La red está marcando la agenda de multitud de sectores, pero especialmente la de los medios de comunicación, radio, televisión y prensa escrita. Pero aunque las transformaciones a las que obliga internet se están produciendo, hay muchas empresas que se defienden de una manera numantina ante los cambios. Por ejemplo, hemos conocido esta semana que Telecinco va a demandar a YouTube por piratear sus programas.
Los derechos que tiene Telecinco sobre sus contenidos son innegables, y es entendible que quiera defenderlos ante un tercero que se está beneficiando de ellos sin pagar nada a cambio. El problema reside en el modelo de televisión y, en concreto, en el de la televisión por internet. YouTube ha demostrado a las cadenas de todo el mundo cuáles son los nuevos hábitos de consumo audiovisual y la reacción de estas ha sido acudir a los tribunales, sin molestarse en ofrecer alternativas al consumo audiovisual por internet.
Las cadenas se niegan a que haya un nuevo intermediario que no sean ellos y se encierran en estrategias que proponen modelos cerrados de televisión por internet, cuando el presente y el futuro pasan por la distribución de contenidos en la mayor parte de sitios posibles. Es cierto que algunos contenidos escapan a los derechos territoriales que han adquirido, pero se ha demostrado que, por ejemplo, la distribución de resúmenes de partidos de fútbol se puede filtrar por países y por tenedores de los derechos.
El cambio empuja tanto a las televisiones como a otros medios de comunicación a adaptarse. No es que esté en contra de la demanda de Telecinco, pero la misma denuncia encierra un profundo desconocimiento de lo que sucede actualmente en su sector y no aclara que estrategias seguirán cadenas como la de Mediaset en el nuevo mapa de medios de comunicación que empresas como YouTube están construyendo.