalmente. Pero sí es un argumento a favor de cierta prudencia en el momento de aceptar nuevas leyes. Friedrich Hayek argumenta que la carga de la prueba se sitúa en quienes surgieren revisar una norma arraigada que ha sido generalmente considerada como positiva.
El matrimonio como institución representa la perfección del individuo, uniendo al hombre y a la mujer en su complementariedad natural, dando lugar a la familia, donde se conciben y educan nuevas generaciones. ¿Y qué ocurre cuando se acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo? Sin entrar ahora en si es una verdadera ley o un mandato impuesto desde las élites, pasa a indicar que el matrimonio que da apertura a la vida está al mismo nivel de parejas que, sin entrar en su validez moral, no pueden contribuir de la misma manera a la civilización, es decir, disuelve el matrimonio tradicional. No cabe concebir por este motivo un rechazo al matrimonio entre personas de diferente sexo que sean estériles, debido a que la ley se caracteriza por su generalidad y no es lo mismo excluir a B y C de una acción que solo B y C pueden realizar por definición que excluir a C y C de realizar esa acción.
Por tanto, Kinsella y otros libertarios tienen razón en afirmar que no viola ningún derecho, pero olvidan que disuelve el significado de una institución (el matrimonio tradicional, entendido como el matrimonio entre personas de diferente sexo) fundamental para la civilización.
El libertarismo y el matrimonio entre personas del mismo sexo
Personalmente, creo que muchos libertarios no escribieron sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo en los años 70 simplemente porque era un tema inaceptable en aquella época. No formaba parte del debate público. En realidad, es un concepto nuevo promovido por élites progresistas e igualitarias en las naciones occidentales.
Kinsella, continuando con su argumento, admite que podría aceptar llamar al matrimonio entre personas del mismo sexo unión civil: “Ahora, si el Estado simplemente dijera: ‘llámalo una ‘unión civil’ y lo reconoceremos,’ (…) Si ‘matrimonio’ es la única clasificación legal para la cual el Estado reconocerá efectos civiles de una relación, entonces el Estado debe permitir que las relaciones homosexuales (o cualquier tipo de relación: amigos, hermanas solteras, lo que sea) califiquen también para ‘matrimonio.’”
Personalmente, considero que la cuestión etimológica es fundamental. En primer lugar, la cuestión aquí no trata sobre derechos individuales, como dice Thomas Sowell: “Lo que los activistas buscan es la aprobación social oficial de su estilo de vida… La retórica de los ‘derechos iguales’ se ha convertido en el camino para obtener privilegios especiales para todo tipo de grupos.”
Como continúa explicando sobre los activistas a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo: “Algunos se conforman con desviar parte del dinero de los contribuyentes hacia sí mismos. Otros, sin embargo, quieren desmantelar parte de la estructura de valores que hace viable a una sociedad.”
Curiosamente, cuando Zapatero aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en España en 2005, Rajoy propuso llamarlo unión civil y votar a favor, con exactamente los mismos privilegios legales, pero Zapatero se opuso. ¿Por qué? Porque hay una clara intencionalidad ideológica. La realidad es que no había en esa época una demanda social, ya que, la mayoría de las parejas homosexuales no pretendían casarse. Esto deja entrever que quizá no sea una ley en el sentido hayekiano, que busque la generalidad y la abstracción, sino un mandato impuesto por ingenieros sociales con la intención de modificar el comportamiento humano.
No obstante, ¿debería un libertario abogar por la existencia de una unión civil para garantizar derechos civiles equivalentes al matrimonio para las parejas del mismo sexo? No necesariamente, aunque la gravedad no sea la misma. Como explica Lew Rockwell:
A veces se argumenta que, dado que los libertarios quieren que el Estado salga del negocio del matrimonio —como debería salir de todos los negocios—, el Estado debería ser neutral entre el matrimonio convencional y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es decir, si el Estado otorga licencias de matrimonio, que no debería, entonces debería concederlas indiscriminadamente a todos los que las soliciten. De manera similar, mientras exista un ejército nacional, se argumenta, las mujeres y los homosexuales deberían ser admitidos en el servicio en los mismos términos que los hombres. El Estado, se dice, no puede discriminar. Pero esto no se deduce en absoluto. El libertarismo es una teoría sobre cómo deberían ser los derechos de las personas. Excluye al Estado; y, en la desafortunada medida en que el Estado exista, los libertarios sostienen que el Estado debe, en la mayor medida posible, abstenerse de violar los derechos de las personas. Más allá de esto, el libertarismo no le impone nada al Estado. Los libertarios no tienen por qué sostener que el Estado debe otorgar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo.
Conclusión
Los argumentos libertarios a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo en la situación actual se dividen en dos puntos: el primero es que no viola ningún derecho. Esto es cierto. Sin embargo, el problema, como he explicado anteriormente, es que dilapida el matrimonio entre personas de diferente sexo y su importancia social. Esta nueva definición de matrimonio es promovida por élites igualitarias y relativistas que buscan modificar el comportamiento humano para sus intereses.
El segundo argumento es que no permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo viola la adquisición de derechos civiles relacionados con el matrimonio por parte de los homosexuales. Sin embargo, esto no implica que el Estado deba reconocer repentinamente cualquier tipo de unión. Esto no se deduce de ninguna manera. Sowell lo deja claro al señalar que las leyes distinguen entre diferentes tipos de comportamientos. La analogía que utiliza es la siguiente: “Las leyes que prohíben a las bicicletas circular por autopistas obviamente tienen un efecto diferente en las personas que tienen bicicletas, pero no coches. Pero esto no es discriminación contra una persona. El ciclista que sube a un coche es tan libre de conducir por la autopista como cualquier otra persona.”
Como reconoce Rockwell, mientras el Estado exista, debería violar los derechos de sus ciudadanos lo menos posible. Pero esto no significa que deba emitir licencias de matrimonio para todo tipo de parejas bajo una lógica igualitaria, ¿también habría que permitir la poligamia que deshumaniza a la mujer?
Cuando Murray Rothbard comenzó a escribir sobre ideas libertarias en los años 70, el matrimonio entre personas del mismo sexo no era una lucha libertaria ni un tema de debate público. ¿Por qué debería convertirse ahora en una lucha libertaria, especialmente después de haber sido promovido por las élites estatales con las que queremos acabar durante los últimos 30 años?