Nos empeñamos en seguir con una mentalidad burocrática y rígida que nos lastra a todos.
A Amazon se le ha ocurrido lanzar en nuestro país una aplicación que permite que repartidores autónomos entreguen pedidos para la compañía en bloques de horas. Si uno ve las condiciones del encargo no parece nada del otro mundo. Quitando el hecho de que exista una aplicación móvil de por medio, no deja de ser un sistema de cooperación normal: Amazon necesita que sus paquetes se entreguen, y hay gente con los medios necesarios para ello (un coche) dispuesta a hacerlo a tiempo parcial al precio que la empresa paga.
Por supuesto en España el Estado tiene que estar presente en estas transacciones, y en este caso lo está, obligando al repartidor a darse de alta como autónomo (lo que puede llevar implícito pagar la seguridad social mensualmente) y la correspondiente mordida de los ingresos vía IRPF.
Pues pese a este control, y cualquiera que haya pasado por el trance de ser autónomo sabe que no es poca cosa, los comentarios que han circulado sobre el anuncio del gigante de las ventas por internet van todos en la misma línea: una malvada multinacional americana está precarizando el empleo y es necesario más regulación para evitarlo.
La propia Amazon deja claro en sus condiciones que este sistema está enfocado a que personas con un trabajo propio, u otra ocupación, complemente sus ingresos con repartos ocasionales para su compañía. Por lo tanto no estamos ante la decisión de prescindir de repartidores a jornada completa contratados por la propia Amazon o por otra empresa que le dé servicio, sino ante una opción más, de las muchas que está poniendo en práctica, para disponer de alternativas a la hora de entregar pedidos a sus clientes de la forma más rápida y flexible posible.
Lo cierto es que la acogida que tienen este tipo de iniciativas saca a la luz un gran problema español: con 3 millones y medio de parados seguimos tirando piedras contra cualquiera que proponga alguna forma de ganar dinero que no pase por firmar un contrato de 40 horas semanales y años de duración.
Como siempre ocurre en este país, se confunde lo ideal con lo real. Y lo que la mayoría prefiere con lo que puede ser perfectamente válido para una minoría.
Conozco personalmente dos casos en los que aceptar estos encargos de Amazon no supone ninguna humillación laboral: uno es un estudiante universitario que puede disponer del coche familiar para sacarse un dinero en el tiempo libre que le dejan sus estudios, y el trabajo a tiempo parcial que realiza los fines de semana. El otro se trata de una persona de casi sesenta años que ya dispone de unos ingresos suficientes para mantener su estilo de vida, pero al que utilizar un poco de su mucho tiempo de libre para conseguir ingresos extras le vendría bien para permitirse algunos caprichos.
Somos 45 millones de personas compartiendo un país diverso, con estilos de vida cada vez más diferentes, y con unas necesidades que solo se pueden valorar a corta distancia. Nuestra sociedad cada vez demanda más cosas flex, pero nos empeñamos en seguir con una mentalidad burocrática y rígida que nos lastra a todos. Esperemos que oleada tras oleada de iniciativas como la de Amazon consigan romper algún día nuestro dique cultural.
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