Skip to content

Consecuencias de una reforma institucional radical: la Revolución Francesa

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

El debate acerca del papel de las instituciones sobre el desarrollo económico es uno de los debates más interesantes en la literatura económica reciente. Aunque se han hecho aportaciones desde la teoría económica, el estudio de la historia juega un papel fundamental en este debate, dado que las instituciones son por su naturaleza elementos que, salvo disrupciones importantes, suelen perdurar durante largos periodos de tiempo y evolucionar lentamente. Además, se da el fenómeno de la dependencia de la trayectoria (path-dependence): el presente depende de una manera crucial del pasado; son los acontecimientos históricos los que abren o cierran las puertas de lo que pueda suceder en el futuro. Esto no obstante, no implica la existencia de un determinismo histórico. Un país que comienza con unas condiciones iniciales malas no está condenado al fracaso, como lo demuestran casos históricos como el de los países del sudeste asiático.

La Historia económica es el campo de trabajo de donde los economistas pueden obtener gran cantidad de ideas para desarrollar teorías más o menos generales, además de una especie de laboratorio enormemente complejo donde las teorías pueden ser contrastadas o ilustradas (dependiendo de la concepción metodológica que se tenga).

En este sentido se sitúa un reciente artículo de Acemoglu, Cantoni, Johnson y Robinson, The consequences of radical reform, que utiliza precisamente este enfoque para el caso de la Revolución Francesa, donde a través del estudio de este episodio histórico tratan de extraer ideas importantes para el debate sobre la relación entre instituciones, cambio institucional y desarrollo económico.

Según contribuciones de distintos científicos sociales, desde Friedrich Hayek a Dani Rodrik, pasando por William Easterly, se ha pensado que las reformas institucionales más efectivas son las que se realizan paulatinamente, evolucionando más desde abajo (bottom-up, a partir de las interacciones de los agentes económicos) que siendo diseñadas desde arriba (top-down, a partir de decisiones rupturistas por parte de las autoridades); y son más efectivas las que se realizan teniendo en cuenta las condiciones locales, por lo que las reformas impuestas externamente tendrían poca probabilidad de éxito.

En el trabajo citado, se explotan las diferencias en las reformas institucionales en Europa generadas por la Revolución Francesa con el objetivo de analizar las consecuencias de aquellas radicales e impuestas desde el exterior sobre el crecimiento económico posterior. El episodio es ilustrativo, dado que la Revolución Francesa tuvo impactos institucionales fundamentales en algunos países europeos, pero no en otros. El caso de Alemania es especialmente destacable, como señalan los autores, debido a que determinadas regiones alemanas tuvieron influencia francesa mientras que otras no. ¿Fueron los países o regiones más afectadas por la revolución más exitosos económicamente en el largo plazo (en la segunda mitad de siglo XIX)?

Estas reformas institucionales que trajo consigo la revolución, indican Acemoglu et al., consistieron en poner fin de forma radical o mermar algunas de las instituciones del Antiguo Régimen. Se eliminaron importantes privilegios típicos del feudalismo de la aristocracia, el clero y la nobleza. Se abolieron poderes de los gremios en las ciudades, que eran fuentes notables de barreras de entrada e ineficiencias económicas. Y se introdujo la igualdad ante la ley de los ciudadanos. Básicamente, la Revolución Francesa atacó los privilegios de las oligarquías feudales, que eran muy reacias y resistentes a la industrialización, a la innovación y al cambio económico, tanto en el campo como en la ciudad.

La hipótesis de partida de los autores es que el papel principal de estas reformas fue el de generar un ambiente institucional favorable a la innovación y a la actividad empresarial, acabando así con un ambiente institucional perjudicial para estas actividades que conducen al desarrollo económico.

El ejercicio empírico econométrico que llevan a cabo avala esta hipótesis. Se construyen regresiones en las que la variable dependiente es un proxy de la prosperidad económica (tasas de urbanización) o, secundariamente, crudas estimaciones del PIB per cápita, y la variable independiente son proxies del impacto que tuvo la Revolución Francesa sobre los distintos países (como la duración de la ocupación francesa). A partir de este análisis estadístico-econométrico (que no olvidemos puede tener sus limitaciones), llegan a una serie de conclusiones interesantes:

  • Se refuerza la importancia del papel de las instituciones y las reformas institucionales como explicación del desarrollo económico.
  • La Revolución Francesa tuvo una influencia positiva, lo que es consistente con la opinión de que las instituciones del Antiguo Régimen eran una rémora para el crecimiento.
  • No se apoya la tesis de que las instituciones francesas, entre ellas la imposición de su código civil, fueran negativas en términos económicos.
  • Tampoco se apoya la tesis de que las reformas radicales, diseñadas o impuestas externamente (en este caso, a través de invasiones del ejército revolucionario francés) deban tener necesariamente efectos perjudiciales.

En contra de lo que se suele aducir acerca de la no deseabilidad de reformas radicales, Acemoglu et al. opinan justo lo contrario y afirman que posiblemente las reformas asociadas con la Revolución Francesa funcionaron porque "fueron mucho más radicales de lo que sucede normalmente". Es precisamente esta radicalidad, según los autores, la que modifica de un plumazo un equilibrio político, social y económico altamente ineficiente, haciendo casi imposible que las antiguas elites vuelvan al statu quo anterior, iniciándose así una senda positiva en cuanto al desarrollo económico se refiere.

Estas conclusiones dejan abiertas varias cuestiones para la discusión que dejo en manos del lector: ¿se pueden diseñar las instituciones desde arriba, en lugar de evolucionar orgánicamente en el sentido hayekiano?, ¿pueden ser las reformas institucionales radicales e impuestas de forma externa efectivas para promover el desarrollo?

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos