Blockchain puede solucionar algunos de los problemas actuales del mundo del arte.
Se está hablando mucho en las últimas semanas tanto de Bitcoin, Ethereum y el resto de criptomonedas como de la tecnología que hay detrás de éstas, el Blockchain. El motivo no es otro que el aumento en vertical de los precios de la gran mayoría de criptomonedas. Para que os hagáis una idea, en el momento de escribir este artículo hace apenas 3 meses, la valoración del total de monedas digitales alcanzaba los 26 millardos (billones en el mundo anglosajón), y hace un par de días alcanzaba los 116 billones, eso es una revalorización en su capitalización de más de cuatro veces. ¿Burbuja o no burbuja? No es el propósito de este artículo entrar a valorar si estamos ante un nuevo caso de los tulipanes holandeses o una crisis punto com versión 2.0, sino seguir explorando en las inmensas posibilidades que nos deparará esta tecnología.
Ya exploramos hace unos meses algunas de sus posibilidades, tanto financieras como no financieras, pero vamos a seguir analizando esas alternativas alejadas del mundo financiero, centrándonos en las posibilidades dentro del mundo del arte. Como dice Marc Vidal, “estamos en aquel punto anterior en el que se encontraba la propia red antes del lanzamiento de Google”.
Uno de los principales problemas que tiene el mercado del arte es su opacidad, que hace muy difícil identificar el origen del bien y, por tanto, su autenticidad. Los registros de las transacciones siguen realizándose en muchos casos en papel, con los riesgos que ello conlleva: se pueden perder, alterar, destruir o robar.
Para Wassim Bendella ahí es donde podría encajar perfectamente Blockchain para solucionar los problemas actuales, ya que el registro no se llevaría de forma centralizada y opaca sino que de una forma distribuida y abierta. Hay empresas como Verisart, Ascribe o Monegraph donde los artistas pueden, mediante una aplicación móvil, generar un certificado de autenticidad que a su vez puede ser perfectamente verificado en tiempo real por el comprador. Los artistas pueden a su vez identificar si alguien está reclamando la autenticidad de su obra de forma fraudulenta y monetizar el fruto de sus obras.
Deloitte ha ido algo más allá y ha desarrollado una plataforma en la que no sólo tienen cabida los artistas sino también las galerías de arte o los propietarios. Esta plataforma mantiene un registro distribuido donde los usuarios pueden comprobar el origen de las diferentes obras. Además, al validar los movimientos de todas las transacciones mediante consenso por parte de las partes, elimina la necesidad de un intermediario o árbitro.
Como dijimos en su día, esta idea de registros públicos abiertos y compartidos no parece sonar demasiado excitante, pero desde luego guarda un inmenso potencial y sin ninguna duda va a transformar la forma en la que todos cooperamos.
1 Comentario
Y si alguien publica
Y si alguien publica «secretos de Estado» en el blockchain? Se puede liar parda. Automáticamente, todo el que use bitcoin será considerado un espía. ¿Qué dicen los códigos penales de las democracias modernas acerca del espionaje?