TON: la primera moneda de curso forzoso en una red social

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Corría el año 2018, cuando los fundadores de la aplicación de mensajería (y actual red social) Telegram decidieron crear su propia blockchain. La llamaron Telegram Open Network (TON), y su principal fin era integrarla como plataforma financiera al ecosistema de su aplicación. Para financiar el proyecto, recaudaron 1.700 millones de dólares en una oferta inicial de monedas (ICO) para el token Gram, que podrían utilizar los usuarios de Telegram para intercambiar valor entre ellos.

En aquella época la aplicación de los Dúrov tenía la nada despreciable cifra de 200 millones de usuarios. Cuatro veces la población actual de España. Poner al alcance de este número de personas una forma instantánea de intercambio habría sido muy interesante de ver. Por desgracia, la SEC intervino en 2019 y el proyecto se tuvo que cancelar. TON pasó a manos de una fundación radicada en Suiza y su moneda, rebautizada como Toncoin, ha sido estos años una más de las altcoin que orbitan como satélites alrededor de Bitcoin.

Pero este año tenemos dos fenómenos que están cambiando la historia. Por un lado, la administración Trump ha abierto la mano regulatoria del Estado para que las criptomonedas como TON puedan ser utilizadas por empresas sin miedo a ser sancionadas. Por otro lado, el auge de empresas tesoreras de bitcoin está siendo aprovechado para que otras criptomonedas accedan a este tipo de esquema.

Hace unos días Pável Dúrov anunciaba que TON ya cuenta con su propia empresa tesorera. En la publicación dijo lo siguiente:

TON (The Open Network) is an infinitely scalable blockchain that we helped develop years ago to meet the needs of Telegram’s hundreds of millions of users. Today, TON is the economic backbone of Telegram — much like a national currency powers a country’s economy.

La comparación entre lo que supone TON para Telegram con las monedas nacionales de los Estados es importante. Telegram es, a día de hoy, una red social con más de mil millones de usuarios. Su plataforma es vital para millones de personas, ya que no solo les sirve para comunicarse, sino también como vehículo para sus negocios. Telegram no puede obligar a sus usuarios a aceptar TON en sus transacciones, pero sí se lo puede poner lo suficientemente fácil para que su aceptación sea algo natural. Y si eso ocurre, vamos a asistir a una situación sin precedentes.

Hay que entender que TON no es una stablecoin. No está respaldada por nada. Es la fundación que mantiene el proyecto y unos pocos centenares de nodos verificadores los que deciden la política de emisión de la moneda.La diferencia con otros miles de tokens es que Telegram tiene que mantener las reglas estables y transparentes si quiere que su moneda no sea repudiada, ya que, en última instancia, es su propiedad de una plataforma social de mil millones de usuarios la que respalda su token. Y esos usuarios solo van a permanecer en la plataforma si la actividad económica que articulan se basa en una moneda fiable.

Los estados están en una situación parecida, pero votar con los pies en el mundo físico es muy costoso. En el mundo virtual lo es mucho menos. Así que la disciplina en la emisión de moneda de una red social podría ser mucho mayor que la de un estado. Y esa situación nos pondría a todos en un escenario muy interesante.

Por otro lado, Pável Dúrov no es el personaje favorito de muchos estados occidentales. Fue detenido en Francia el año pasado porque su empresa no coopera lo suficiente con la maquinaria inútil que aspira a poner puertas al campo de la información en internet. Que su plataforma disponga de una moneda que pueda competir con el dinero fiat no va a aumentar su popularidad.

Pero Durov ha demostrado ser una persona bastante inteligente. Con los nuevos vientos a favor de la administración americana, y esquivando en la medida de lo posible al leviatán europeo, el experimento de TON puede llegar bastante lejos. Y si Telegram puede tener su moneda, el resto de plataformas también.

Bitcoin, stablecoins y tokens de redes sociales. A internet le están saliendo los dientes mientras que al estado le andan fabricando dentaduras postizas en forma de CBDCs. Es una carrera que las burocracias no pueden ganar, especialmente si la puerta de Estados Unidos sigue abierta durante todo el mandato de Trump. Philip K. Dick se preguntaba si los androides soñarán con ovejas eléctricas. En unos años seguramente podamos contestar a esa pregunta. Lo que sí podemos aventurar es que los androides no van a pagar con dinero fíat. Y eso va a ser algo digno de ser visto.

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