Desde diciembre de 2015 debió aplicarse un plan integral de reforma del Estado para paliar los desequilibrios fiscal, monetario y cambiario heredados.
Se ha hablado mucho de los errores de Cambiemos, de su mala praxis en materia de política económica. ¿Pero cuáles fueron estos errores? Aquí ofrecemos un punteo de 10 errores que pueden ayudar a ver que el camino debió y debe ser otro.
1. Subestimaron la herencia. Desde el mismo 10 de diciembre de 2015 debió aplicarse un plan integral de reforma del Estado para paliar los desequilibrios fiscal, monetario y cambiario heredados. Las políticas fueron cambiantes, atendiendo siempre a lo urgente y pocas veces a lo importante. Parecieron improvisados, atendiendo la emergencia y cambiando el rumbo y las metas propuestas lo que les hizo perder credibilidad. La baja de retenciones, por ejemplo, debió acompañarse de una baja del gasto consecuente con la pérdida de recaudación, pero en su lugar se decidió evitar la corrección fiscal, y con el tiempo devolver las retenciones. Las metas fiscales e inflacionarias no fueron ambiciosas. La falta de un plan integral que permita cumplirlas es lo que llevó al incumplimiento y a su replanteo.
2. Eligieron el gradualismo frente a un posible shock. Se convencieron de que pudieron evitar una crisis mayor en 2016 y que la buena performance de la actividad de 2017 se podía sostener en el tiempo. Decían que se podía crecer al 2 o 3 % de manera sostenida, y que eso iría permitiendo una reducción gradual del desequilibrio fiscal, producto de mejoras en la recaudación. Lo que ignoraron es que ese crecimiento era acompañado de deuda y atraso cambiario, lo que generaban respectivamente, un déficit financiero creciente y un déficit de cuenta corriente récord. Personalmente conversé con funcionarios sobre esta cuestión, la que decidieron ignorar olímpicamente. Priorizar la elección legislativa de 2017 en lugar de resolver los desequilibrios macroeconómicos le costó muy caro al gobierno en 2018 y 2019 con un claro costo social y político.
3. El Banco Central no priorizó la baja en la inflación con un plan consistente y genuino. La ortodoxia marca un control y baja gradual de los agregados monetarios. Eligieron, en su lugar, un camino gradual, vía altas tasa de interés, y acumulando Lebacs que era inflación futura. En 2016 intervinieron en el mercado cambiario para evitar una mayor devaluación y luego contuvieron el dólar con un fuerte endeudamiento. La política cambiaria nunca fue realmente la de sostener un tipo de cambio flexible.
4. Los dólares que llegaron vía endeudamiento debieron venderse en el mercado local para convertirlos a pesos, y contribuir a una contracción monetaria que habría sido efectiva en contener la inflación. En su lugar, el Tesoro vendió dólares al Banco Central quien debió continuar expandiendo la base monetaria entre un 20 y un 40 % anual. La esterilización vía Lebacs fue efectiva en 2017 para bajar la inflación del 41 al 25 % anual, pero tenía corta vida.
5. “Pasaron cosas”, es cierto, pero siempre ocurren. ¿No era mejor prever que podían ocurrir? La sequía y la suba de tasas de interés en Estados Unidos complicaron al Gobierno en su plan de política económica, pero la macro estaba aún muy débil. El impuesto a la renta financiera y la falta de independencia del Banco Central fueron elementos clave en que los efectos externos pegaran más en la Argentina que en los vecinos.
6. Recurrieron al FMI, y recién entonces el modelo económico se volvió algo consistente. Recién entonces el mercado cambiario dejó de ser intervenido y el endeudamiento se utilizó como transición hacia el ordenamiento de las cuentas fiscales, aplicando una receta ortodoxa para bajar la inflación. ¿Por qué esperaron a la crisis de 2018 para tomar estas medidas? ¿Cuán diferente hubiera sido la historia de este Gobierno si hubiesen atacado el problema fiscal, monetario y cambiario desde diciembre de 2015?
7. El desarme de Lebacs fue suplantado con la creación de Leliqs, instrumento que pudo evitar una hiperinflación, pero que representa un serio problema que quedará como herencia para el siguiente gobierno. Si bien es cierto que el gobierno heredó Lebacs de sus predecesores, el problema se hizo mucho más grande y complejo desde 2016 en adelante.
8. Desde octubre a diciembre de 2018 la inflación bajó y la autoridad monetaria decidió aprovechar para bajar rápido la tasa de las Leliqs, pero eso incentivó un cambio desde el plazo fijo hacia el dólar, que le devolvió volatilidad al mercado cambiario a comienzos de 2019, con su lógico impacto inflacionario y demorando el rebote económico, una medida económica que pone en riesgo el resultado de la elección.
9. La Argentina llegaría a fines de 2019 con una macro más ordenada, caracterizada por equilibrio fiscal primario, con una política monetaria más ortodoxa para paliar la inflación y un tipo de cambio más competitivo. Son condiciones adecuadas para iniciar un rebote y recuperación de la actividad y el empleo, pero se llegó a este ordenamiento vía crisis económica, vía mercado, vía licuación de salarios reales, tras ignorar la política los caminos que habrían facilitado el proceso y los habría hecho menos dolorosos. El Gobierno nunca comprendió que sólo reduciendo la órbita del Estado puede crecer la órbita privada capaz de generar empleo y ofrecer soluciones a los problemas sociales.
10. La reforma tributaria y previsional, indispensables en esta Argentina en el relato oficial, quedaron pospuestas para 2020 porque arrancaron tarde con un plan genuino de correcciones en los desequilibrios heredados. Esperemos que sean priorizados en la nueva agenda de política económica.
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