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Banca, pagos y finanzas

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Un banco puede realizar para sus clientes diversas funciones que pueden ser agrupadas en dos grandes categorías: gestión de cobros y pagos, e intermediación financiera. Un banco puede además prestar servicios adicionales como cambio de divisas o cajas de seguridad.

A grandes rasgos la banca comercial realiza operaciones de cobros y pagos, y la banca de inversión (o industrial) se dedica a la intermediación financiera o gestión del ahorro y la inversión; pero estos límites y denominaciones no son rígidos, drásticos o absolutos y pueden depender del marco legal de cada país.

Un cliente abre una cuenta corriente en un banco y con ella puede realizar ingresos y retiradas, cobros y pagos: utilizar billetes (si el banco los emite) o depósitos a la vista como medios de pago; domiciliar nóminas y recibos; realizar transferencias o giros; emplear cheques; utilizar tarjetas de débito y crédito (si el pago se aplaza durante un tiempo largo se convierte en un asunto financiero).

En la intermediación financiera el banco por un lado obtiene fondos prestados por un plazo determinado (ahorro) y por otro los presta o invierte (compra de acciones o deuda ajena por el propio banco); además puede ofrecer garantías, avales, cartas de crédito, y distribuir o colocar productos financieros ajenos (acciones, bonos).

Los ingresos y potenciales beneficios del banco pueden proceder de comisiones por operación (o  por mantenimiento de cuentas) y de márgenes de intermediación financiera (el tipo de interés al que el banco presta es mayor del que paga por recibir fondos prestados).

Para realizar sus funciones un banco utiliza medios de intercambio (dinero) y activos y pasivos financieros (deuda de diversos plazos y riesgos, y acciones). Un banco prudente cuadra su balance de modo que plazos y riesgos de sus activos y pasivos estén ajustados o compensados, vigilando no sólo su solvencia sino también su liquidez: para el sistema de pagos se utiliza deuda de bajo riesgo y corto plazo (depósitos a la vista y activos líquidos), y para la intermediación financiera se utiliza deuda con algo más de riesgo y mayores plazos. No es imprescindible separar legalmente la banca comercial (que utiliza depósitos a la vista) de la banca industrial (que puede invertir en deuda a largo plazo o acciones). Una misma entidad jurídica puede realizar ambas funciones, siempre que su balance esté ajustado.

Un banco imprudente descalza plazos porque puede intentar aumentar su margen de beneficios pidiendo prestado a corto plazo y bajo riesgo (tipos de interés más bajos) y prestando a largo plazo y alto riesgo (tipos de interés más altos). El desajuste o descalce de plazos y riesgos pone en peligro la liquidez, la solvencia y la supervivencia del banco: es especialmente grave cuando los pasivos a corto plazo (saldos de tesorería de los depositantes) sólo están respaldados por activos ilíquidos de largo plazo y alto riesgo; el sistema monetario (los pagos y cobros presentes) queda entremezclado con las finanzas a más largo plazo (coordinación intertemporal entre presente y futuro) y ambos se distorsionan mutuamente, produciendo el ciclo económico cuando todos los bancos lo realizan de forma coordinada (expansión y reducción del crédito, inflación y deflación).

En el pensamiento económico (incluidos muchos defensores del libre mercado) son comunes dos errores en extremos opuestos: no aceptar que algunas deudas pueden ser buenos complementos monetarios (que ciertas promesas de pago pueden circular y aceptarse como medio de pago), exigiendo que los bancos sean almacenes de dinero sin reserva fraccionaria (con reserva cien por cien en especie); creer que el negocio de los bancos sólo puede existir si realizan descalce de plazos, si toman prestado a corto y prestan a largo (arbitraje de la curva de tipos de interés), y que esto además es bueno porque incrementa los recursos disponibles para la inversión (sin tener en cuenta el plazo del ahorro y las inversiones).

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