El actual sistema escolar del estado del bienestar se financia quitándoles recursos a unos para dárselos a otros, de manera que todos tengan igual acceso. Algunos proponen reformar este sistema estableciendo un cheque con el que la administración pública entregaría a cada familia o alumno los recursos recaudados, de modo que el usuario pudiese elegir a quien confía su escolarización.
Una de las propuestas más conocidas del cheque escolar fue la presentada en un panfleto titulado "El papel del gobierno en la educación", en el que Milton Friedman justificó la intervención estatal (como ha hecho tantas veces).
Pero ¿qué tiene la escolarización que la hace tan especial, tan importante, que pueda justificarse la coacción sobre algunos individuos para obligarles a financiar la escolarización de los hijos de otros?
Aparentemente, el cheque escolar daría una mayor libertad, pero sólo a corto plazo. En realidad, sigue siendo un sistema de redistribución de la riqueza: quitar a unos para dárselo a otros, pasando por las manos del gobierno. Y la administración pública, ya se sabe, siempre que parte y reparte, se queda la mejor parte. Pero ¿qué podría esperar la administración pública a cambio de financiar la escolarización de los niños? Control, por supuesto. Control sobre los centros y sobre el currículum; sobre los padres y sobre los niños. Y, por tanto, sobre la familia. ¿Es ésa una medida auténticamente liberal o sólo es una ilusión? ¿Elegir entre lo malo y lo menos malo es libertad? ¿Dónde quedan lo bueno y lo deseable?
Lo que no nos cuentan los promotores del sistema del cheque escolar es cuál sería su aplicación práctica. ¿Quién los financiaría? Probablemente sólo unos cuantos, en función de su riqueza, aunque no tuvieran hijos, o aunque eligieran escuelas privadas, o aunque no los tuvieran escolarizados. ¿Y quién los recibiría? ¿Habría cheques para todos los niños? ¿También para los homeschoolers? ¿O sólo los recibiría un grupito selecto en función de su situación familiar y económica? ¿Se atendería a méritos académicos? ¿Cuáles serían los requisitos? ¿Podría un beneficiario del cheque acudir a cualquier escuela de su elección, o podrían los centros escolares decidir si se unen o no a este programa de financiación?
Cuanto más importante es un valor, más crucial es que podamos desarrollarlo en libertad. Que la escolarización sea importante no implica que necesitemos recurrir a la coacción sino todo lo contrario. Si el razonamiento "es tan importante que requiere coacción" tuviese sentido, entonces lo aplicaríamos con éxito a la alimentación, la felicidad, el amor, etc.
El sistema del cheque escolar sería, en el mejor de los casos, un parche chapucero, un mal sistema para intentar arreglar un sistema aún peor, el escolar, que resulta ser un fracaso estrepitoso (si aceptamos la dudosa premisa de que su objetivo es educar y formar). Y, sin embargo, el problema de la educación no es un problema económico sino estructural, es decir, de principios, valores y de cómo aplicarlos. Hay que devolverle el control a los padres; y esa devolución no pasa por cambiar de un sistema de financiación pésimo a uno sencillamente malo. Aunque lo diga Milton Friedman (cuyo hijo David, por cierto, educó a sus hijos Becca y Bill en casa).
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