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Corea del Norte: cuando la seguridad no está al servicio de la libertad

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Una de las características que mejor define al gobierno de Corea del Norte es su opacidad y hermetismo. Poco se sabe de lo que acontece en Pyongyang, más allá de las periódicas agresiones que efectúa sobre su vecino del Sur o de las hambrunas que sufre la mayoría de su población, consecuencia de practicar un comunismo a ultranza. El aperturismo no está ni se le espera en el modus operandi de sus autoridades, que prefieren culpar bien a las inclemencias meteorológicas, bien a Occidente, de su precaria situación económica.

La industria militar es y será la principal en el país. Lejos de fomentar con ella la seguridad de su población, la empleará para chantajear a la comunidad internacional y para armar a otros "Estados fallidos", nunca para proteger a sus ciudadanos, sin olvidar que los beneficios económicos irán destinados a las arcas de la casta dirigente.

Con motivo del fallecimiento y entierro de "querido líder", hemos presenciado cómo las manifestaciones de "dolor" del pueblo las ha instrumentalizado el gobierno. Imágenes similares se produjeron cuando otros históricos tiranos fallecieron. La propaganda oficial norcoreana ha aprovechado el sepelio para exaltar una simbiosis (más supuesta que real) entre Kim Jong Il y los suyos. Sin embargo, a decir verdad, este régimen liberticida no goza de simpatías similares de las que sí disfruta el régimen cubano. En efecto, al contrario de lo que sucede con la Isla, en el caso de Corea del Norte no se habla con tanta intensidad de Estados Unidos como el responsable de sus males. Sin embargo, a nivel de peligrosidad Corea del Norte supera con creces a Cuba. Su poderío militar, con un ejército integrado por más de un millón de efectivos, no es un fenómeno imaginario sino un hecho real y constatable, un arma con la que amenaza en primer término a las democracias consolidadas de la región (Corea del Sur, Australia y Japón).

De igual modo, tampoco es sorprendente que otra dictadura como la china sea su gran (y casi único) valedor. Pekín es su principal socio comercial y cuando de sancionar se trata, siempre se ha mostrado tan crítico como contrario. Esta suerte special relationship pone también de manifiesto que China no es un socio fiable, especialmente desde el punto de vista de la seguridad, para la comunidad internacional. No obstante, al contrario que en China, donde sí conocemos a los principales exponentes de la disidencia (Liu Xiaobo), en Corea del Norte aquélla es una gran desconocida.

Continuando con la muerte, entierro y aclamación de Kim Jong Il, no menos significativa ha sido la reacción de aquellos países que siguen la senda ideológica del Castrismo. Chávez u Ortega sintieron de manera nada fingida el fallecimiento, aunque la contundencia de sus pésames quedó lejos de las condolencias que mostraron semanas atrás hacia Gadaffi. Por el contrario, la reacción de Estados Unidos, conocida la noticia de la muerte, fue que seguirían comprometidos con la libertad y seguridad de Corea del Sur. Ambos ejércitos harán ejercicios militares conjuntos en las próximas fechas, repitiendo la experiencia de finales de 2010.

Con todo ello, el hermetismo de Corea del Norte es su principal baza para que las cosas sigan exactamente igual. Estamos ante una dictadura hereditaria y del sucesor poco se conoce. Eso sí, como sucediera con otros regímenes comunistas del siglo XX, la maquinaria propagandística ha procedido a inflar el currículum de Kim Jong Un, cuyo alias será a partir de ahora "respetado guía", no escatimándose adjetivos para definirlo, aunque comparándolo siempre con la figura paterna. Al respecto, sin ningún tipo de rubor o de complejo, se ha dicho de él que había heredado "la inteligencia, capacidad de mando y sentido moral de su progenitor". Finalmente, otro dato que sirve para ejemplificar el continuismo, es que la cúpula militar mantendrá una función tutora sobre el recién designado sucesor.

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