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De la apología de la natalidad y la libertad a las guerras culturales y la política pop

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Posiblemente llegue la última al debate que se generó recientemente por el discurso que la escritora Ana Iris Simón pronunció sobre el reto demográfico en la presentación de la cosa esa para el 2050 del dúo de trileros monclovita. Ya se sabe que cuando les atrapa el miedo, corren a encender fuego con madera mojada. Sánchez es lo peor que le ha pasado a España en mucho tiempo, conviene decirlo siempre que se tenga oportunidad, y la disertación de Ana Iris iba contra su propaganda, entre otras denuncias, gesto que lógicamente le fue aplaudido.

He de decir que no comparto ni una sola de las palabras que dijo la escritora, reconocidamente antiliberales pero también todas emitidas con la honrosa finalidad de señalar las carencias de este Gobierno de plástico. Por ello, tiene mi máxima admiración, porque hacerlo ahí, en la cara de cemento de Sánchez y frente a toda su cohorte, es de tener unos bemoles que denotan su pasta y de llevar mucho tiempo conteniendo una frustración, la de muchos jóvenes, la mía propia, que nos une en las mismas desdichas. Por eso, con ella, a pesar de tener ideas dispares, me sentaría las veces que hiciera falta a discutir, a transar, a negociar, a renunciar y a acordar, desde el pragmatismo, propuestas buenas para mejorar nuestro país y regenerar nuestra democracia, porque su valentía revela que ama España tanto como la amamos muchos, que no es poco en los tiempos que corren, convicción ésta primordial que necesitamos para salvarla.

Decía Gabriela Bustelo(1) el otro día en uno de sus artículos que “tras el 4-M la tribu madrileña, que venía obedeciendo desde marzo de 2020 las órdenes del bigobierno, ha superado sus últimos remilgos y se proclama ahora liberal de toda la vida, sin saber muy bien qué demonios quiere decir eso”.

Lo curioso del suceso de estos días es que muchos de los que abrazaron la libertad a la ayusiana el 4-M, aplaudieron de manera fervorosa el discurso de Simón, y esto, a mi juicio, engloba grandes injerencias que certifica lo dicho por Bustelo. Algunos asistimos maravillados a la convivencia sin sonrojo de estos alegatos dentro del marco liberal. Por un lado, libertad; por otro, el incentivo a la natalidad es la solución para la lucha contra la despoblación.

Es todo un poco pop, política pop, la versión evolucionada del populismo. Hay una izquierda reaccionaria que se toca en su extremo con una derecha neofalangista de la misma naturaleza y hay otros que se suman a la corriente por la embriaguez que les produce la papilla pop antes mencionada, vamos, el pop de toda la vida llevado a la política, es decir, un producto orientado al mayor beneficio, que suma simplemente aquello que ha resultado exitoso en otros momentos o contextos, fuertemente populista y diseñado para atraer a todos. De esto es experto Redondo. Ahora también el equipo de Ayuso que ha sabido encontrar la tecla con gran éxito y manera espectacular.

Pero no nos confundamos, el importador fue Zapatero, que inauguró la batalla cultural introduciéndola desde los EEUU, y abriendo y avivando todas las guerras identitarias posibles (la Guerra Civil y la memoria histórica, la sexualidad, el feminismo, el nacionalismo y todo el resto de colectivismos) intentado generar una moral única verdadera, buscada de manera premeditada como una herramienta política para polarizar a la sociedad y obtener ganancias en masa. La fuente de votos del obrero, que dejó la revolución porque la vida burguesa del estado del bienestar le proporcionaba más incentivos, se agotó; por tanto, había que buscar nuevos caladeros de votantes, y lejos de afrontar la nueva etapa desde el consenso social mayoritario y el fortalecimiento de las democracias liberales, las batallas culturales movilizaron los enfrentamientos que a día de hoy nos mantienen polarizados, agotando el pluralismo y condenando a aquellos que no participan de su moralidad, extrayéndola del ámbito de lo privado, de donde, a mi parecer, nunca debió salir, lo que supone un enorme peligro. Y esto nos ha llevado desde hace tiempo a que reaccionarios conservadores, también de izquierdas, que se ven representados por el discurso de Simón, no han querido seguir ignorando este escenario en el que entienden que se expulsa su estilo de vida fuera del Estado, de la educación, del arte, de la prensa y quieren ver ahora sus principios representados en el espacio público reafirmando tener unas concepciones hercúleas sobre cómo vivir u organizar la sociedad, dícese, la familia, la moral, la religión, la sexualidad. Provocando un acción-reacción a la usurpación de dicho espacio que, como digo, comenzó Zapatero.

Escribía Rafa Latorre (2) en uno de sus excepcionales artículos que “Ana Iris Simón escribió un libro muy apreciable, Feria. El problema llegó cuando quiso explicarlo, es decir, cuando dejó de hablar de su vida para hablar de la tuya”. Y continuaba: “El contraste brutal entre la calidad de su libro y lo precario de su discurso político se explica fácil. La nostalgia es muy literaria. Una mentira seductora”.

Y es que de manera desorientada, se ha venido diciendo estos días que había liberales oponiéndose a los vínculos familiares y a tener hijos. Esta es la falacia, ¿qué liberal se va a oponer a que el Estado salvaguarde el poder formar una familia, o tener hijos, u optar a un trabajo o vivienda digna, o tener las relaciones que uno desee? De dotar de esa opción, nace la libertad; y de su consecución, la justicia. Ahora bien, no hablamos de vidas deseables, hablamos de lucha contra la despoblación y es ahí donde el argumento es tramposo.

Ana Iris habla de un idílico mundo rural conservadoramente scrutoniano, y apela a que se potencien las políticas públicas, en detrimento de cualquiera otra -no lo digo yo, es que esto es el coste de oportunidad- y así, convertirlo en una arcadia próspera para los jóvenes, sin entender que para que los ruralitas podamos quedarnos en nuestros pueblos, no será por la vía del incentivo a la natalidad, sino generando nuevos modelos productivos para estas zonas, industrializándolas. Y para ello, deben desaparecer tal cual las entendemos nostálgicamente hoy. El futuro pasa por cambiar, ergo por destruir, lo actual hacia algo sustentable por sí mismo (pienso en ejemplos como Las Vegas de comienzos del s. XX o el Singapur de los años 60), no con la insufla del erario público. Sustentable y sostenible, porque ahí donde hay despoblación, hay una oportunidad de explotación de recursos de manera sostenible, no es necesario desindustrializar para volver a industrializar de manera “verde” ni realizar ninguna transición, pues nada o poco hay, está todo por hacer. El mismo término lo dice: “despoblado”, baja densidad demográfica, por tanto,  excedente de suelo. Ni podemos llegar a imaginar cuántas regiones y países, por decir uno: Holanda, darían lo indecente por tener excedente de suelo. Es un recurso muy valioso, entre otros, tremendamente desaprovechado en nuestro país.

Y ahora bien, para provocar esa mutación de los modelos, basta con apelar al mayor motor de evolución en la Historia de la humanidad: empresarios motivados. Justo lo contrario que encontramos en las zonas rurales, donde la función empresarial está desmoralizada por la rigidez de la economía, las excesivas regulaciones, los altos impuestos y la nula contención del gasto público. El paro juvenil en estas zonas supera el 40% pero se da la paradoja de que los empresarios no encuentran personas qué contratar. El joven medio o bien se marcha en cuanto puede o prepara oposiciones aspirando ser funcionario o vive de subsidios, en definitiva, quedarse pasa por vivir del Estado. La atrocidad llega el día que compruebas que los gobernantes no van a cambiar nada, porque en esta sociedad partitocrática, al poder no le interesa transformar esto, los jóvenes apesebrados viven de ellos, sin embargo, los libres harían decaer su privilegiado sistema sobredimensionado.

Las políticas para incentivar la formación de una familia debieran ser un sólo apoyo, un aderezo más, el problema no es la baja natalidad, es la falta de oportunidad. Sin industrialización sólo queda la despoblación. Y a partir de ahí podrán contarnos misa pero sólo con desarrollo, creación de riqueza y oportunidades, la familia y los niños vendrán, según la elección de cada cual y el proyecto vital que desee un individuo desarrollar. Y hasta aquí el análisis estratégico sobre el reto demográfico.

Pero ahondando algo en el plano moral que fue lo que desató el debate más airado la semana pasada, podemos introducir con lo que comentó Quintana Paz (3) en Twitter: “Frente al viejo eje izquierda-derecha, cada vez está más claro otro nuevo, que une a gente opuesta en el viejo: a un lado, los partidarios de vínculos (familiares, nacionales…); a otro, los partidarios de desvincular y meros principios abstractos (Libertad, Igualdad, Constitución…)”.

En el flanco opuesto, el humorista Nieto (4) le replicó: “La sociedad abierta exige principios abstractos, sin negar necesariamente los vínculos. Si ponemos delante los vínculos volveremos a la sociedad cerrada”. Ineludiblemente me identifico con Nieto. En algún otro lugar están los partidarios de que seas partidario de lo que te dé la gana y, así tus principios, defendiendo la no coacción a los demás, te dejen vivir en paz sin menoscabar tu elección.

Decía Ana Iris que tenía envidia de la vida que tuvieron sus padres a su edad, paradójico, a mis padres le pasa lo contrario, siempre les ha dado envidia la vida que llevamos nosotros. También se ha podido escuchar que tenemos una crisis de los valores de Occidente, y que la baja natalidad es consecuencia de que las prioridades de la gente han virado hacia el deseo de querer acumular experiencias y bienes materiales. Según esto, el individualismo liberal sería una especie de disgregador de los vínculos humanos y asociativos que dan sentido a la vida humana, y nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que vivimos en la época de mayor empatía, donde el cuidado y la creación de legislación al servicio de mayores, de vulnerables, de personas con capacidades especiales, de niños, de enfermos de ER, de animales, se ha realizado como en ninguna otra época. La nostalgia de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor es atrayente, pero la realidad es que el capitalismo no es el causante del problema que nos ocupa, más bien al contrario, es la solución; y el mundo, también España, es hoy un lugar mejor que cuando nuestros padres tenían nuestra edad gracias al desarrollo capitalista. Ahora bien, lo que sí tenemos es poco adiestramiento a la tragedia, no es falta de valores, es escasa capacidad de sobreponernos a la frustración y al fracaso, o baja tolerancia al vértigo o al miedo a la hora de asumir responsabilidades que nuestros padres y abuelos.

La única manera de defender el valor institucional de la democracia es mediante el principio fundamental de que la libertad tiene una dimensión individual, la autonomía personal, y que no se puede perseguir a nadie por sus ideas, y estas ideas no deben afectar a ninguno otro. Por tanto, dentro del marco de derechos y libertades que han de ofrecer las instituciones liberales, no ha lugar a explicarlas apelando a un arquetipo de vida particular.

Referencias:

Gobierno de España, Presidencia del Gobierno (2021). España 2050. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo. Madrid.

Gobierno de España, Presidencia del Gobierno (2021). Fondos europeos para la recuperación: NextGenerationEU. Plan de Recuperación para Europa de la Comisión Europea. Mecanismo de Recuperación y Resiliencia de la Comisión Europea. Reglamento del Parlamento y del Consejo por el que se establece el mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Madrid.

Gobierno de España, Ministerio de Hacienda (2021). Fondos Comunitarios: Periodo 2021-2027. Madrid.

Federación Española de Municipios y provincias (2017). La despoblación, en la agenda europea. REVISTADE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS. Carta Local nº 307, noviembre 2017.

Mill, J. S. (1859). Sobre la libertad. Título original: On liberty. Londres: John W. Parker and son, West Strand.

Barnes, J. (2007). El reparto de competencias en materia de urbanismo. El vicio de incompetencia. Madrid: Fundación Democracia y Gobierno Local.

DIRECTIVA 2003/4/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 28 de enero de 2003 relativa al acceso del público a la información medioambiental y por la que se deroga la Directiva 90/313/CEE del Consejo. Publicado en DOUEL núm. 41 el 14 de Febrero de 2003. (2003).

Ley 11/2018, de 21 de diciembre, de ordenación territorial y urbanística sostenible de Extremadura.

Bustelo, G. (2021). El lobo conservador disfrazado de cordero liberal. El Español, 24/05/2021.

https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20210524/lobo-conservador-disfrazado-cordero-liberal/583561640_12.html

Latorre, R. (2021). Un salto al vacío. Opinión: Corre la milla. El Mundo, 25/05/2021.

https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2021/05/25/60abbd5e21efa0b3158b4635.html

Toscano, M. (2021). Vidas valiosas. Notas sobre el liberalismo y la vida buena. Letras Libres, 24/05/2021.

https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/vidas-valiosas-notas-sobre-el-liberalismo-y-la-vida-buena

1 Comentario

  1. Estamos adiestrados para correr a escondernos tras las faldas de Mamá Estado[1] cada vez que hay una dificultad, por muy pequeña que sea. Luego resulta que Mamá no es capaz de enfrentarse al problema, ni de quitarnos el susto. Y se pone histérica. Y empieza a golpearnos y a insultarnos. Como es imposible que una madre abuse de sus hijos, los médicos llegan a la conclusión de que el crío, además de tonto y cobarde, se está inventando los golpes y los insultos de su madre. La solución es repetir los mismos errores de siempre: medicar a la víctima.

    Luego viene el negacionismo, ese vicio insuperable, que razona del siguiente modo: «Evidentemente, los médicos no se equivocan, puesto que son científicos y, por tanto, infalibles». Este tipo de locuras son las que repiten todos los días los terroristas que trabajan en los medios de comunicación. Porque es terrorismo esa tortura de intentar convencer a la gente de que si el Estado, a través de los Gobiernos y los funcionarios, les maltrata, les roba y les mata lo hace por su bien. Las víctimas no tienen derecho a buscar su propia salvación. De facto se ha prohibido **elegir** no ser víctima, y los liberales y los conservadores gritan «¡Vivan las cadenas!».

    Mucho orgullo y muy poca inteligencia. Por esto y por otros profundos errores, los liberales son tan irrelevantes como Nigel Farage o cualquier otro fantasma de una mansión británica.

    Estamos en medio del mayor crimen de la historia, un crimen multinacional, y los liberales siguen en plan autista profundo. No es posible seguir argumentando desde los «principios» después de haberlos tirado por la borda. En marzo del 20 hubo un suicidio intelectual en masa. Ya no hay liberales, solo hay zombis político-económicos.

    ¿No deberían los liberales hispanos haber acogido con brazos abiertos a todas esas víctimas desamparadas de la extrema ambición política, en vez dejarlos tirados en el lodo? Si lo hubiesen hecho, ahora tendrían más credibilidad al hablar de estos asuntos tan importantes como la familia y la reproducción, tan evidentes como la respiración, la libre expresión o la integridad corporal. ¿Cuál es la postura liberal en esos temas? No la conozco ya, porque tampoco conozco cuál es la opinión de los liberales en los otros tres términos de la comparación precedente. ¿Alguien la conoce?

    Hoy, el liberalismo español es una ideología sórdida. ¿Merece la pena intentar recuperarla?

    Pero aclaro que me ha gustado el análisis de Calderón. Por estimulante, más que todo.

    [1] ¿Por qué el cambio de sexo, preguntará el lector? Porque ni el peor padre es tan taimado con sus propios hijos cuando intenta robarles y destruirlos. Ellas duelen siempre más.


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