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Consume hasta morir (para vivir)

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Los activistas de la organización Consume hasta morir (un subgrupo de Ecologistas en acción) han producido un documental donde compendian todas sus machaconas críticas contra la sociedad moderna. Según ellos todas son de sentido común, lo cual revela su hipersensibilidad (léase histeria) ante temas banales, su debilidad argumentativa y su profunda ignorancia sobre casi todos los asuntos que tratan, ya que más bien constituye un compendio educativo sobre tópicos y falacias (hay muchos memes nocivos difíciles de erradicar), un lloriqueo intolerante muy propio de colectivistas metomentodo sin nada mejor que hacer (sobre todo nada realmente productivo y valioso para los demás); eso sí, con buen rollito y excelentes intenciones ya que se trata de salvar al mundo del mal destructivo que es la libertad humana encarnada en el capitalismo y el progreso tecnológico. Y para eso hay que sensibilizar y educar.

Dicen que todo falla respecto al consumo, que no es la solución sino un gran problema: es un sustitutivo del ocio (es que hay que pagar por todo, lo cual está mal, mejor que sea todo gratis, o divertirse sin comprar, qué horror que comprar sea entretenido); se usa para curar la depresión (de sentido común que esto no puede estar bien).

Los teléfonos móviles, al facilitar la comunicación, parece que hacen que la gente exija el contacto inmediato y que se enfade cuando alguna persona no tiene el móvil encendido; algo gravísimo que hay que denunciar y solucionar de inmediato.

Afirman que el nivel de vida de los países desarrollados es inviable, necesitaríamos varios planetas de materias primas (están allí, aunque un poco lejos y muy altos en el potencial gravitatorio y es caro llegar a ellos). Este rollo de las limitaciones físicas ya lo hemos oído antes (¿recuerdan los límites del crecimiento, de cuando el movimiento ecologista estaba en pañales?), parece que no aprenden: no entender la importancia de los derechos de propiedad, los precios y la empresarialidad tiene estas cosas. Nos estamos cargando el planeta y encima todo es muy injusto porque dejamos morir gente (ni una palabra contra los tiranos que oprimen y matan a esa gente) y hay grandes y crecientes diferencias entre el Norte y el Sur (lo de las crecientes diferencias es mentira, pero es que el rigor metodológico no es su fuerte).

Nos damos cuenta de que el consumo no nos hace felices. ¿Quién será ese nosotros al que se refieren? ¿Han preguntado a todo el mundo? ¿Por qué la gente sigue entonces consumiendo y cada vez más y mejor? ¿Cuál es la alternativa para ser feliz? ¿Entiende mucha gente el sentido biológico evolutivo de la felicidad? Te compras un coche y a los dos meses quieres otro mejor: no sé si algo tan patético le pasará a mucha gente, pero al menos ilustra la infinitud de los deseos humanos (o sea, que siempre habrá trabajo ilimitado para todos).

Les parece excesiva la presión publicitaria, que con cierta incoherencia consideran inútil y manipuladora, generadora de necesidades superfluas y caprichosas ¿En qué inmutable tabla de la ley está escrito lo que es necesario y lo que no? ¿Por qué no viven ellos a base de pan y agua? ¿No será que intentan imponer a los demás sus austeras preferencias particulares disfrazadas de normas morales absolutas y universales? Dicen que sólo se publicita lo innecesario (yo recuerdo bastante publicidad de cosas esenciales, como el papel higiénico) metiéndolo por los ojos: su sistema cognitivo debe de estar sobrecargadísimo, lo cual les disculparía; podrían aprender a ignorar algunos mensajes (que además seguramente no van dirigidos a ellos) con aquello de que me entra por un oído y me sale por el otro.

Parece que los medios de comunicación privados dependen de la publicidad y fomentan la ideología del consumismo para mantener contentos a sus anunciantes (y se atreven a colocar publicidad encubierta en las series de televisión, qué horror). Tal vez sea mejor promover los medios públicos, que con el dinero confiscado a los contribuyentes mantienen cómodamente ociosos a hordas de sindicalistas encargados de transmitir consignas políticas y adoctrinar a la sociedad acumulando ingentes pérdidas año tras año. ¿Y por qué será que las televisiones públicas tienen la misma publicidad que las privadas?

La televisión es muy fácil de ver (lo cual debe ser malísimo, sería mejor que supusiera un gran esfuerzo) y además mientras tanto dejas de hacer otras cosas (albricias, comprenden el coste de oportunidad; aunque se puede comer mientras se ve la televisión, pero eso sería consumir aún más). Parece que la caja tonta provoca la pérdida de la capacidad de la relación social; lo dicen en serio.

Aseguran que la sociedad (ese ente abstracto del cual se abusa tanto) exige un cuerpo hermoso (¿no será que la gente suele preferir la belleza?) y que la autoestima por el propio cuerpo ha caído. ¿La han medido? ¿Desde cuándo? ¿No estarán proyectando sus propios problemas? ¿Entienden el fenómeno biológico de la selección sexual?

Resulta que Coca Cola ha sido acusada de prácticas monopolísticas incluso por la propia Pepsi (que naturalmente lo ha hecho por justicia, no por tener ningún interés particular en el asunto). A dónde vamos a llegar: los menos competitivos recurriendo a la coacción política legal para fastidiar a los dominantes. Y encima Coca Cola es un símbolo de la globalización. Era mejor antes, con las banderas nacionales (a menudo acompañadas de cruces y medias lunas) como estandartes de los ejércitos en el campo de batalla.

Para dar prestigio intelectual al documental recurren a declaraciones de adolescentes que afirman que tener unas Nike es prueba de éxito social (e incluso demuestra que se es un gran deportista).

¿Por qué será que siempre se refieren a la gente en abstracto, sin mencionar a nadie en concreto? ¿Se avergüenzan de reconocer sus propias miserias o no se atreven a enfrentarse a personas específicas que puedan ridiculizar sus afirmaciones?

Y esto no es todo, lo mejor es ver el documental (aunque tal vez sea consumo superfluo).

Lamentablemente este artículo no ha sido patrocinado por ninguna firma comercial, y ninguna de las marcas mencionadas en él me ha pagado nada por ello.

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