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Canadá, país de las listas de espera

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Canadá es un claro ejemplo de que los servicios socializados suponen un racionamiento.

Uno de los muchos problemas que Trump está afrontando en su mandato es la pretendida reforma sanitaria. De hecho, reformar o no y cómo la sanidad estadounidense se ha convertido en un tema de discusión en EEUU en casi las últimas décadas. En ese debate, muchos ponen de ejemplo a Canadá y su sanidad nacionalizada como modelo a seguir. Pero, ¿es realmente Canadá un modelo sanitario a seguir?

Lo cierto es que una característica definitoria de la sanidad canadiense ha acabado siendo el tiempo de espera para operarse. Según estudios del Fraser Institute, el tiempo medio de espera para ver a un especialista en la sanidad pública canadiense es de 18 semanas, lo cual es algo más de 4 meses. Dicho tiempo de espera se ha duplicado en los últimos veinticinco años. En algunas provincias canadienses ese tiempo de espera medio para un especialista se alarga más allá de los seis y siete meses.

Todo esto provoca que el tan cacareado sistema sanitario canadiense sea un gran emisor de ‘emigrantes sanitarios’ al supuestamente denostado sistema sanitario estadounidense. Las cifras no son desde luego menores. En 2014, 52.000 canadienses recibieron atención médica que no era de urgencias fuera del país y en algunas provincias canadienses hasta 15 de cada 1.000 pacientes viajan para consulta y tratamiento médico.

Canadá es un claro ejemplo de que los servicios socializados suponen un racionamiento. Dicho de otro modo, para controlar los costes, los sistemas dirigidos por el Gobierno acaban restringiendo la oferta. Dicha escasez es mensurable: en la provincia canadiense de Ontario se estima que un millón y medio de habitantes no encuentran un médico de familia en la sanidad pública.

El incluso considerado padre del sistema sanitario público canadiense, el doctor Claude Castonguay, cree que éste está en crisis y que la solución pasa por ‘otorgar un mayor rol al sector privado para que el ciudadano ejerza libertad de elección’. Ni siquiera Canadá, con una modesta población nacional de 35 millones de habitantes, puede escapar de los fallos del Estado.

Estados Unidos, por supuesto, debería reformar muchas cosas de su sistema sanitario. Pero Canadá no es el ejemplo que seguir. Y sí probablemente el que evitar.

6 Comentarios

  1. ¿No es en Canadá donde se
    ¿No es en Canadá donde se practicaba la RBU? ahora parece que hay este problema. Si es que…

  2. No estoy muy de acuerdo con
    No estoy muy de acuerdo con su breve artículo…el número de americanos que cruzan la frontera para ir al médico es tremendamente superior al que lo hace a la inversa.Yo viví por unos años en Toronto(es una capital) y el servicio médico era excelente…el único problema los dentistas que eran tremendamente caros…Los hospitales canadienses no son públicos tal como los entendemos en España,son unas fundaciones las encargadas de gestionarlas.
    Yo opino que la sanidad debe de ser pública y de calidad y luego el que quiera pagar privado que pague…pero es triste,muy triste estar en un país y ver a padres que no pueden llevar a sus hijos al médico(y eso pasa en los US,país en el que pase otros añitos).
    No hay un sistema perfecto pero el nuestro, el de España,sin las privatizaciones de algunos sitios(que no hicieron sinó empeorar la sanidad y prevaricar los puestos de trabajo) es maravilloso.Para que funcione pues con ciertos copados y mejorando la gestión debiéramos de ir tirando

    • En España el error fue
      En España el error fue privatizar sin liberalizar. El error de EEUU es el exceso de control gubernamental como ya expuse en otros artículos.

      Y también opina que la comida debe ser pública? Lo que produce calidad es la libertad no la coacción. Ni usted ni nadie tiene derecho a que los demás le paguen por la fuerza lo que usted considere.

  3. Lo de la seguridad social es
    Lo de la seguridad social es increíble y esperpéntico.

    Una persona pobre, que no ha sabido trabajar y ahorrar en su vida, se encuentra con sesenta o setenta años y una enfermedad cardiaca. Necesita una operación, dice un cardiólogo. Ya. Ya, por supuesto, significa, ya. En otras palabras: cuanto antes, mejor. Por supuesto, es posible que haya pocas probabilidades de que la persona sobreviva a la operación de corazón, si existen enfermedades concomitantes, y que sea rechazada por los cirujanos. Pero en este corrupto y sistema que tenemos, ese «ya» se transforma en «seis meses», o «diez meses», o «dieciocho meses». Y, lo más chocante, nadie pone el grito en el cielo. A todos nos parece normal. No normal, aceptable.

    Sin la seguridad social es posible que esa persona hipotética no tuviera ni siquiera la oportunidad de entrar en el quirófano «tarde». Pero sin la tremenda corrupción que ha supuesto el Estado de Bienestar en todos los aspectos de la vida, es posible que esa persona pobre no fuera pobre, y que hubiera podido trabajar y ahorrar si no hubiera habido tantos impedimentos. Es posible, y creíble, que organizaciones caritativas pudieran hacerse cargo en tiempos más razonables si nunca hubiese exisitido la seguridad social y el Estado de Bienestar. Es posible que, sin las innecesarias y evitables limitaciones que el Estado y sus infames Universidades han puesto sobre la investigación y, más importante sobre la práctica de la medicina, que los tratamientos hubiesen avanzado tanto que hoy, en 2017, la enfermedad de esa persona hipotética se pudiera curar (no controlar, sino curar) mediante medicamentos, micro-cirujía realizada por pequeñísimos robots, o de alguna otra forma. Nunca podremos saber cuántas cosas excelentes nos hemos perdido por está locura de proteger lo establecido.

    Sin embargo, todo el mundo tiene miedo del progreso que trae la libertad. Dicen que el rasgo más común a todos los humanos es la cobardía. La existencia de la Seguridad Social, después de tan claras evidencias de torpeza y mal servicio, sirve como argumento para creer en la universalidad de la cobardía.

    Pero no solo somos cobardes. También somos mentirosos. Porque todos sabemos que lo que hay no es aceptable, pero todos insistimos en declarar, ufanos, que es excelente, que es lo mejor de España. Somos gilipollas, la verdad. Todos defendemos lo establecido aunque sepamos que produce dolores perfectamente evitables.

    ¿Cuándo aprenderemos a ser tan generosos con los demás como anhelamos que los demás lo sean con nosotros?

    ¿Por qué hay que esperar a que aparezca un bebé con una rara y tremenda enferemedad genética para reclamar la libertad de la medicina y de la ciencia? ¿Y por qué se nos olvida en menos de veinticuatro horas que es terrible la situación de restricciones legales en la que vivimos, y que hay mucha gente de carne y hueso, no meras estadísticas, que sufren y esperan alivios que no llegarán? Mi respuesta es que somos unos cobardes avarientos. ¿Se os ocurre otra mejor?

  4. España es un país longevo y
    España es un país longevo y siendo importante la asistencia sanitaria debemos recordar que en esta esperanza de vida influyen otros factores muy por delante de tener una buena sanidad como es la forma de vivir el clima nuestra forma de ser etc. La sanidad es responsable de un 15% de nuestros años que verdaderamente es un porcentaje importante en realidad alarga los últimos años de forma un tanto artificial gracias a tratamientos difíciles y costosos. El trasvase dentro de España se produce entre aquellas que tienen menos prestigios a las mejores. Madrid soporta en su gasto sanitario un 28% de otros lugares y esto pese a que todas tienen el mismo gasto por habitante pero que deciden gastarlo de forma diferente. Andalucía es donde el sistema se encuentra con una mayor privatización . Sus Hospitales privados no son responsables de su menor calidad simplemente la Comunidad Andaluza tiene conciertos en que paga 10 veces menos que a un Hospital público por tanto no se pueden comparar ambos sistemas con costes tan disparatados si falta la homogeneidad en el precio es normal que suceda esto. Las listas hospitalarias no existirían en Madrid sin ese 28% que se gasta en atender especialmente a Andalucía Extremadura y las dos Castillas sin olvidar ese turismo hospitalario de Marruecos.

  5. Todo es veneno, nada es veneno, depende de la dosis, la salud es un derecho, como la educación, son derechos sociales básicos, con responsabilidades compartidas con la sociedad y las personas. Su cobertura va hasta donde las sociedades se ponen de acuerdo, la prestación, es decir la provisión, si debiera estar en manos privadas para que exista competencia y supervisada por el Estado a través de entidades sin fines de lucro o público privado, Nadie puede morir por falta de un medicamento, nadie debiera lucrar con el dolor de otro, sino volvamos a la tribu. Saludos


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