Krugman Tubman
Krugman es un gran admirador de Hamilton, cuyas ideas políticas son más que cuestionables.
Krugman es un gran admirador de Hamilton, cuyas ideas políticas son más que cuestionables.
La izquierda tiene la cara dura de sostener que cuando no hay empresas privadas entonces la gente está realmente bien informada.
El aumento de impuestos y el recorte de libertades que comporta no representa, por supuesto, ningún padecimiento.
Lo que quiere hacer este pensador con los empresarios es… ¡subvencionarlos!
Los políticos se apuntan a la fantasía de que las cosas pueden ir bien e incluso mejor si se gasta más dinero de los contribuyentes.
Son legión los que creen que es muy malo que cada día Amancio Ortega sea más rico que usted y que yo.
Amos Oz quiere aún más impuestos y más coerción, y llama a eso «solidaridad».
Los defraudadores dañan a Hacienda, sin duda, pero no «a todos». Para que esto fuera cierto, el Estado debería ser una institución voluntaria.
Para los políticos, el recorte de la autonomía individual a cargo del Estado está bien, porque el Estado no puede abusar.
Conviene recordar siempre que los que instalan el infierno prometen primero el paraíso para todos.