Queréis empleo pero despreciáis al empleador.
Despreciáis al empleador pero pedís subvencionarle para mantener puestos de trabajo.
Pedís subvenciones para mantener puestos de trabajo en empresas jerarquizadas mientras suspiráis por trabajar en entornos innovadores.
Suspiráis por entornos innovadores mientras pedís al Estado que regule los mercados donde consumís.
Pedís regulaciones en los mercados mientras os quejáis de precios altos por falta de competencia.
Os quejáis por falta de competencia mientras lamentáis la competencia desleal de los chinos.
Os lamentáis de la competencia desleal mientras mantenéis que la clave de la prosperidad económica es exportar al exterior.
Alabáis la exportación exterior mientras protestáis ante la menor liberalización del mercado laboral que baje los costes de producción.
Criminalizáis la liberalización del mercado laboral mientras os escandalizáis de que la tasa de paro se sitúe en el 25%.
Os escandalizáis ante la tasa de paro mientras criticáis que se permita la apertura de centros comerciales todos los días del año.
Deploráis que se permita la apertura en festivos mientras alabáis las ventajas de internet y las nuevas tecnologías.
Alabáis las ventajas de internet y las nuevas tecnologías mientras os rasgáis las vestiduras ante el cierre de un periódico de papel.
Lamentáis el cierre de un periódico de papel mientras vuestra fuente preferida de información son titulares o tweets.
Vuestra fuente preferida de información son titulares o tweets mientras consideráis que la casta política es la responsable de todos los males.
Consideráis que la casta política es la responsable de todos los males mientras creéis que las subvenciones, plazas públicas y demás privilegios que ha concedido durante décadas eran vuestros derechos.
Creéis que los privilegios eran vuestros derechos mientras culpáis a quienes no quieren seguir financiando esos privilegios de capitalistas sin escrúpulos.
Culpáis a quienes se ofrecen a refinanciar nuestra deuda mientras exigís que se respete vuestra soberanía en el gasto público.
Exigís que se respete vuestra soberanía en el gasto público mientras pedís fuertes regulaciones a los bancos a los que prestáis vuestro dinero.
Pedís fuertes regulaciones en los depósitos bancarios mientras protestáis por los altos tipos de interés y condiciones de esos mismos bancos a la hora de conceder créditos.
Protestáis por los altos tipos de interés y condiciones de los préstamos mientras exigís la dación en pago de las viviendas bajo hipoteca.
Exigís la dación en pago de las viviendas bajo hipotecas mientras no aceptáis que un banco pueda quebrar.
No aceptáis que un banco pueda quebrar pero os asombra ver los privilegios de los que disfrutan los banqueros.
En definitiva, no sabéis qué queréis. Para vosotros el mundo es un lugar mágico donde siempre tenéis que ganar o rompéis el tablero, donde el beneficio solo es legítimo si lo conseguís vosotros o los vuestros, donde lo justo se convierte en injusto al mismo tiempo que cambian vuestras circunstancias, y donde la realidad es ignorada o cubierta por una tonelada de estiércol en cuanto os estropea vuestros numerosos prejuicios.
Con todo lo anterior podéis entender que algunos no estamos hartos ni de los políticos, ni de los banqueros, ni de la troika; estamos hartos de vosotros y de vuestra incivilizada conducta que permite a los primeros mangonearnos a todos.
Así que, por favor, la próxima vez que queráis denunciar los males del mundo, nada de manifestaciones, panfletos, charlas en el café o en la sobremesa; simplemente id al espejo más cercano y quedaos un rato mirándolo fijamente. Nos haréis un favor y lo mismo aprendéis algo.
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