Enemigo del pueblo

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Cuando los bolcheviques se hicieron con el poder en octubre (noviembre para nosotros) de 1917 rodeando con piezas de artillería el Palacio de Táuride, sede de la naciente Asamblea Constituyente, su primera medida legislativa en cuanto a partidos políticos fue declarar el Partido Liberal-Constitucionalista (kadetes por sus siglas en ruso) ilegales como “enemigos del pueblo”. Esto fue un prólogo en el que los bolcheviques fueron paulatinamente ilegalizando los partidos de la oposición hasta hacerse totalmente con el poder tras derrocar al partido ganador por goleada de las elecciones, el Partido Social-Revolucionario, o eseristas según sus siglas.

Este apelativo como enemigo “del pueblo”, “de la patria” o de cierta clase social ha sido revivido este mes por la vicepresidente segunda del gobierno, ministra de hacienda y secretaria general del PSOE-A en sus ratos libres, pero con el objetivo de las universidades privadas, donde algunos trabajamos. Montero dijo que las universidades privadas, aquellas que se financian con las aportaciones voluntarias de sus alumnos y donantes, pero no con impuestos, son “enemigas de la clase trabajadora”. ¡Vaya por Dios”. La ministra de hacienda que nos ha subido noventa y siete impuestos, con una recaudación récord de 85.000 millones MÁS que cuando llegó al cargo, nos dice que los que nos hacen la vida más difícil son las universidades privadas, no ella misma. No queremos ni imaginar lo que pensará la ministra de los que trabajamos no en una, no en dos, sino en tres de esas organizaciones tan enemigas de la “clase trabajadora”.

Además, la ministra coronó su intervención afirmando que los alumnos de las universidades privadas “compran el título”. Obviamente, lo que los alumnos de las universidades privadas compran no es el título, ahí tenemos unas tasas de abandono similares, sino el derecho a evaluación. En este es exactamente igual que los alumnos de las universidades públicas. La diferencia es que los segundos pagan un precio subvencionado en torno al 80%, mientras que los primeros asumen el coste íntegro.

La apertura de nuevas universidades privadas, por lo tanto, es vista en muchos lugares y por muchas personas como poco menos que un acto de crimen contra la humanidad. Comisiones Obreras en Asturias, ante la adquisición de la Universidad Europea de un solar en Gijón con la intención de crear una Facultad de Medicina, ha manifestado que esto supondría implantar en la región el “modelo Ayuso”. ¡Acabáramos! Una región con un PIB per cápita de 28.130€, un 9,2% por debajo de la media nacional imitando lo que hace otra región con el mismo dato en 42.198€, un 36,6% de por encima de la media nacional.

Por su parte, los sindicatos educativos, para sorpresa de nadie, también se han manifestado en contra de la apertura de universidades privadas en suelo asturiano. Han llegado a afirmar que esta iniciativa empresarial “mercantiliza la educación”. ¡Como la comida o el vestido! Por favor, que a nadie se le ocurra buscar beneficios en la educación superior, que siga funcionando como los cultivos durante el comunismo de guerra, con sus consabidos resultados.

El último en sumarse a esta fiesta contra la competencia ha sido el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, afirmando que la llegada de un competidor privado supondría una “algarabía”. La anarquía en la producción de la que nos hablaba Marx, la apertura y cierre de empresas privadas de forma constante buscando la satisfacción de los consumidores, algo a lo que el sector estatal nunca tiene que enfrentarse, visto como una rémora y no como una bendición. A lo mejor lo mejor es dejar abiertas instituciones o empresas que pierden dinero a espuertas, el que con tanto ahínco nos arranca MJ Montero. O puede que el rector esté preocupado porque un competidor que no tiene subvencionado el 80% del precio de su producto le vaya a destrozar, lo cual dice mucho del producto en sí.

El jefe de la pluriempleada Montero no se quedó atrás. Pedro Sánchez tachó de “chiringuitos eduativos” o “máquinas de expender títulos” a este tipo de negocios. ¡Qué forma más ingrata de llamar a una institución en la que Su Sanchidad se doctoró! No olvidemos esto: Sánchez defendió su tesis doctoral en economía en el Centro Universitario María Cristina, entonces un centro privado adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, hoy a la Universidad San Pablo-CEU. Puede que nos cuente si su tesis doctoral efectivamente cumple estos requisitos de compra o si de verdad le costó su esfuerzo.

Además, el término “chiringuito” ha quedado en el español como forma despectiva de referirse a cualquier tipo de empresa que se sustenta de forma poco ética o formal. Esto, obviamente, es muy injusto. Los chiringuitos están atendidos por gente muy capaz que nos sirve las bebidas bien fresquitas en la playa durante nuestras vacaciones.

Sánchez, si quería poner el ejemplo de una empresa que funciona de forma poco ética, bien podría haber puesto los ejemplos de Tragsa o Ineco, empresas públicas del gobierno que preside y que contrataron a la prostituta del entonces ministro Ábalos para cobrar sin dar ni golpe (laboral, del otro no sabemos). O el de Correos, una empresa que, en la era de las compras por Internet y la paquetería, lleva unas pérdidas acumuladas en los tres últimos años de 436 millones de euros. O de Paradores, una empresa de hoteles en la que se organizan fiestas (vamos a llamarlas así) con furgonetas de prostitutas traídas por el escolta de un ministro. Pues no, los que hacemos peor la vida de la gente somos los que trabajamos en las universidades privadas que, por cierto, sí que somos clase trabajadora.

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