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Cameron frente a Zapatero: dos formas antagónicas de entender la política

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José Luis Rodríguez Zapatero y David Cameron ya tuvieron un encuentro "casual" el pasado mes de noviembre con motivo de la Cumbre del G20, "esa reunión" por la que el político socialista tanto imploró en su día para que le dejaran tomar parte y luego vendió como un logro de su política exterior. Gordon Brown fue uno de los que más apostó porque Zapatero tomara parte en la misma, aunque los méritos recayeron especialmente en Sarkozy. Por tanto, no debe sorprendernos que, cuando la UE apercibía al gobierno español por las medidas económicas que adoptaba para atajar la crisis, siempre encontrara la palmadita de apoyo del que fuera Ministro de Hacienda con Tony Blair.

A pesar de que durante los años de gobierno zapateril la relación bilateral con Londres no alcanzó el grado de simbiosis de la época de Aznar-Blair, Rodríguez Zapatero sí fue bien acogido por Gordon Brown cuando se convirtió en Primer Ministro. Es más, en la Conferencia Anual del Labour Party de 2009 celebrada en Brighton, fue invitado a tomar parte en su clausura. Curioso, porque justo en ese momento, el Laborismo había dado por perdidas las elecciones que se celebrarían en mayo de 2010 y el objetivo era evitar un descalabro histórico, como el que sufriera en 1983 Michael Foot frente a Margaret Thatcher.

La retórica de Zapatero fue muy apreciada por el Brownismo, especialmente, la demagogia con la que analizaba la crisis o buscaba los culpables de la misma con un lenguaje de ultra-izquierda, sin olvidar una de las frases lapidarias del político nacido en Valladolid como "lo importante es ser fiel a los valores actuales de la izquierda". Esta afirmación es unejemplo de que las dos recientes legislaturas del PSOE tuvieron un fuerte componente ideológico, demagógico en ocasiones, pero escasamente práctico y productivo, pues apostó más por negar la realidad, en ocasiones recurriendo a la crispación y a la confrontación, que por afrontar los hechos con políticas realistas.

El modo de regir los destinos de Reino Unido empleado por David Cameron nada tiene que ver con el de Gordon Brown ni, consecuentemente, con el de Zapatero. El político tory desde el primer momento habló de la crisis económica y no lo hizo en abstracto, sino proponiendo soluciones concretas que pasaban, esencialmente, por recortes en el gasto público. Se trataba de las "medidas impopulares"… pero necesarias.

Obrar con esta suerte de frialdad le costó, además de algunas divisiones dentro de su partido, no obtener la mayoría absoluta en mayo de 2010. Aun así, una vez en el número 10 de Downing Street, ha seguido por la misma senda. Resultado: los tan nombrados "brotes verdes" ya se dejan sentir en la Islas, mientras que España está en cinco millones de parados.

En su reciente reunión de Londres, David Cameron fue un político largoplacista y habló del "problema griego", al cual también se refirió Zapatero, pero una vez más, desde esa perniciosa combinación de retórica con buenismo, de tal modo que espetó que "los mercados deben saber que el acuerdo sobre Grecia es un acuerdo sólido". Asimismo, Zapatero, en otro de sus alardes de "valentía", exaltó el euro y la zona euro ante un gobierno y ante un partido que son el emblema del euroescepticismo. Una vez más, el Presidente español optó por el titular impactante antes que por los hechos. Nada nuevo. Una reiteración de lo que ha sucedido en nuestro país desde el 14 de marzo de 2004.

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