Resumen ejecutivo
- Los estudios sobre el impacto del cambio climático imputan a tal desarrollo un coste que no resulta catastrófico. Las investigaciones más rigurosas y amplias elaboradas por economistas de prestigio que respaldan el grueso de las teorías sobre el cambio climático muestran al mismo tiempo que sus efectos económicos serían limitados y palidecen en comparación con otras prioridades sociales urgentes.
- El alarmismo y el sensacionalismo mediático distorsionan el debate sobre esta cuestión. Los debates exagerados que marcan la conversación social sobre este tema suelen dejar a un lado un aspecto clave, como es la capacidad de adaptación de los seres humanos ante los desafíos y el poder de la innovación como fórmula para resolver circunstancias complejas.
- La evidencia muestra que el coste de no hacer nada es menor que el de aplicar políticas muy intensas, pero ineficaces, como las que estamos viendo en Europa. Financiar una acción climática desproporcionada puede frenar el crecimiento, empobrecer a la población y dificultar la lucha contra la pobreza.
- La obsesión climática desvía recursos clave de otros campos de la economía. Centrarse exclusivamente en el clima impide abordar otros retos como la innovación, que es clave para encontrar fórmulas más eficientes de producción. También exige una mayor carga fiscal y obliga a gastar menos en salud, educación, pensiones o defensa.
- El “decrecimiento” cultivado desde ciertas esferas es una receta peligrosa. Defender que necesitamos menos crecimiento económico porque tenemos el objetivo de reducir las emisiones supone adoptar un marco de política económica cuyas consecuencias sociales y económicas son devastadoras.
- La UE es un ejemplo de mala política climática: sus miembros se han endeudado y sus economías han terminado estancadas, todo en nombre de objetivos simbólicos cuyo impacto sobre el clima global es escaso.
- La solución está en la innovación, no en la austeridad económica derivada de una agenda climática como la que se está aplicando. De hecho, invertir en innovación tendría muchos menos costes y generaría beneficios claramente mayores, permitiendo una transición realista hacia una economía más eficiente.
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